(Jules Verne;
Nantes, 1828 - Amiens, 24 de marzo 1905)
Escritor francés considerado el fundador de la moderna literatura de ciencia
ficción. Predijo con gran precisión en sus relatos fantásticos la aparición de
algunos inventos generados por los avances tecnológicos del siglo XX, como la
televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales.
La vida de
Julio Verne es aparentemente una sucesión de decisiones sensatas: estudió
derecho siguiendo la tradición familiar, contrajo matrimonio con una viuda
rica, logró una posición acomodada y sólo cuando su arrollador éxito se lo
permitió se dedicó en exclusiva a la literatura.
Esta
acomodación burguesa, sin embargo, no fue fruto espontáneo de un carácter
dócil. A los once años, enamorado de una prima suya, se embarcó en un barco que
partía a las Indias con la romántica idea de traerle un collar de coral. La
aventura fue abortada en el último segundo por su padre, que le propinó una
paliza; ello y el posterior desdén de la prima alimentó al parecer la misoginia
de Verne y una secreta rebeldía que, incapaz de manifestarse en la sociedad
bienpensante, hallaría un cauce de expresión en la desbordada fantasía de su
literatura.
Pero si bien
puede considerarse a Verne un náufrago en la monotonía de una sociedad
prevenida frente a los productos de la imaginación y desconfiada hacia el
genio, no menos cierto es que, quizás para burlar tales suspicacias, su
aislamiento y sus ensueños literarios fueron siempre razonables. Tras su
primera aventura infantil, descubierta y sofocada, Julio Verne aprendió la
lección y no volvió a rebelarse salvo en sus libros, pero de un modo críptico y
elusivo. Como si temiera decir demasiado y le aterrorizara lo explícitamente
inverosímil, heterodoxo o provocador, el autor se apresuraba a exorcizarlo por
medio de demostraciones destinadas a confinar la rareza en los límites de la
razón humana. Así, lo visionario quedaba arrinconado en beneficio de lo
razonablemente posible considerando el ritmo de los avances técnicos de la
época. Y la fe en el progreso se hermana en sus héroes con el valor, la
inteligencia y la bondad, siempre triunfantes sobre la ignorancia y la
estrechez de miras.
Tal polaridad
definió la etapa de su vida previa a su consagración literaria, en la que
alternó la literatura con el obligado cumplimiento de sus deberes. A los ocho
años ingresó con su hermano Paul en el seminario Saint-Donatien. Más tarde
estudió filosofía y retórica en el liceo de Nantes y viajó a París para seguir
la carrera de leyes, cumpliendo con ello los deseos de su padre, el abogado
Pierre Verne. En 1848 comenzó a escribir algunos sonetos y textos de teatro, y
dos años más tarde aprobó su tesis doctoral de derecho y optó por la carrera de
letras.
Sus inicios
literarios fueron difíciles; sus piezas de teatro no tuvieron una divulgación
importante, y recurrió a la docencia para sobrevivir. Desde 1852 hasta 1854
trabajó como secretario de E. Seveste en el Théâtre Lyrique, y publicó algunos
relatos en Le musée des familles, como Martín Paz (1852). En 1857 se convirtió
en agente de bolsa y empezó a viajar; visitó Inglaterra, Escocia, Noruega y
Escandinavia, y continuó sus escritos. En 1859 contrajo un matrimonio que no
cabe juzgar sino como de conveniencia; Verne mantuvo su misoginia más allá del
mismo, igual que la relación con su padre (opuesto a su veleidades literarias)
fue y seguiría siendo siempre conflictiva: alcanzada la independencia
económica, jamás volvió a poner los pies en el hogar paterno.
El éxito
Posteriormente
conoció al editor Hetzel, quien se interesó por sus textos y le publicó Cinco
semanas en globo (1863), obra que lo lanzó al éxito y lo estimuló a proseguir
con la temática de la novela de aventuras y fantasía. El mismo editor le
encargó una colaboración regular para la revista Magazine d'éducation et de
récréation, y en poco tiempo alcanzó una gran celebridad. Aprovechando sus
conocimientos geográficos, adquiridos a través de numerosos viajes por Europa,
África y América del Norte, y su entusiasmo por la revolución tecnológica e
industrial, Verne se convirtió en un especialista de los relatos de viajes y
aventuras de corte científico. Su dominio de la tensión dramática le permitió
combinar extravagantes situaciones y momentos poéticos en una prosa ligera y
amena.
