Los trabajos seleccionados por el Jurado, integrado por la Prof. Nélida Robledo, Prof. Araceli Alonso y el Sr. Dámaso Martínez, son los siguientes:
NARRATIVA
Cómo conocí a Saint Exupery.
Conocí a Saint un
día nublado de mayo. La siesta dilapidaba afonías. El aeroplano aterrizó cerca
de la balumba de malvones reclinados en la tapia. No sé de dónde venía. Presumo
de muy lejos. El piloto preguntó: - ¿qué lugar es este? Le respondí: - es mi
patio. Mientras se disipaba la opacidad del clima comenzó a contarme de sus
viajes. Había estado en un pequeño asteroide donde trabó amistad con el único
habitante. Ese inocente niño pasaba horas y horas ocupado en deshollinar
volcanes y en cuidar una rosa de cuatro espinas.
Sacó del bolsillo
su borrador lleno de anotaciones y mostró sus dibujos que me hicieron reír.
El eco de su voz
repercutió en mis oídos como un cascabel musical. A partir de ahí todo fue
fantástico porque en ese pedacito de tiempo que vivimos juntos me llevó a sitios
impensados. Anduve por galaxias extrañas, por paisajes astrales, por reinos paradisíacos…
Nos hicimos
amigos. Tanto, que sentí cómo domesticaba, poco a poco, mi corazón hasta
pertenecerle.
Saint, así lo
llamo, es un hombre grande con alma de crío. De espíritu andarín, extrovertido
y encantador.
Cuando el tiempo
se compuso emprendió vuelo. Yo quedé atrapada con su historia porque se ha
convertido en manantial puro, tierno y grato que tonifica el interior.
Ahora, mi cielo
es violeta. La niebla cubre los muchos otoños de mis años, sin embargo, esa
historia, esmalta la orilla del remanso. Y sigue en mí, inalterable,
conmoviéndome como lo hace una flor silvestre entre rudos pedregales.
“Siempre pienso, ¡Quién sabe en cuál de las estrellas
estacionó su nave!”
Dora I. Corujo- Gualeguaychú- Entre Ríos
............
EL BEBEDOR
—¡Vergüenza de beber!—concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el silencio. Y el principito, perplejo, se marchó.
El bebedor,
cabizbajo, repasaba en su mente todas las desgracias que se habían juntado en
la sucesión de eventos inevitables que lo habían conducido hasta allí. Había
sido un trabajador incansable, había sido responsable con su familia, había
estado comprometido con la sociedad, fue un ciudadano modelo en todo momento.
En su trabajo, a causa de un malentendido, fue despedido, al ser una persona
mayor y debido al área en el que era especialista, ya no pudo volver a
insertarse en el mercado laboral, los meses fueron pasando y su economía
familiar se fue estrechando, hasta que la que había sido su compañera durante
muchos años lo echó de la casa, para luego negarle que visitara a sus hijos. Un
día en el que vagaba por la ciudad buscando empleo, fue confundido con un
maleante, para colmo, una persona con problemas en la vista lo identificó como
el autor del crimen, y así terminó siendo condenado por algo que no había
cometido.
Algunos años
pasaron, salió de la prisión, pero su situación no mejoró, los pocos bienes que
poseía fueron vendidos para pagar a los abogados, su exesposa y sus hijos
habían seguido con sus vidas y no estaban interesados en las excusas de un
viejo criminal, su trabajo había sido absorbido por las inteligencias
artificiales. No le quedaba nada por lo que vivir.
Cuando tuvo
la oportunidad, consiguió un empleo de poca importancia, trabajó muchísimas
horas, compró unas cuantas botellas de alcohol, pagó un pasaje en cohete y se
bajó en un pequeño planetoide por ser un lugar desolado. Mientras se ahogaba en
el alcohol, lleno de vergüenza por sentir que ya no le quedaban razones para
vivir, este niño vestido de príncipe se le acercó para interrogarlo, pero él no
tenía ganas de hablar ni ganas de explicarle las complejidades de la vida a
infantes que no entienden de esas cosas. Sin embargo, esa corta charla le había
recordado la inocencia de la niñez, la pureza del espíritu humano, la
curiosidad por conocer, la alegría ante las cosas más sencillas de la vida. Le
había ido tan mal durante tanto tiempo que había olvidado que parte de su
esencia era la resiliencia ante las adversidades. El bebedor hizo la botella a
un lado y caminó hasta la parada para esperar el siguiente cohete que lo
llevara de vuelta, ya no sentía vergüenza sino esperanza.
Jimmy A. Castro Zambrano- C.A.B.A
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“EL PRINCIPITO”(Pura Ambición)
---Conozco un planeta donde vive un señor color
escarlata. Dice ser dueño de muchas estrellas; algo así como de quinientas y un
millones de ellas. Entre ellas tal vez se encuentre la estrella de ustedes: Su
sol. De seguro él no lo tomaría en cuenta si supiera que alrededor de este se
encuentra este planeta que, aunque muy bello, se encuentra habitado por gente
que como él solo busca poseer todo a su alrededor. Solo piensa en poseer y
liarse los unos con los otros por cosas que, a la larga, resultan banales. ¡Son
realmente unos hongos!---
--- ¡Nosotros los humanos nos liamos por lo justo!---
--- ¡Se lían por pura ambición! Creen ser fieros
tigres, pero son solo como las espinas de las rosas. Espinas que no le sirven a
ellas de nada---decía el principito, viéndome completamente frustrado, como yo
no paraba de golpear con furia aquel perno con mi martillo, sin prestar gran
atención a lo que él me decía, solo pensando en que debía reparar mi avión para
seguir combatiendo. Combatiendo por mi Nación.
Aquel
pequeño hombrecito miró hacia arriba, hacia el cielo. Y luego de unos cuantos
segundos de profunda cavilación, dejó escapar de entre sus labios algunas
palabras que no pude entender muy bien. Pero, con la forma en que las expresaba,
no cabían dudas que estas les brotaban desde lo más profundo del alma:
---Me pregunto si alguna vez conseguiré un planeta
habitado por puros pequeños zorros. Tan sabios y nobles como aquel pequeño
zorro que conocí antes. Que sepan ver con el corazón y no solo con los ojos,
pues, lo esencial es invisible a estos. Que no vean las cosas con ambición,
sino con simple amor---
Luego, el principito, entró en una
nueva cavilación. Esta vez más profunda. Tan exhorto y tan callado se mantuvo,
que hizo yo detuviera por un instante aquello que hacía. Hasta que por fin,
volviendo su mirada a tierra, con sus ojitos llenos de tristura y desesperanza,
exclamó: -----------Pero,
de seguro si ese planeta existiera, otros malos hábitos lo harían un mundo
imperfecto. En este vasto universo parece no existir el mundo que he soñado El que
me hizo salir del mío. Abandonar a mi Rosa y mis Volcanes. Solo espero que
cuando regrese no consiga a mi planeta dentro de un gigante Baobab.
Frank A. Clemente Ruiz- Venezuela
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Carta
a mi príncipe multicolor
Todo era
oscuro, el mundo parecía derrumbarse sobre ella, no veía salida, nada podía
traspasar esa espesa capa de niebla adherida a su mente, a su alma, a su
corazón. Las cálidas luces de la Navidad siempre habían sido un bálsamo, pero
esta vez no alcanzaban a acercarle ni un mínimo rayito que iluminara su desesperanza.
Ni
siquiera el blanco oso de peluche, que continuaba testimoniando a través de las
décadas el amor de su tía, podía devolverle la sonrisa.
Ni el
sonido de las viejas canciones, aquellas que traían imágenes del tiempo feliz
en que la Navidad llegaba en invierno, junto al fuego, cuando el piano también
cantaba junto a ella y su hermano.
El final
del año era como un auténtico punto final en su historia, no podía vislumbrar
nada, nada más allá de esta profunda tristeza, de esta pegajosa melancolía que
la tenía atrapada como si una gruesa red la hubiese capturado, logrando
extinguir en ella el deseo de liberarse.
Los años
le pesaban como siglos, se sentía infinitamente vieja, gastada, sus ojos carecían de brillo, de sus manos ya no
brotaban los alegres bordados de vivos colores … nada, nada podía traerla de
vuelta.
Ni
siquiera tu sonrisa, ni tu voz, ni tus manos perfectas tejiendo armonías, ni tu
mirada pura y limpia que debiera haber arrasado con toda la tristeza… Porque
estabas lejos, irremediablemente lejos, inalcanzable, perdido .
Sin embargo,
una mañana el Milagro se hizo presente tomando la forma de un librito de tapas blancas , con el
inconfundible dibujo del niño rubio de altas botas, con su original abrigo y
esa imperturbable inocencia. Habías elegido cuidadosamente la página donde
poner una dorada hoja seca de Gingko biloba marcando la frase
“NOSOTROS,
QUE COMPRENDEMOS LA VIDA, NOS REIMOS DE LOS NÚMEROS”
Una vez
más, tus manos ponían en las suyas el nexo con la Vida, con un pequeño libro
abrías el portal de la Luz, y los dos supieron que tu regreso no era tal,
porque aún en la distancia nunca estuviste ausente, porque desde tu simple
complejidad, desde tu amor incondicional que no juzga ni cuestiona, desde la
pureza de tus ojos y tu infinita, infinita paciencia, sabías que eras
responsable para siempre de haberla domesticado.
Elizabeth Ryske- Olivos
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POESIA
Corramos
el riesgo
Hoy me
vi pequeña.
“Si uno
se deja domesticar
Corre
el riesgo de llorar un poco.”
Jugando
busqué en libros de la memoria
Los
cuentos que me leíste.
Las
palabras donde el color de voz va desapareciendo.
Lejana.
Inocente. Aquello era perfecto.
Esa
utópica manera de ver la vida.
Hoy me
vi pequeña.
Rozando
las fotos y las cartas amarillas
Que
marchitan la eternidad.
Pronuncio
en susurros tu nombre.
Hoy me
vi adulta.
Queriendo
ser pequeña.
El
mundo ya me ha domesticado.
A veces
lloro.
A veces
creo.
A veces
espero.
A veces
pierdo el rumbo.
Pero
todas las noches
La
niña se encuentra
Con la
mujer.
Mirta Serrano- Villa Ballester
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MI NOCHE, MI PRÍNCIPE
“… y por la noche me gusta oír las estrellas.”
El Principito. Antoine de S. Exupery; Pág.91
Esta noche
se me ha volcado encima
como para
protegerme, pero no.
Está
oscura, fría, amenazante.
Está mi
cielo negro como un ónix
pero éste
no me protege como aquél,
no me deja
ver, ni oír ni respirar,
me asfixia,
me encadena, me reprime.
Aunque es
otoño y de ansiedad me muero,
aún mis
abedules no se doran …
Ya no
llueve, es cierto, pero algo cae
de
milenarias cuevas de la luna.
Algo cae,
que lava mi sonrisa,
algo empapa mi sol en mi mirada,
algo me
dobla las rodillas, algo
que me
nubla los párpados y estalla.
Solo sé que
me falta algo importante…
…es que en
el día danzo entre las hojas
… y por la
noche me gusta oír las estrellas.
Pero hoy,
ellas no están, no están, no están…
¡No escucho nada! ¡No te puedo oír!
Reina S. Bentancor Conde- Paysandú- Uruguay
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Epístola
Un
desierto de miserias
se humaniza
ahogado en tus letras.
De las
estrellas cae
arcano
polvo indescifrable.
Desafío
de intelectos,
subliminales
mensajes
y paralelismos místicos.
Castillos, princesas y secretos.
Mil
ocasos
y la
noche se despierta,
va a tu encuentro.
Un
profundo azul
te
abraza eternamente.
Desde
allí,
“Te
gustará entonces
mirar
todas las estrellas.”
Sandra P. Galarza - Concordia- Entre Ríos
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pieles
quizás solo seamos
garabatos sobre sal
acaso
que digan las pieles
al bulbo del tiempo
la idea
de salirse de ellas
porque la piel
muda/muta/mata
será necesario que
soporte
dos o tres orugas
si quiero
conocer a las mariposas
que sean ellas
delante del camino
la voz
que extinga o propague
el sitio
en donde nunca se
sembraron
las hojas secas
Lorena Luna- Concordia- Entre Ríos
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FELICITAMOS A LOS SELECCIONADOS Y LOS ESPERAMOS PARA RECIBIR SUS PREMIOS EL DIA 19 DE MAYO
COMPARTIREMOS UNA HERMOSA TARDE DE FRATERNIDAD LITERARIA
AGRADECEMOS A LA BIBLIOTECA ALBERDI, DE SAN ANDRES, GRAL. SAN MARTIN , MARIA LAURA Y GABRIELA , POR CEDERNOS SU ESPACIO
Silvia Vázquez
Sergio García
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