viernes, 5 de mayo de 2023

Escritora invitada: Susana Grimberg

Noches en vela
“La vocación de un escritor que es filósofo consiste, en resumidas cuentas, en contribuir al insomnio general. Y si estamos de acuerdo con ello, me parece que algo hice al respecto. Estoy ayudando a que no abunde el sueño. Quizá porque yo mismo soy un desvelado y no podría ser de otra manera”. Santiago Kovaldloff

 

Si nos ponemos a pensar en que las palabras dormir y morir son muy similares y que solo una letra las diferenciaba, pensé: ¡cómo para no pasar las noches en vela!
Años atrás, cuando falleció el tío David, un tío muy querido por mí y por todos, un familiar me dijo: “Es una muerte reservada a los santos. Pasó de un sueño a otro”. Como el tío David estaba durmiendo, pasó de un sueño a otro.

Días de insomnio

Todos sabemos que el insomnio es un trastorno del sueño que consiste en la dificultad para dormir y que puede suceder por varios motivos: porque cuesta conciliar el sueño, porque se sueña en etapas, porque se producen varios “despertares” durante la noche, o porque se da un acortamiento del sueño, acompañado por un sorpresivo despertar. Los que lo padecen, dicen que esta situación les genera cansancio y les afecta en la vida diaria.
Según, Sigmund Freud, el insomnio primario puede deberse a un miedo a soñar. El insomne vendría a pensar: temo a mis sueños y por lo tanto temo a que mis deseos reprimidos y no tolerados por mí, se manifiesten en él, y no quiero saber nada de ellos.

Distintas substancias de consumo habitual, pueden “despertar” el insomnio: el café, el cigarrillo, el alcohol y algunas drogas estimulantes. En realidad, hasta los mismos hábitos de la vida cotidiana pueden interferir en el sueño normal y generar insomnio como el estrés, un entorno demasiado ruidoso, cambios de horarios, etc. Esto produce una irritabilidad generalizada, síntoma nervioso frecuente relacionado con la neurosis de angustia, como explicitó Sigmund Freud.

La hiperestesia auditiva es un síntoma esencial, que da cuenta del íntimo vínculo entre impresiones auditivas y el terror, muchas veces la causa del insomnio. El terror nocturno (pavor nocturnus de los adultos), no es nada más que una variedad del ataque de angustia. También el pavor nocturnus de los niños, dijo Freud, es una manifestación de la neurosis de angustia.

La neurosis de angustia, caracterizada por la irritabilidad, el estado de expectativa angustiada, fobias, insomnio, es el efecto de diversos desórdenes de la vida sexual como la abstinencia forzosa o la relación sexual inconclusa o interrumpida (que no culmina en el goce) entre otras cuestiones.

Freud dijo también, que ciertos neuróticos, particularmente insomnes, confesaron que su insomnio fue inicialmente deliberado: no se atrevían a dormir por temor a lo que podían llegar a soñar, debido a la disminución de la censura.
El sueño interpreta el deseo del soñante que, para evitar la censura, aparece disfrazado, resultado del trabajo de elaboración onírica.

El trabajo del sueño hace que lo simbólico se exprese por medio de imágenes, las cuales vuelven a ser puestas en palabras de un modo tal que se realice esa función de mensaje que el sueño tiene.

Lo que resta del sueño es entonces un “texto”, un texto sagrado dice Freud y ese texto, esa letra, es la que llama a la interpretación además hay que considerar que tanto Freud como Lacan afirman que el sueño es el guardián del dormir.

No poder conciliar el sueño, en un mundo que perdió el sueño.

La incertidumbre por el Covid sumada a las jornadas laborales sin horarios precisos, es un desafío para el descanso. La gente no da más y sin embargo no puede dormir. Es que, a un tercio de la población, según las estadísticas, la pandemia le quitó literalmente el sueño. Nadie sabe cómo lidiar con esta pesadilla cada vez más inclusiva. Los sistemas de salud, las empresas y las familias, no tuvieron el foco puesto en este asunto que afecta a la salud mental.

Es que al aislamiento provocado por una decisión inadecuada por parte del gobierno actual, llevó también al mal dormir, sobre todo por los límites desdibujados de la jornada laboral y el comedor convertido en escritorio.

Por eso, la gente, mirando con los ojos cansados a la pantalla de la computadora o del teléfono celular a las 3 AM, no sorprende que los términos covidsomnia y coronasomnia se escriban en artículos científicos.

En la Argentina, hubo un cierto descanso mental cuando los casos se redujeron, se levantaron algunas restricciones y, hasta contadas personas pudieron tener sus vacaciones. Pero hubo momentos marcados por el inicio de las clases y los excesivos gastos concomitantes además del desconcierto respecto de los tiempos necesarios para darse las vacunas, hubo un nivel de incertidumbre que impidió conciliar el sueño.
Por otra parte, a la inquietud, se sumó que se trata de un virus que enferma y mata, más la ansiedad, el estrés, y la depresión, son cuestiones que inciden el mal-dormir.
Entre los trabajadores, el grupo más afectado es el que hoy vive para salvar las vidas de otros, por lo cual el 80 % del personal de salud sigue sufriendo de insomnio.
Para los sistemas de salud el mal dormir es un llamado a estar siempre despiertos.
También sucede con los niños, adolescentes y personas mayores para quienes el mal dormir puede traerles consecuencias severas en la vida cotidiana.
Por otra parte, insisto, con que no dormir es también no soñar. Y, si el sueño es el guardián del dormir, según Freud y Lacan, la gente se está quedando sin esa protección.

El otro insomnio





En este sub-título, el insomnio aparece como si fuera una visita inesperada, cuyo nombre es Insomnio, una visita que llega de noche y hace que la noche, sea a veces, una noche más oscura que cualquier otra noche.

Sin embargo, hay oscuridades que no sólo aclaran los sentidos, sino que iluminan la creación. Es interesante leer lo que Borges respondía respecto del de qué es el insomnio. “La pregunta es retórica; sé demasiado bien la respuesta. Es temer y contar en la alta noche las duras campanadas fatales, es ensayar con magia inútil una respiración regular, es la carga de un cuerpo que bruscamente cambia de lado, es apretar los párpados, es un estado parecido a la fiebre y que ciertamente no es la vigilia, es pronunciar fragmentos de párrafos leídos hace ya muchos años, es saberse culpable de velar cuando los otros duermen, es querer hundirse en el sueño y no poder hundirse en el sueño, es el horror de ser y de seguir siendo, es el alba dudosa”.

Transcribí el párrafo completo de Borges, que, por estar alejado del discurso médico, nos habla de lo que puede sentir cualquier persona en los momentos de insomnio.
Sigmund Freud en su libro sobre “La interpretación de los sueños”, como era su proceder, lee, escucha el lenguaje cotidiano y descubre que hay una verdad en el decir profano acerca de los sueños, que no concuerda con el saber científico de su época. Esa verdad está ya dicha, escrita en el Talmud, en el cual los sueños, por encima de toda superstición o poder de predicción, tienen un valor esencial para el soñante, explicitando también que los sueños deberían ser contados, puestos en palabras, dado que el sueño cumple una función de mensaje dirigida a quien supiera escuchar, que no era cualquiera sino alguien autorizado como el rabí, el maestro y, hoy, también, el psicoanalista.

En los pueblos de la Antigüedad, los sueños eran considerados mensajes de los dioses.
La concepción hebraica compartía esa idea con una diferencia importante, la de diferenciar adivinación de profecía.

Es que el profeta predecía el porvenir, porque era esencial su función de sacudir, despertar en el hombre una verdad. Es que en el doble registro de verdad y predicción, se desarrollan las concepciones talmúdicas acerca de los sueños. Yo agregaría la importancia de la interpretación:

Quiero concluir la nota, con esta frase del Talmud:

“Un sueño que no se interpreta es como una carta que no se lee”. Berajot. Cap IX. Rabí Jisda. Talmud de Babilonia.

Con este pensamiento de Mario Benedetti

“Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo.”

Y con esta frase de Julio Cortázar:

“No me dormiré, no me dormiré en toda la noche, veré la primera raya del alba en esa ventana de tantos insomnios y sabré que nada ha cambiado.”

Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.

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1 comentario:

  1. Gracias!! Muy interesante,este ensayo . Ahora sé dónde ubicar mi Insomnio

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