viernes, 12 de agosto de 2022

Escritora invitada: Susana Grimberg

 La psicopatía de los políticos.

“La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces”.
Winston Churchill, primer ministro de Reino Unido entre 1940 y 1945.

Hace algunos años, un amigo me pidió que trabaje la cuestión de la psicopatía en la política. Tema que hoy insiste porque persisten los mismos síntomas, avalados por una mayoría silenciosa, dispuesta a todo, incluso a matar para reivindicar al líder.
Los políticos, por la pasión que sienten por el poder, suelen ser psicópatas, pasión que los conduce a usar a las personas no sólo en beneficio propio sino para tener más poder.
Por supuesto que no todos los políticos son psicópatas, aunque sí en una gran mayoría. No es una enfermedad, pero contagia y no hay vacuna que detenga su expansión.
Similares a los psicópatas cotidianos, son personalidades muy fuertes, que nunca dudan de sí mismos, saben adaptarse al medio y se mueven con total libertad. Es más, muchos suelen llegar a la cúspide del poder y del reconocimiento social.




El psicópata no es un enfermo mental, sino alguien que tiene una manera de ser en el mundo caracterizado por un afán insaciable de poder, de protagonismo o incluso de matar para lograr sus fines. Tienen códigos propios y están dotados para dirimir cualquier tormenta, generalmente provocada por ellos.
En realidad, la característica básica del psicópata es que es un mentiroso que no miente como cualquiera y que miente no sólo con la palabra sino con todo el cuerpo. Lo hace porque es un gran actor que finge ser sensible sobre todo a la pobreza, al lamentable estado en el que están los pobres sin que nadie pudo hacer nada efectivo sacarlos de la pobreza. Al psicópata muchos le creen porque es muy convincente pero no deja de ser un hipócrita.

La palabra Hipocresía proviene del latín “hypocrisis” y también del griego “hipokrisis” y su significado alude a “actuar o fingir”. En griego es una palabra compuesta por “hypo y crytes” que significa máscara y respuesta respectivamente.

En Grecia, los hipócritas eran actores teatrales que por lo general al momento de comenzar su espectáculo utilizaban una máscara para adentrarse más en el papel y volver el momento más fantasioso y así entretener al público. Tiempo después, el término también fue empleado a las personas que vivían fingiendo ser alguien más, muy parecido al proceder del psicópata. .

Un individuo hipócrita es aquel tipo de persona que no desea que se conozcan sus verdaderos sentimientos o pensamientos y, para poder lograrlo, esconde sus verdaderas intenciones. Es cierto que también está la persona que actúa con hipocresía en cierto tipo de situaciones que se le presentan, bien sea por miedo, pena o vergüenza. Por otro lado, está el que, para destacarse, miente, muy similar al psicópata
Mucha gente sabe que miente, pero persisten porque al ser el psicópata un líder que va al lugar del Ideal y si va a ese lugar, está en cada uno de los sometidos el deseo de ocupar el lugar del ideal que ocupa el psicópata.
Además, si observamos o leemos sobre lo que les sucede a muchos de los subyugados, podemos darnos cuenta de que aceptan ser un mero instrumento porque suponen que, de tener poder, procederían de igual manera.
Características del psicópata

El psicópata carece empatía, que es la capacidad de cualquier persona normal de ponerse en el lugar del otro. Para un sujeto con esta característica y para un líder político más aún, todo tiene que estar a su servicio: personas, y dinero: la llamada caja, para comprar voluntades. Es decir: utilizar el dinero como elemento de presión.

Por otra parte, el psicópata sólo piensa en qué le va a redituar más: dar un plan, un cargo o subsidio. Lo que pone en juego es el de “yo te doy, pero vos me lo tenés que devolver, yendo adonde yo te pida”.

Esencialmente, el psicópata le quita a la gente la capacidad de elegir. Y el libre albedrío es lo mejor que se le dio al hombre. El escritor Isaac Bashevis Siinger fue muy claro cuando le dijo a un entrevistador que el libre albedrío es el “mejor regalo” de la vida, un regalo que por sí mismo hace que valga la pena vivir.

Otras banderas utilizadas por los políticos con manejos psicopáticos, fueron las de la creación del hombre nuevo, que prendió y prende aún entre los más jóvenes, la lucha por el proyecto nacional, la raza superior, o la patria.
Además, el psicópata siempre va a necesitar de la creación de un enemigo, para unir firmemente a los seguidores.

Por otra parte, el político con mecanismos psicopáticos necesita de las crisis. ¿Por qué? Para ser reconocido como el salvador. En la paz, no tiene lugar. No la soporta. Por eso las sociedades lideradas por políticos de estas características viven de crisis en crisis.

Si bien Hitler fue diagnosticado, post mortem, de psicópata, es importante pensar qué le pasó al pueblo alemán que, en su mayoría, lo siguió. Por otra parte, un sistema, como el que funcionó en la Alemania nazi, no hubiera sido posible sin la colaboración de la población, no sólo alemana, sino europea y, por lo que he leído, de otros países como la Argentina también.

El escritor Vicente Garrido, Profesor titular de la Universidad de Valencia, una de las máximas autoridades en España en la investigación y tratamiento de las personalidades psicopáticas, publicó, entre otros libros, “Cara a cara con el psicópata”. El subtítulo de su libro, referido a la psicopatía de los políticos, fue "Un camaleón en la sociedad actual", en el que aludió a la capacidad que tiene ese animal de camuflarse, de aparentar ser lo que no es, adaptándose a los caracteres del entorno en el que se mueve para aparentar "ser igual que los demás" y, por otra parte, el subtítulo se refiere también a que el camaleón es un reptil, y como tal le caracteriza su sangre fría y su carencia de emociones.
Según Garrido, ser psicópata no significa ser un asesino, un violador, un maltratador o un delincuente. Esos son una minoría. La mayoría están camuflados en la vida cotidiana. Puede ser cualquier persona, un padre, un hijo, un empresario, un empleado, un cura, un mafioso o un político.

En este último campo, el de la política, hay muchos, ya que lo que caracteriza al psicópata es el poder y la codicia.

Definitivamente, el psicópata puede aparecer como "una persona normal" con una serie de rasgos como la capacidad de camuflarse, manipular, engañar, desacreditar. Preparados para desoír las necesidades de los demás, son capaces de dañar y maltratar sin reparar en nada.

Mentir, engañar y manipular son talentos naturales del psicópata. Cuando se descubre el engaño no sienten reparo alguno, simplemente cambian su historia o retuercen los hechos para que encajen de nuevo.

Junto a una apariencia fría y distante hacen exhibiciones de falsa emotividad. Pueden hablar como si estuvieran teniendo una emoción, pero, en realidad, no la están experimentando.

Quiero concluir con este pensamiento del actor ruso Boris Marshalov:
da. Nadie le escucha Y, después, todo el mundo está en desacuerdo”.
Con esta frase del filósofo y Premio Nobel de Literatura (1950). Bertrand Russell:
“Qué agradable sería un mundo en el que no se permitiera a nadie operar en bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía griega, y en el que los políticos estuviesen obligados a tener un sólido conocimiento de la historia y de la novela moderna”.

Y, nuevamente, con este pensamiento de Georg C. Lichtenberg, científico y escritor alemán:

“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.

Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.
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