Me levanté temprano. Apenas sonó la alarma, salté de la
cama. Tomé un mates y salí para no llegar tarde a la parada del colectivo. La
cosa es que no me descuenten el premio por asistencia.
Alcancé el colectivo y subí, apenas me senté, subió una
señora mayor, con una bolsa en la mano y una cosa negra en su cabeza. Era un
gorro de lana, pero parecía una cosa amorfa que no se sabía si era un gorro o
una maceta.Le dí el asiento, no sea cosa que el colectivero me rete por estar
sentado adelante.
Llegué a destino y bajé. Hay una cosa tirada en el piso,
brilla, llama la atención. La levanté y la guardé en un bolsillo del bolso, no
sin antes ver si alguien me vio. Cuando puedo sacarla, veo que la cosa era un
anillo de fantasía que seguramente se le había caído a alguien. Lo llevo a
casa, para dárselo a la patrona y de paso quedo bien.
La cosa es que llegamos el trabajo y no hay luz. Se me ilumina
la cara, porque no voy a tener que aguantar quejas de clientes. El sistema no
funciona, no podemos siquiera abrir la puerta del frente.
Al rato viene el electricista que vive al lado y me cuenta
que es la fase, que él la arregla en un ratito, pero la cosa es esperar ese
ratito con toda la gente protestando afuera.
Casi cuatro horas para solucionar el tema. Se vino la hora
de salir. Vuelvo a tomar el mismo colectivo, sube la señora del sombrero, esta
vez con una gorra paquetísima de lana
que le queda muy bien. El colectivo no tardó mucho, cosa rara.. y llego
a casa a horario. Abro la puerta y ahí, atrás, hay una cosa en una caja enorme.
Estaba envuelta en un papel brillante, con un moño dorado. Dejo el bolso sobre
la mesa, con la cosa que encontré en la calle , el anillo, bah, y abro el
paquete.
La cosa es que estaba ahí, entre papeles y moños. Abrí el
paquete y estaba ahí, un enorme teclado de marca. Ella sabía que la banda
sonaría mejor con eso, y ahorró hasta poder comprarlo. Detrás de la cortina que
divide los ambientes, estaban todos, esperándome para festejar mis 50 años. ¿La
alegría que tenía! Y yo que pensaba que todos se habían olvidado de saludarme…
La cosa es que esa noche, me acosté re tarde, luego de
haber tomado y comido hasta la última cosa que había sobre la mesa.
Me costó levantarme al día siguiente. Menos mal que era
sábado y no tenía que ir a trabajar.
©Silvia Vázquez
..................................
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario