viernes, 5 de mayo de 2023

Seleccionados del Concurso Huellas II. Homenaje a Antoine de Saint Exupery

Los trabajos seleccionados por el Jurado, integrado por la Prof. Nélida Robledo, Prof. Araceli Alonso y el Sr. Dámaso Martínez, son los siguientes:

                                                

NARRATIVA


Cómo conocí a Saint Exupery.

 

  Conocí a Saint un día nublado de mayo. La siesta dilapidaba afonías. El aeroplano aterrizó cerca de la balumba de malvones reclinados en la tapia. No sé de dónde venía. Presumo de muy lejos. El piloto preguntó: - ¿qué lugar es este? Le respondí: - es mi patio. Mientras se disipaba la opacidad del clima comenzó a contarme de sus viajes. Había estado en un pequeño asteroide donde trabó amistad con el único habitante. Ese inocente niño pasaba horas y horas ocupado en deshollinar volcanes y en cuidar una rosa de cuatro espinas.

  Sacó del bolsillo su borrador lleno de anotaciones y mostró sus dibujos que me hicieron reír.

  El eco de su voz repercutió en mis oídos como un cascabel musical. A partir de ahí todo fue fantástico porque en ese pedacito de tiempo que vivimos juntos me llevó a sitios impensados. Anduve por galaxias extrañas, por paisajes astrales, por reinos paradisíacos…

  Nos hicimos amigos. Tanto, que sentí cómo domesticaba, poco a poco, mi corazón hasta pertenecerle.  

  Saint, así lo llamo, es un hombre grande con alma de crío. De espíritu andarín, extrovertido y encantador.

  Cuando el tiempo se compuso emprendió vuelo. Yo quedé atrapada con su historia porque se ha convertido en manantial puro, tierno y grato que tonifica el interior.

  Ahora, mi cielo es violeta. La niebla cubre los muchos otoños de mis años, sin embargo, esa historia, esmalta la orilla del remanso. Y sigue en mí, inalterable, conmoviéndome como lo hace una flor silvestre entre rudos pedregales.

 

“Siempre pienso, ¡Quién sabe en cuál de las estrellas estacionó su nave!”

Dora I. Corujo- Gualeguaychú- Entre Ríos

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EL BEBEDOR


 —¡Vergüenza de beber!—concluyó el bebedor, que se encerró nueva y definitivamente en el silencio. Y el principito, perplejo, se marchó.

El bebedor, cabizbajo, repasaba en su mente todas las desgracias que se habían juntado en la sucesión de eventos inevitables que lo habían conducido hasta allí. Había sido un trabajador incansable, había sido responsable con su familia, había estado comprometido con la sociedad, fue un ciudadano modelo en todo momento. En su trabajo, a causa de un malentendido, fue despedido, al ser una persona mayor y debido al área en el que era especialista, ya no pudo volver a insertarse en el mercado laboral, los meses fueron pasando y su economía familiar se fue estrechando, hasta que la que había sido su compañera durante muchos años lo echó de la casa, para luego negarle que visitara a sus hijos. Un día en el que vagaba por la ciudad buscando empleo, fue confundido con un maleante, para colmo, una persona con problemas en la vista lo identificó como el autor del crimen, y así terminó siendo condenado por algo que no había cometido.

Algunos años pasaron, salió de la prisión, pero su situación no mejoró, los pocos bienes que poseía fueron vendidos para pagar a los abogados, su exesposa y sus hijos habían seguido con sus vidas y no estaban interesados en las excusas de un viejo criminal, su trabajo había sido absorbido por las inteligencias artificiales. No le quedaba nada por lo que vivir.

Cuando tuvo la oportunidad, consiguió un empleo de poca importancia, trabajó muchísimas horas, compró unas cuantas botellas de alcohol, pagó un pasaje en cohete y se bajó en un pequeño planetoide por ser un lugar desolado. Mientras se ahogaba en el alcohol, lleno de vergüenza por sentir que ya no le quedaban razones para vivir, este niño vestido de príncipe se le acercó para interrogarlo, pero él no tenía ganas de hablar ni ganas de explicarle las complejidades de la vida a infantes que no entienden de esas cosas. Sin embargo, esa corta charla le había recordado la inocencia de la niñez, la pureza del espíritu humano, la curiosidad por conocer, la alegría ante las cosas más sencillas de la vida. Le había ido tan mal durante tanto tiempo que había olvidado que parte de su esencia era la resiliencia ante las adversidades. El bebedor hizo la botella a un lado y caminó hasta la parada para esperar el siguiente cohete que lo llevara de vuelta, ya no sentía vergüenza sino esperanza.

