¡ Qué vidrios se me clavan en la lengua !
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra,
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Federico García Lorca
La Alhambra de Granada, 1922
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