Inmediatamente
se enfrascó en la redacción de Viaje al centro de la Tierra (1864), para lo
cual se aplicó a la geología, la mineralogía y la paleontología. Las detalladas
descripciones de animales antediluvianos maravillaron a los expertos, poniendo
de manifiesto su extraordinaria intuición científica. Su tercer gran libro fue
De la Tierra a la Luna (1865), cuya publicación despertó tal entusiasmo por los
viajes espaciales que su despacho se inundó de cartas solicitando reservas para
el próximo viaje lunar. La novela se ocupaba tan sólo de los preparativos del
viaje, y su extraordinaria acogida indujo al autor a completar la historia con
su segunda parte, Alrededor de la Luna (1870), que relata el viaje propiamente
dicho.
A estas obras
iniciales siguieron pronto muchos libros memorables. Las aventuras del capitán
Hatteras (1866) narra la desventurada expedición de este tenaz y singular
personaje al Polo Norte, en cuyo transcurso encuentra al capitán Altmont,
superviviente de una expedición americana con el mismo objetivo. Los hijos del capitán
Grant (1868) emprenden un dilatado viaje que los lleva hasta Australia en busca
de su padre, cuyo paradero sólo conocen parcialmente por un mensaje suyo
hallado en una botella.
Veinte mil
leguas de viaje submarino (1870) es, entre su extensísima producción, uno de
los libros que conserva más íntegro su encanto. La peripecia se inicia cuando
una fragata americana parte en busca de un monstruo marino de extraordinarias
proporciones al que se atribuyen múltiples naufragios. El monstruo aparece, se
precipita sobre el barco expedicionario y lo echa a pique, llevándose en su
espinazo al naturalista Aronnax, a su fiel criado Conseil y al arponero Ned
Land. El monstruo resulta ser un enorme submarino, el Nautilus, en el cual los
tres hombres pasarán cerca de diez meses hospedados por el enigmático capitán
Nemo, artífice del invento. Visitarán los tesoros sumergidos de la Atlántida,
lucharán contra caníbales y pulpos gigantes y asistirán a un entierro en un
maravilloso cementerio de coral.
Nemo, hostil e
iracundo, no tardará en revelarse como un proscrito, un sublevado solitario
cuyo manto de misterio esconde una identidad principesca y una pesadumbre
tenebrosa. Se ha señalado que Nemo es un trasunto del propio Verne. Ambos viven
encerrados, solos e incomprendidos, el primero en su coraza de acero, el
segundo en la burbuja de su gabinete, ambos refugiados tras el disimulo y el
secreto. Del mismo modo que Verne dejó estupefactos a propios y extraños
presentándose a unas elecciones municipales en Amiens por una lista de extrema
izquierda, el capitán Nemo, que lucha por la liberación de los pueblos
oprimidos, detesta a la convencional y adocenada colectividad que lo persigue y
enarbola dos veces el estandarte negro del nihilismo.
La isla
misteriosa (1874), otra de sus más destacadas novelas, representa el cierre de
la trilogía que forma junto con Los hijos del capitán Grant y Veinte mil leguas
de viaje submarino al retomar y relatar el destino de dos de sus personajes:
Ayrton y el capitán Nemo. Deudora del Robinson Crusoe de Daniel Defoe, tiene
como protagonista al ingeniero Cyrus Smith, cuyos saberes técnicos y prácticos
permiten la supervivencia del grupo de personajes que llega accidentalmente a
la isla.
Más allá de la
ciencia ficción
Con el mismo
interés fueron recibidas novelas de aventuras con una menor carga de ciencia y
de fantasía, como La vuelta al mundo en ochenta días (1873). El protagonista de
la historia es Phileas Fogg, un imperturbable aristócrata británico que apuesta
con sus compañeros de club que es capaz de dar la vuelta al mundo en ochenta
días; el monto de la apuesta asciende a veinte mil libras, la mitad de su
fortuna. En compañía de su criado Passepartout, recién incorporado al trabajo,
el fabuloso viaje le depara toda clase de aventuras a lo largo del mundo y
multitud de obstáculos a los que enfrentarse. Entre ellos se incluye el Sr.
