viernes, 22 de noviembre de 2019

La vida normal después de una cardiopatía es posible



La cardiopatía congénita es una malformación en el corazón originada antes del nacimiento. 

Esas malformaciones pueden ser de baja, mediana o alta complejidad. 

Las de baja se suelen operar más adelante, ya que el paciente no está tan comprometido, mientras que las de mediana y alta deben operarse lo antes posible. 

En palabras duras, la cardiopatía mata, entonces hay que operar antes de que llegue ese momento.

El porcentaje de la cantidad de cardiopatías es de 1% a nivel mundial. Quizás puede sonar muy bajo, pero pasándolo a números es mayor, por ejemplo, si en Capital Federal nacen aproximadamente 100 personas por día, hay un niño por día que nace con una cardiopatía.



En una entrevista con el Dr. Andrés Schlichter (MN 35.285), cirujano cardiovascular pediátrico en la Clínica Bazterrica y ex jefe de cirugía cardiovascular en el hospital Gutierrez, declaró: “Las cardiopatías de alta complejidad cada vez son más, porque ahora sobreviven”. Esto se debe a un crecimiento en la tecnología médica, ya que con una ecografía fetal hecha a la madre mientras está embarazada, puede detectarse con más tiempo si el bebé va a nacer con una cardiopatía. Esto antes no se detectaba hasta el momento del nacimiento y hacía que no se pueda contabilizar correctamente la cantidad de malformaciones que había ni tampoco tener un diagnóstico correcto en caso de una muerte prematura. Hoy en día hay un 40% de pacientes de alta complejidad, 40% de mediana complejidad y 20% de baja complejidad.

Además, teniendo el dato de que el niño va a nacer con una cardiopatía, se lo puede preparar mejor. Si bien la tecnología soluciona muchas cosas, todavía sigue siendo diferente nacer en Capital Federal que, en un pueblo de Catamarca, por ejemplo. Si se detecta con la ecografía, debe nacer en un lugar donde haya cardiología y cirugía cardíaca pediátrica.


                               
                                         Un corazón con Comunicación Intra Ventricular, 
                                  un ejemplo de una cardiopatía. (Fuente: familiaysalud.es)




Además del 1% de los nacidos que tiene una cardiopatía, el Dr. Schlichter también afirma que el 3% nace con una malformación de cualquier otro órgano, mientras que la mortalidad en las operaciones cardíacas, es solamente del 5%. Del 95% restante, el corazón que tienen está reparado, no es un corazón nuevo. Mucha gente podría pensar que un trasplante sería una mejor opción, pero no, porque tampoco es un órgano nuevo, sino que está usado ya por otra persona y, además, podría haber un rechazo por la persona que lo recibe, en cambio en el de uno mismo reparado, nunca podría haber un rechazo porque es el corazón propio.

La cardiopatía congénita es una afección que todavía no tiene una causa concreta, es determinada por la genética de los padres, pero eso no quiere decir que sea hereditaria. Aunque si los dos padres tuvieron alguna malformación, el porcentaje del hijo crece. Tampoco tiene relación entre hermanos. De los 21.000 operados por el Dr. Schlichter, junto con Eduardo y Rodolfo Kreutzer y su equipo, solamente hay 15 parejas de hermanos con cardiopatías.

En cuanto a las mujeres, no es conveniente que una operada del corazón quede embarazada. El riesgo de vida de la madre y del feto son muy altos. Si bien no es muy alta la mortalidad de la mujer con cardiopatía en casos de embarazos, no es recomendable, ya que la mujer al estar embarazada, necesita más trabajo del corazón, algo que el suyo no puede darle.

Dr. Andrés Schlichter
Cirujano cardiovascular infantil
Cuando se le consulta al Dr. Schlichter sobre la vida normal luego de la operación, declara: “Cuando hablamos de normal y no normal, la diferencia está en la competencia, en el hecho de que puedan hacer una vida deportiva competitiva o que puedan hacer grandes esfuerzos, porque del resto, son chicos totalmente capaces de hacer una vida común, tanto los de baja, mediana y alta complejidad”.

Entonces, ¿qué es la vida normal de una persona común? Esa es la pregunta que hay que hacerse para entender a qué se apunta con que el operado de una cardiopatía puede llevar una vida normal. Mayormente las personas en su vida trabajan o estudian y tienen un tiempo para el ocio. Muchos suelen hacer deporte en su tiempo de ocio, pero lo normal es que sea de forma recreativa. La competencia, más que nada deportiva, necesita una mayor exigencia física, por lo tanto, mayor exigencia del corazón para bombear la sangre.

Siempre que se habla de una vida común en un paciente con una malformación de nacimiento, hay que compararla con la mayoría de la población. No todo el mundo cruza los Andes en bicicleta, no todos son el delantero de la selección argentina, no todos son la estrella mundial del deporte que realizan. Puede haber uno, cinco, diez, cincuenta o cien que lo logren, pero a comparación de la cantidad de gente en el mundo, ese número no llega ni al 1%.

Entonces, si la gran mayoría de las personas, que no tienen ninguna complicación cardíaca, no lo pueden hacer, ya sea porque no tienen la capacidad o no están preparados físicamente, ¿por qué empeñarse en hacer algo que, al estar operados, no deben hacer? El humano siempre tiende a querer hacer o lograr lo que no puede o le dijeron que no podía o debía hacer, es una especie de instinto de autosuperación personal, que, en este caso, puede llevar a la muerte al operado.

Un caso como este es el de Manuel López Pujato, rosarino de 27 años. Fue operado de trasposición de grandes vasos y se le dijo que no podía realizar ejercicio competitivo, dejó de controlarse con un cardiólogo a los 18 o 19 años, y teniendo un padre y un tío médicos, falleció haciendo crossfit.

En una encuesta realizada a 134 personas operadas o familiares de operados de cardiopatías, se detectó que 103 realizan vida normal, lo que comprende un 76,87%, mientras que 11 tienen alguna limitación, pero dentro de todo es una vida relativamente común. Las 20 personas restantes no pueden realizar una vida normal, ya sea por medicación, por agitarse muy rápido o por cualquier otra causa.

Si bien es una operación de muy alto riesgo, la vida normal o común es posible, pero siempre comparándola con la de una persona ordinaria, no con un superdotado deportivamente.

 Fuente: Dr. Andrés Schlichter




Informe: 
Ignacio Navas
Periodista


@nachojnavas

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2 comentarios:

  1. Muy claros los conceptos, sirven para sacar el miedo que le tenemos a la cirugia cardiaca, hoy por suerte muy avanzada. Gracias a esos medicos que se siguen formando para dar vida a los que corren el riesgo de perderla.

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