jueves, 21 de noviembre de 2019

Microficción: La tía


Fui a visitar a la tía a Mykonos.
Ella estaba ahí. Los surcos de su rostro mostraban la caída de aquella mujer impertinente y poderosa. 

A pesar del bastón, caminaba erguida. 

Bajó las escaleras de mármol blanco con la energía de una jovencita, pero cuando se sacó el sombrero, las canas asomaron cayéndose al suelo. 

Las pisoteó, las maldijo y pegó dos golpes a la mesa de mármol de carrara del jardín.

Detrás suyo el mayordomo levantaba la bandeja repleta de vasos de cristal, y la sirvienta barría el cabello cano. 

Un valet, apareció corriendo y le coloco la peluca rubia que usaba para las ocasiones especiales. 

Antes muerta que sencilla.

©Silvia Vázquez
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