viernes, 2 de diciembre de 2022

Narrativa

 Entre sueños

 

Estaba su almohada repleta de escarchados recuerdos. Una recurrente alegría inesperada lo despertó aquella mañana, arremetiendo contra todo lo esperado para un día lunes.

Sobre la funda aún quedaban restos de lágrimas de la noche de insomnio donde solamente aparecía su rostro, sonriente, plácido, generosamente dispuesto a dar lo que jamás había dado.

Despertó con los labios secos de tanto intentar hablar y las manos transpiradas por querer abrazarla. Imposible en el sueño, imposible en la realidad.

Mucho tiempo había pasado hasta que volvieron a encontrarse. Kilos de más, unas insolentes arrugas que se apropiaron de su tez tensa y blanca, pero aún brillaba dentro de la música del alma, la misma que los había unido hacía años.

Un encuentro rápido, charla demandante y apurada y la promesa de volver a verse que no se cumplió. Solo quedaba verla en sueños, esos que lo despertaban con las manos transpiradas. Pero ese lunes, todo fue diferente. El sonido del celular lo despertó y se levantó a atender sin esperanza.

Su voz terminó de despertarlo, la voz que ansió escuchar por meses, la misma que sabía reir cuando se veían, cuando compartían anécdotas y cuando los atardeceres se llenaban de luz para él.

“A las tres, a las tres”, repetía incansablemente mientras preparaba un café cargado.  Eligió su mejor ropa, se puso la mejor sonrisa y comenzó la semana con otro ánimo, exento de soledades y miserias, repleto de esperanzas y lucidas entregas.

A las tres, dos almas se reencontraron para de una vez, ser felices. Para , de una vez entender que no podían estar separados y de una vez, ser uno y dos seres que jamás volverían a alejarse.

©Silvia Vázquez

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