viernes, 21 de junio de 2019

Aquellos boliches de campo- por Pedro Vigne

AQUELLOS BOLICHES DE CAMPO

                            


Los almacenes de campo cumplieron una función social importante en los primeros años del territorio pampeano. Ubicados estratégicamente a la vera de los caminos, también fueron llamados esquinas, boliches o pulperías.


Eran lugar de reunión del paisanaje de los alrededores, donde además de compartir alguna copa, jugaban a los naipes, las bochas o las carreras cuadreras. También hacían las veces de posta de las galeras, el medio de transporte de pasajeros y correspondencia de la época. El viaje era ajetreado, transitando por caminos escabrosos y polvorientos, entonces la posta era del lugar de descanso en el viaje, donde recobrar energías, tomando unas mates o un trago de ginebra, al tiempo que los postillones cambiaban los caballos.


A veces se producían peleas entre parroquianos con algunas copas de más, donde una mala mirada, una expresión desafortunada o viejas cuentas pendientes, obligaba a defender el honor y entonces salían a relucir cuchillos o revólveres, con final trágico en algunos casos.
Los almacenes proveían a los pobladores circundantes (la mayoría dedicado a las tareas rurales) de todo lo necesario para su subsistencia y funcionaban además como acopiadores de los llamados “frutos del país”, lanas, cueros y cereales.


Los llamados “libros copiadores” son una fuente importante de información para saber con que tipo de productos contaban estos negocios, y por ende establecer los usos y costumbres de entonces.
Analizando el libro copiador del almacén “Las Cuatro Aguas” de 1.901 a 1.911 podemos ver la diversidad de mercaderías que vendían y el costo de cada una de ellas. Este almacén se ubicaba en el camino entre Santa Rosa de Toay y Victorica, y funcionó hasta 1.920 aproximadamente. Las otras postas eran Calachahue, Anquilobo, Conhelo Chico, y Los Ojos de Agua. El viaje duraba normalmente día y medio, haciendo noche en una de ellas.


Entre los almacenes comestibles podían comprarse un kilo de azúcar $0,50, un kilo de fideos $0,50, un kilo de galletas $ 0,20, una lata de aceite $ 1,80. Entre las bebidas se vendían: una botella de cerveza $ 0,80, un litro de vino $ 0,60, una botella de fernet $ 4,50, un litro de caña $ 1,40, un frasco de ginebra $ 1,20, una botella de anís $ 2,50, una botella aperital $ 3,50, un litro de ajenjo $ 1,40, un aguardiente $ 1,60, una botella de hesperidina $ 2,80.


Respecto de la vestimenta, calzado, y otros elementos de uso cotidiano ya sea para consumo o para el trabajo, podía adquirirse en dichos almacenes como ser: libritos de papel de fumar $ 0,10, una caja de fósforos $ 0,40, un kilo de tabaco $ 2,00, un kilo de café $ 1,80, una escupidera $ 1,50, una plancha $ 0,75, una barra de jabón $ 0,60, un tintero $ 0,10, un cabo de hacha $ 0,80, un litro de kerosene $ 0,35.
En cuanto a objetos para el recado del caballo, los estribos valían $ 2,50, las riendas $ 3,50, el sobrepuesto $ 8,00, un freno $ 8,00, un cojinillo $ 15, una matra $ 9,00. En cuanto los enseres de cocina, podían comprarse espumaderas, cucharones, bombillas, cucharas, fuentes, platos, pavas, sartenes, jarros, ollas de fierro etc. Respecto de los objetos de diversión y entretenimiento, una guitarra costaba $ 4,50, un acordeón $ 13, y un mazo de naipes $ 0,80.También vendían tirantes, argollas, piolas, tornillos, tachuelas, sarna, candiles, herramientas varias y podían adquirirse otros productos como polvos Cooper para la sarna, remedios, ovejas y capones.


Es decir que eran prácticamente casi tan completos como los supermercados de hoy, donde puede comprarse toda clase de artículos, aunque hay que tener en cuenta las distintas épocas, aquello totalmente sacrificado, con escasos servicios, en medio del campo, en un ámbito muchas veces peligroso y sin las comodidades que se disponen actualmente.


Cumplieron una función importante en aquellos primeros tiempos, donde había mucha gente en la zona rural, generalmente ocupada en tareas agrícola-ganaderas, el desmonte y la esquila.
Salvo alguna excepción, hoy no queda nada de esos almacenes rurales, en el mejor de los casos algunos escombros esparcidos o algún algibe olvidado, todo está cubierto por las malezas y los caldenes. Por eso bien vale recordarlos porque han cumplido un rol fundamental en los inicios del territorio y forman parte ya de nuestra historia pampeana.


(En la foto que acompaña esta nota un paisano con su caballo frente el almacén "La Confianza" entre Toay y Carro Quemado)


Pedro Vigne:
Investigador de la historia de La Pampa, ex Comisario General Policía de La Pampa

Vive en Toay, La Pampa, Argentina
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