EL ANILLO DE CORAL
3ª Parte:
Terminó la primavera y las noches se tornaron frías y ventosas . Por primera vez Caterina lo invitó a entrar a su cuarto y comenzaron a vivir un apasionado romance. Todos en el castillo notaron el cambio de carácter y de humor de Caterina, sus canciones antes nostálgicas y trágicas fueron sustituidas por otras alegres y románticas.
Aunque nunca conversaban sobre este tema, no pasó desapercibido para Ana del romance apasionado que estaba viviendo Caterina, nunca le hacía preguntas y se guardaba muy bien de darle consejos, puesto que temía que si el padre se enteraba tomaras represalias contra ella. Lucía al enterarse de que su amor imposible era el amor de Caterina, moría de celos y dejó de frecuentarla.
Los días para Caterina se tornaron largos y tediosos, la música era su única compañía. Se sentaba en la terraza a mirar el mar y los barcos que por él navegaban; cerca de la orilla los veleros mas suntuosos y los humildes pescadores, a lo lejos los que iban desde el continente africano hasta el americano. Lo que ella ignoraba era que esos barcos transportaban muchos nativos subyugados por su padre, que era el mercader de esclavos mas poderoso de Portugal. Esperaba ansiosa la llegada de la noche que traía a sus brazos a Joaquín y nada de lo que ocurriera en su entorno le importaba.
El Marqués consideraba que su hija estaba extendiendo demasiado el tiempo para dar respuesta sobre a quien había elegido para su boda, y al apremiarla, Caterina osó decirle que si la obligaba ella se recluiría en un convento.
Su madre pidió al Marqués que le concediera un poco más de tiempo, porque si su hija tomara los hábitos ,ella moriría de tristeza. Ya sospechaba que algo ocultaba su hija, pero lejos de su imaginación estaba lo que en realidad ocurría.
En el castillo reinaba una extraña calma, forzada por las circunstancias.
Ante la falta de respuesta de su hija, una noche sin anunciarse irrumpió en sus aposentos y la encontró en la cama con Joaquín. Su humillación e indignación fue tal, sobre todo por tratarse del hijo del jardinero, que encerró a su hija en la habitación y le dio la llave a Ana parta que la atendiera en todas sus necesidades, pero sin dejar entrar a nadie, ni siquiera a su madre y a su hermano.
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Para comprobar si el castigo impuesto había hecho cambiar a su hija de parecer y dispuesto a hacer "la vista gorda" por lo acontecido, volvió al cuarto de ella y los encontró nuevamente juntos.
Esta vez fue drástico, mandó poner trancas en las puertas y en las ventanas y las hizo clavar. Sólo había dejado libre un ventanuco por donde Ana podía alcanzarle la comida dos veces al día.
A penas un mes después de este magistral castigo, llegó un barco a Coímbra con destino África. Al Marqués no le tembló el pulso e hizo apresar a Joaquín deportándolo como a un delincuente y mandarlo a trabajar en las minas de carbón que el poseía en Mozambique, sin derecho a réplica. Joaquín tuvo que resignarse a su negra suerte. Con la magra paga que recibía por su trabajo, después de un largo tiempo, compró un anillo de plata con un coral engarzado, que representaba un ramillete de minúsculas rositas.
Por medio de un amigo que Joaquín hizo trabajando en las minas y que viajaba a Portugal esporádicamente por negocios, le envió el anillo a su amada y le contó sobre Ana y su lealtad con esta niña tan mimada y su triste historia. El hombre, fiel a su promesa se contactó con Ana quien corroboró y amplió lo que su amigo Joaquín le había contado.
Dígale a Joaquín, -le pidió Ana - que ya no tenga deseos de volver, porque Caterina no ha vuelto a ver el sol y ha enloquecido a causa del encierro feroz a que su padre la condenó. Su madre murió de tristeza y su hermano murió por falta de medicamentos que su padre se negaba a proporcionarle, porque nunca había aceptado la enfermedad de su hijo.
Yo me encargaré del destino del anillo, confíe en mi. - Caterina es mi hija "del corazón".
Su niña mimada se puso el anillo y lo apretó contra su pecho, le pidió a Ana que cuando ella ya no estuviera el anillo fuera únicamente para Lucía y para sus hijas en el futuro. Así estuvo el poco tiempo que vivió.
Lucía tenía al fin, algo que había pertenecido al hombre que mas amó en su vida, y se hizo cargo con amor del deseo de Caterina.
Lucía sufrió una larga enfermedad, murió y dejó a su hija el anillo de coral quien enfermó de tuberculosis dejándole el anillo a su hijita María, que al sufrir un amor desgraciado se quitó la vida, dejando tres hijas pequeñas, la mayor de ellas fue la heredera del anillo y a poco de casarse, su esposo murió ahogado en el mar mientras pescaba en una noche tenebrosa, ella embarazada enloqueció y su hijita nació en el hospicio; cuando esa niña, después de varios años contrajo matrimonio y fue la dueña del anillo, como ella no tuvo hijos, tras una pelea con su novio se arrojó por una de las ventanas del castillo que había sido la habitación de Caterina, donde hasta el año 1950 ellos vivieron. La última persona dueña del anillo no tuvo hijos, me lo regaló con la mejor intención y con cariño, era lo mas valioso que tenía ya que contenía toda su historia familiar. Lo acepté agradecida, sin pensar en el mal agüero que acompañaba a este anillo. Al poco tiempo mi suerte en el amor cambió radicalmente. Me deshice del anillo dándoselo a un anticuario, pero me arrepiento de no haberlo tirado al mar, para que no siga causando estragos en su camino. Parece un cuento pero no lo es.
Leonor Pires.
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