viernes, 20 de octubre de 2023

Cuento: La verdad

 

La verdad.

 


Elena nunca supo la verdad. En realidad, nunca quiso saberla porque era demasiado cruel.

Luis había sucumbido a la enfermedad, meses antes que ella decidiera irse de esa casa que le había quedado tan grande como su corazón herido.

Ella quería deshacerse de tantos recuerdos hermosos y también dolorosos que había en su memoria.

Él estaba en cada rincón de las habitaciones, en un adorno, en una historia…

Esa enfermedad maldita que casi había quedado en el olvido pero volvió s surgir.

Ella siguió adelante sola pero no logró entender el porqué de tanto dolor.

Ella vivió con recuerdos hasta que decidió vender todo e irse a otro lugar donde guardaría alguna de las hermosas cartas y posiblemente unos pocos objetos que formaron parte de sus vidas.

El seguiría estando a su lado pero de otra manera. Ella lo extrañará por siempre pero sabe que debe continuar porque él se lo había pedido antes del viaje final.

Hasta el momento de la verdad, lo había acompañado y seguiría recordándolo solo por su promesa.

Jamás hubiera imaginado lo que supo instantes antes de su último aliento, cuando sonó el timbre y el cartero le entregó el sobre en sus manos.

Lo abrió temblorosa y leyó la carta del abogado. Su marido había dejado específicamente aclarado que la única heredera era ella, su amor de toda la vida, que nadie podría impedir que se quedara con toda la fortuna y podía disponer de ella como quisiera.

Corrió al dormitorio, él aún estaba despierto. Lo abrazó suavemente y le dijo:

“No hacía falta todo esto, sabés que te amo y haría lo que fuera por evitar el sufrimiento que estás pasando”.

“Tranquila, yo conozco a mi familia, quise que vos fueras la única persona que recibiera además de mi amor incondicional, todo lo que te corresponde, por haberme cuidado hasta el ultimo segundo. Te amo.”

Esbozó una pequeña sonrisa y cerró los ojos.

Ahora, sentada en su nueva casa, mirando al jardín, con una taza de café entre sus manos, se acomoda la manta sobre las piernas. El frío llegó y las hojas de los árboles comienzan a caer, lentas, amarillas.

Como aquel invierno en que ella supo la verdad. Amante era la palabra exacta que la definía. Amante.


©Silvia Vázquez

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