Jimmy A. Castro Zambrano- C.A.B.A

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EL PRINCIPITO(Pura Ambición)

 

---Conozco un planeta donde vive un señor color escarlata. Dice ser dueño de muchas estrellas; algo así como de quinientas y un millones de ellas. Entre ellas tal vez se encuentre la estrella de ustedes: Su sol. De seguro él no lo tomaría en cuenta si supiera que alrededor de este se encuentra este planeta que, aunque muy bello, se encuentra habitado por gente que como él solo busca poseer todo a su alrededor. Solo piensa en poseer y liarse los unos con los otros por cosas que, a la larga, resultan banales. ¡Son realmente unos hongos!---

--- ¡Nosotros los humanos nos liamos por lo justo!---

--- ¡Se lían por pura ambición! Creen ser fieros tigres, pero son solo como las espinas de las rosas. Espinas que no le sirven a ellas de nada---decía el principito, viéndome completamente frustrado, como yo no paraba de golpear con furia aquel perno con mi martillo, sin prestar gran atención a lo que él me decía, solo pensando en que debía reparar mi avión para seguir combatiendo. Combatiendo por mi Nación. 

            Aquel pequeño hombrecito miró hacia arriba, hacia el cielo. Y luego de unos cuantos segundos de profunda cavilación, dejó escapar de entre sus labios algunas palabras que no pude entender muy bien. Pero, con la forma en que las expresaba, no cabían dudas que estas les brotaban desde lo más profundo del alma:

---Me pregunto si alguna vez conseguiré un planeta habitado por puros pequeños zorros. Tan sabios y nobles como aquel pequeño zorro que conocí antes. Que sepan ver con el corazón y no solo con los ojos, pues, lo esencial es invisible a estos. Que no vean las cosas con ambición, sino con simple amor---

            Luego, el principito, entró en una nueva cavilación. Esta vez más profunda. Tan exhorto y tan callado se mantuvo, que hizo yo detuviera por un instante aquello que hacía. Hasta que por fin, volviendo su mirada a tierra, con sus ojitos llenos de tristura y desesperanza, exclamó: -----------Pero, de seguro si ese planeta existiera, otros malos hábitos lo harían un mundo imperfecto. En este vasto universo parece no existir el mundo que he soñado El que me hizo salir del mío. Abandonar a mi Rosa y mis Volcanes. Solo espero que cuando regrese no consiga a mi planeta dentro de un gigante Baobab.       

Frank A. Clemente Ruiz- Venezuela

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Carta a mi príncipe multicolor

 

Todo era oscuro, el mundo parecía derrumbarse sobre ella, no veía salida, nada podía traspasar esa espesa capa de niebla adherida a su mente, a su alma, a su corazón. Las cálidas luces de la Navidad siempre habían sido un bálsamo, pero esta vez no alcanzaban a acercarle ni un mínimo rayito que iluminara su desesperanza.

Ni siquiera el blanco oso de peluche, que continuaba testimoniando a través de las décadas el amor de su tía, podía devolverle la sonrisa.

Ni el sonido de las viejas canciones, aquellas que traían imágenes del tiempo feliz en que la Navidad llegaba en invierno, junto al fuego, cuando el piano también cantaba junto a ella y su hermano.

El final del año era como un auténtico punto final en su historia, no podía vislumbrar nada, nada más allá de esta profunda tristeza, de esta pegajosa melancolía que la tenía atrapada como si una gruesa red la hubiese capturado, logrando extinguir en ella el deseo de liberarse.

Los años le pesaban como siglos, se sentía infinitamente vieja, gastada, sus ojos  carecían de brillo, de sus manos ya no brotaban los alegres bordados de vivos colores … nada, nada podía traerla de vuelta.

Ni siquiera tu sonrisa, ni tu voz, ni tus manos perfectas tejiendo armonías, ni tu mirada pura y limpia que debiera haber arrasado con toda la tristeza… Porque estabas lejos, irremediablemente lejos, inalcanzable, perdido .

Sin embargo, una mañana el Milagro se hizo presente tomando la forma de un  librito de tapas blancas , con el inconfundible dibujo del niño rubio de altas botas, con su original abrigo y esa imperturbable inocencia. Habías elegido cuidadosamente la página donde poner una dorada hoja seca de Gingko biloba marcando la frase

“NOSOTROS, QUE COMPRENDEMOS LA VIDA, NOS REIMOS DE LOS NÚMEROS”

Una vez más, tus manos ponían en las suyas el nexo con la Vida, con un pequeño libro abrías el portal de la Luz, y los dos supieron que tu regreso no era tal, porque aún en la distancia nunca estuviste ausente, porque desde tu simple complejidad, desde tu amor incondicional que no juzga ni cuestiona, desde la pureza de tus ojos y tu infinita, infinita paciencia, sabías que eras responsable para siempre de haberla domesticado.

Elizabeth Ryske- Olivos

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POESIA


Corramos el riesgo

 

Hoy me vi pequeña.

“Si uno se deja domesticar

Corre el riesgo de llorar un poco.”

Jugando busqué en libros de la memoria

Los cuentos que me leíste.

Las palabras donde el color de voz va desapareciendo.

Lejana. Inocente. Aquello era perfecto.

Esa utópica manera de ver la vida.

Hoy me vi pequeña.

Rozando las fotos y las cartas amarillas

Que marchitan la eternidad.

Pronuncio en susurros tu nombre.

Hoy me vi adulta.

Queriendo ser pequeña.

El mundo ya me ha domesticado.

A veces lloro.

A veces creo.

A veces espero.

A veces pierdo el rumbo.

Pero todas las noches

La niña  se encuentra

Con la mujer.


Mirta Serrano- Villa Ballester

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                         MI NOCHE, MI PRÍNCIPE         

                                                    “… y por la noche me gusta oír las estrellas.”

                                                

El Principito. Antoine de S. Exupery; Pág.91

 

Esta noche se me ha volcado encima

como para protegerme, pero no.

Está oscura, fría, amenazante.

Está mi cielo negro como un ónix

pero éste no me protege como aquél,

no me deja ver, ni oír ni respirar,

me asfixia, me encadena, me reprime.

Aunque es otoño y de ansiedad me muero,

aún mis abedules no se doran …

Ya no llueve, es cierto, pero algo cae

de milenarias cuevas de la luna.

Algo cae, que lava mi sonrisa,

algo  empapa mi sol en mi mirada,

algo me dobla las rodillas, algo

que me nubla los párpados y estalla.

Solo sé que me falta algo importante…

…es que en el día danzo entre las hojas

… y por la noche me gusta oír las estrellas.

Pero hoy, ellas no están, no están, no están…

¡No escucho nada! ¡No te puedo oír!  


Reina S. Bentancor Conde- Paysandú- Uruguay 

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Epístola

 

Un desierto de miserias

 se humaniza

 ahogado en tus letras.

De las estrellas cae

arcano polvo indescifrable.

Desafío de intelectos,

subliminales mensajes

 y paralelismos místicos.

 Castillos, princesas y secretos.

Mil ocasos

y la noche se despierta,

 va a tu encuentro.

Un profundo azul

te abraza eternamente.

Desde allí,

Te gustará entonces

mirar todas las estrellas.”

Sandra P. Galarza - Concordia- Entre Ríos

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pieles

 

quizás solo seamos

garabatos sobre sal

acaso

que digan las pieles

al bulbo del tiempo

la idea

de salirse de ellas

porque la piel

muda/muta/mata

 

será necesario que soporte

dos o tres orugas

si quiero

conocer a las mariposas

 

que sean ellas

delante del camino

la voz

que extinga o propague

el sitio

en donde nunca se sembraron

las hojas secas

 

Lorena Luna- Concordia- Entre Ríos

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FELICITAMOS A LOS SELECCIONADOS Y LOS ESPERAMOS PARA RECIBIR SUS PREMIOS EL DIA 19 DE MAYO




COMPARTIREMOS UNA HERMOSA TARDE DE FRATERNIDAD LITERARIA


AGRADECEMOS A LA BIBLIOTECA ALBERDI, DE SAN ANDRES, GRAL. SAN MARTIN , MARIA LAURA Y GABRIELA , POR CEDERNOS SU ESPACIO


Silvia Vázquez

Sergio García

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