Se sitúa en el número 43 de Paseo de Gracia, una calle que
antiguamente unía la ciudad con la Villa de Gracia, hoy plenamente integrada
como barrio de la ciudad.
A partir de 1860, año en que se aprueba un ambicioso plan
urbanístico en Barcelona (Plan Cerdà) el Paseo de Gracia se perfila como su eje
principal y aquí comienzan a asentarse las residencias de las familias más
ilustres de la ciudad. De este modo, en el siglo XIX la calle se convirtió en
un paseo para peatones y coches de caballos, y a partir del siglo XX en una
avenida principal para los automóviles.
Originalmente, el edificio fue construido en 1877 por Emilio
Sala Cortés (uno de los profesores de arquitectura de Gaudí), cuando en
Barcelona todavía no había luz eléctrica. En 1903 lo adquirió D. Josep Batlló y
Casanovas, un industrial textil propietario de varias fábricas en Barcelona y
destacado hombre de negocios.
D. Josep Batlló concedió total libertad creativa a Antoni
Gaudí, encargándole unas obras que en principio consistían en derribar el
edificio. Sin embargo, gracias la audacia de Gaudí, se descartó el derrumbe de
la Casa, llevando a cabo una reforma integral entre 1904 y 1906. El arquitecto
cambió completamente la fachada, redistribuyendo la tabiquería interior,
ampliando el patio de luces y haciendo de su interior una auténtica obra de
arte. Además de su valor artístico, la obra reviste una enorme funcionalidad,
más propia de nuestro tiempo que del pasado. Incluso hay quien ve en ella
elementos precursores de las vanguardias arquitectónicas de finales del s. XX.
La Manzana de la Discordia
Junto a Casa Batlló y en la misma época, destacados
arquitectos reformaron otras casas que en su día compitieron por los premios
urbanísticos convocados por el Ayuntamiento de Barcelona, de ahí que este tramo
se conociera como la Manzana de la Discordia. Estas casas también son
modernistas y junto a Casa Batlló actualmente forman un conjunto único formado
por:
– Casa Amatller (del arquitecto Josep Puig i Cadafalch).
– Casa Lleó Morera (de Lluís Domènech i Montaner).
– Casa Mulleras (Enric Sagnier).
– Casa Josefina Bonet (Marcel-li Coquillat)
La Casa Batlló dejó de pertenecer a la familia Batlló en la
década de los 50. Tras acoger diferentes empresas y particulares, desde la
década de los 90 el edificio está en manos de los actuales propietarios, la
familia Bernat, quien ha restaurado íntegramente la casa.
En 1995 la familia abre la casa a la sociedad y presenta esta
joya arquitectónica al mundo, ofreciendo el espacio para eventos. A partir de
2002, coincidiendo con el Año Internacional Gaudí, Casa Batlló acoge también
visitas culturales. Ambas actividades se desarrollan en la actualidad innovando
constantemente en su oferta y contenidos.
Familia Battllo |
Actualmente, Casa Batlló es Patrimonio Mundial de la UNESCO
y un icono de Barcelona, una parada imprescindible para conocer la obra de
Gaudí y el modernismo en su máxima expresión. También es uno de los atractivos
culturales y turísticos mejor valorados, acogiendo a 1 millón de visitantes al
año.
El interior de Casa Batlló es un prodigio del diseño. Gaudí
colaboró con los mejores artesanos de la época trabajando hierro forjado,
madera, vidrieras, azulejos de cerámica, ornamentos de piedra…
Recorriendo la casa, los detalles no dejan de sorprender.
Las puertas de los pisos se identifican con letras de rasgos modernistas. Los
vidrios de cada rellano distorsionan los azulejos del patio de luces
transformándolos en bellas ondas de agua. Los pomos y pasamanos tienen formas
ergonómicas… Es una obra de arte total, donde el artista lo interviene todo:
diseño, color, forma, espacio y luz.
Toda esta exuberancia te desborda, pero lo más sorprendente
es que siempre está supeditada a la funcionalidad. Belleza y función se unen en
cada zona del edificio, desde el vestíbulo a la azotea.
Jardín interior
Desde el comedor privado de la familia Batlló situado en la
parte interior de Planta Noble, se accede a un exclusivo patio trasero, un
pequeño oasis en medio de la ciudad pensado para disfrutarlo por la tarde.
Este
espacio destaca por su pavimento y por las jardineras recubiertas de cerámica y
vidrio como gran elemento decorativo.
Azotea
En la azotea, destaca lo que popularmente se conoce como el
lomo del dragón, que caracteriza la fachada y que Gaudí representa con tejas de
diversos colores.
Sin embargo, los auténticos protagonistas de la azotea son
los cuatro conjuntos de chimeneas de formas sinuosas y policromadas, diseñadas
para impedir que el aire resople de vuelta hacia adentro.
Nuevamente, belleza y funcionalidad se unen en la Casa más
bella y representativa del modernismo catalán.
©Silvia Vázquez
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