viernes, 6 de mayo de 2022

Periodista invitado: Patricio Contrera

 



Días atrás, casualmente mientras entrevistaba a un vecino muy conocido de Lobos, abordamos la remanida cuestión: "¿El arte nace del dolor?" Y, en términos generales, no hay una respuesta única. Hay canciones en las cuales uno percibe versos o acordes que denotan una ineludible melancolía, por un amor que se fue, o ese mismo sentir atravesado por rabia y bronca. Pero lo novedoso, y que yo no había tenido en cuenta, es que el arte puede crearse -en menor medida- a partir de la felicidad. Por ejemplo, cuando nacen tus hijos, cuando los ves crecer, y sentís que podés capturar ese momento haciendo "algo" que podría llamarse artístico. Donde no hay posibilidad alguna de crear, es en la depresión. Porque, básicamente, no tenés ganas de nada, y podés pasarte semanas o meses en tu casa sin salir, todo te da lo mismo. ¿Se puede salir de ese cuadro mental? Sí, en la medida que el paciente preste una colaboración mínima, aunque más no sea para tomar medicamentos recetados (digo esto sin ser psicólogo ni psiquiatra, debo aclarar). 

Podríamos, también, intentar definir qué es "arte", o qué es "cultura", pero no tengo los elementos necesarios para brindar una respuesta correcta y taxativa. Sólo puedo decir que, muchos cuentos que he escrito han surgido de momentos en los cuales no estaba feliz ni mucho menos. La tarea de terminarlos, corregirlos, y darle forma a ese material en crudo, sí requiere de una predisposición positiva. Cuando vos escribís lo primero que se te viene a la cabeza, lo que surja de ahí puede permanecer meses o años bajo la misma condición. Hasta que un día cualquiera revisás eso, y recobraste la motivación suficiente para otorgarle un sesgo literario (o no). Lo mismo pasa con la música o la pintura. Podés pintar cualquier porquería y, sin embargo, lograr que eso sea vendible. Porque el gusto no se discute. La calidad de un determinado trabajo, puede ser.  

La segunda acepción del diccionario de la RAE parece la más correcta: Define al arte, como: "Manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros" Y en cuanto a la cultura, la tercera acepción sostiene: "Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.". Respecto al tema que nos convoca, usaré ambas como referencia. 

Si vos tenés bronca hacia algo y te proponés expresarlo, es frecuente hacerlo en una canción. Son los denominados "cantantes de protesta", al estilo León Gieco, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, y un grupito más. Pero ya no los escucha casi nadie, porque la gente se queja todo el tiempo por lo que cree que es injusto y no le interesa verlo replicado en otro que repite ese tipo de consignas. Ahí es donde gana terreno el "trap", un fenómeno mundial casi, y muchos traperos cantan en contra de la Policía, la pobreza, el imperialismo, la delincuencia, o cosas así. Claro que ese truco funcionará hasta que deje de ser comercialmente rentable y aparezca otro tipo de expresión que puede que no tenga nada que ver con la anterior. En los libros, el planteo que debe hacerse es diferente, exceptuando a los ensayos políticos que ya desde el vamos no son ni es literatura, porque se citan cifras o datos que se suponen reales y por lo tanto no son obras de ficción.

¿Por qué decidí escribir todo esto? Lo que me impulsó a hacerlo casi de un tirón, fue enterarme de la triste noticia de la muerte de Osvaldo Di Santo, en la noche de ayer. No voy a caer en elogios que si bien son harto merecidos, seguramente ustedes habrán leído en otro lugar. Sólo diré que tuvo la virtud de ser profesional, perfeccionista, cuidadoso, y esmerado en cada una de sus obras. Y nunca se comportó de un modo soberbio o pedante, al menos conmigo o con quienes le prodigaron toda clase de premios y homenajes. Di Santo nunca cayó en la tentación de dejarse llevar por la vanidad, y eso lo enaltece aún más: De hecho, tuve la oportunidad de entrevistarlo muchas veces, y llegué a la conclusión de que aquella obra que más lo enorgullecía, es el magnífico mural titulado "Las Banderas", que está en la sala del Concejo Deliberante como un himno a la democracia y a la libertad. En realidad, las banderas son tres, porque cada una representa también los ideales de la Revolución Francesa. 

Muchos años después, ya con Osvaldo sin posibilidades de emprender la tarea de restauración, entre 2020 y 2021, otro grupo de artistas más jóvenes dedicaron un tiempo incalculable a darle su justa dimensión y calidad a un trabajo que el propio Di Santo había encarado en 1985, laburando muchísimas horas en ese mismo recinto cuando los concejales no sesionaban, de un modo minucioso, sin dejar ningún detalle librado al azar. Esa obra es su mayor legado, porque él quiso que así lo fuera, aunque alguien diga que tenga en su haber otras "mejores". Ese magnífico mural, con el significado que él pensó y que verdaderamente encierra, es lo que lo distingue del resto de su producción artística. Un abrazo Osvaldo, y gracias por las notas y las charlas que tuvimos, las cuales no olvidaré. Fuiste vos, quizás (exceptuando mi familia y amigos), quien me dedicaste aquellas palabras que mi memoria conserva hasta hoy: "Sos un buen periodista, valés mucho". Como no pertenecía a tu círculo íntimo, supe demasiado tarde la enfermedad que estabas atravesando, el sufrimiento que cada día se volvía más insoportable hasta que tomaste la decisión de terminar con todo. Hasta siempre, dondequiera que estés. Punto final.


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