CATARATAS DEL IGUAZÚ
En verano, bajo el agobiante sol de mediodía
caen las aguas en cascadas de colores,
y para acentuar su majeza y gallardía
el sol les brinda sus diversos resplandores.
El " Iguazú" las provee de las aguas
que atropelladas caen por cauces indecisos,
bajando una pendiente pronunciada
sobresaliendo y colgando del abismo.
Llegan enfurecidas a la "Garganta del diablo"
que así la denominaron con justeza,
oyes el estruendo que crece al acercarse,
y se enmudece ante tal belleza.
Con el cielo inclemente las vi en Mayo,
cambiando su caudal, no su realeza.
Corren las aguas de marrones desteñidos,
semejando leones aturdidos
arrojándose a la" Garganta" de cabeza.
Las contemplé desde bifurcados pasadizos,
escuché el gemir de mil demonios
arrojando espuma por la boca,
atormentados y descontrolados
por haber perdido el paraíso.
Con la primera luz de la mañana,
de una manera sorprendente y peligrosa,
los pájaros atraviesan las cascadas
saliendo de sus nidos en las rocas.
Por las tardes cuando el ocaso llega
aturdiendo con sus trinos y gorjeos
retornan a sus nidos presurosos,
pero no todas llegan de su audaz paseo.
Sólo Dios pudo derrochar tanta belleza
y construir con tanto amor éste planeta,
frente a ésta imponencia te sientes tan pequeño
pero hasta el mas lego se atreve a ser poeta.
Leonor Pires
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