El ser
impenetrable
Lo difícil de
arribar al ser impenetrable es justamente la dificultad de acercamiento.
No por estar a su
lado, se está cerca.
Ese ser nos aleja de su rutina, de la vida que lleva a
diario, impidiéndonos entrometer nuestras narices en sus pensamientos y menos
aún en sus vivencias.
Cierra las
puertas a lo social, se esconde detrás de barricadas tan poco “derribables”
como murallas de piedra.
Lo genial no es
saber qué piensa, cómo vive o qué hace, sino acercarse sin chocar con el aura
dura y fría con la que se envuelve.
El ser
impenetrable recién deja de serlo cuando su sombra le inspire la confianza
suficiente como para establecer una relación única, de un solo ser, a partir de
dos. La información de pensamientos y de razones.
Una vez rota esa barrera,
recién ahí, se logrará adentrarse en el alma misma y ésta conducirá sin
preámbulos a esa mente inexplorada.
©Silvia Vázquez
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