Fix, un celoso inspector de policía que quiere encarcelarlo por creerle
culpable de un monumental robo a un banco.
Lo heroico y lo
cómico se alternan en el libro: son cómicas las aventuras con el policía que le
sigue y la figura de su criado Passepartout; heroicas las aventuras y las
hazañas para superar los dificultades que se interponen en su propósito final.
Paradójicamente, esta carrera prodigiosa alrededor de la tierra, victoriosa
conquista del espacio y del tiempo, es efectuada por el caballero inglés más
flemático y acompasado que pueda imaginarse. Publicada por entregas, el éxito
de la novela fue tal que se llegaron a cruzar apuestas sobre si Phileas Fogg,
"el hombre menos apresurado del mundo", lograría llegar a la meta en
tan breve tiempo.
También se
alejan de la anticipación científica otras obras de gran éxito como Miguel
Strogoff (1876) o Un capitán de quince años (1878). El título de Miguel
Strogoff es el nombre de su protagonista, un capitán de los correos del Zar:
Strogoff recibe el encargo de llevar un importante mensaje a la lejana ciudad
de Irkutsk, cuya guarnición está amenazada por una revuelta de hordas tártaras
soliviantadas por un tal Iván Ogareff, ex oficial del Zar, que quiere de ese
modo vengarse de la degradación que ha sufrido. Domina toda la aventura la
figura del correo imperial, personificación del valor más temerario y de la
devoción más absoluta. La historia es narrada con gran habilidad y un singular
efectismo que, hasta la feliz conclusión, conserva todo el interés, avivado por
la sugestión del ambiente casi bárbaro.
Un capitán de
quince años (1878) arranca en un puerto de Nueva Zelanda: la señora Weldon se
embarca con su hijo Jack en un velero que habrá de llevarla a San Francisco,
donde le espera su marido, armador. Durante la travesía, el capitán y toda la
tripulación perece en el intento de dar caza a una ballena, y el joven Dick
Sand, de quince años de edad, se hace cargo del barco con la ayuda de unos
negros a los que habían salvado de un naufragio. Pese a las infernales
maquinaciones del cocinero de a bordo, Negoro, que hace anclar adrede el velero
en un país salvaje con la intención de vender como esclavos a la tripulación y
a los pasajeros, el capitán de quince años consigue conducir a su patria a la
señora Weldon y a su hijo.
Autor sumamente
prolífico desde que se instaló profesionalmente en la escritura, es inevitable
dejar de reseñar destacados libros suyos, como Las tribulaciones de un chino en
China (1879), El faro del fin del mundo (1881), Dos años de vacaciones (1888) y
Los viajes del capitán Cook (1896), entre muchos otros; su producción
novelística supera el medio centenar de títulos. Julio Verne se radicó en
Amiens en 1872, y a partir de 1886 se comprometió con las actividades
municipales de dicha ciudad. Junto con una serie de entusiásticas aprobaciones,
la extraordinaria fama le procuró detractores encarnizados; en 1886 un joven
irresponsable disparó contra él frente a la puerta de su casa un pistoletazo
que le dejó cojo. Tres años después fue nombrado representante del consejo municipal,
y en 1892 fue condecorado con la Legión de Honor.
Muchos textos
de Verne, popularizados ya con rapidez en vida del autor, quedarían entre los
grandes clásicos de la literatura infantil y juvenil del siglo XX. De su obra
póstuma destacan El eterno Adán (1910) o La extraordinaria aventura de la
misión Barsac (1920), en las que un crítico tan poco convencional como Michel
Butor ha querido ver un Verne más profundo y escéptico de lo habitual, que
tendía a desconfiar de las consecuencias que podía acarrear para los seres
humanos el progreso incesante de la tecnología y de la ciencia.
Cómo citar
este artículo:
Ruiza, M.,
Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografia de Julio Verne. En Biografías y
Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España). Recuperado de
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/verne.htm
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