Freddy Ortiz
Nishihara es peruano, abogado por la UNMSM, Licenciado en Administración por la
URP. Postgraduado en Resolución de conflictos por la Universidad de Uppsala
(Suecia) Magíster en Relaciones Internacionales por la Universidad del Pacto
Andino, Especializado en Negociación y Resolución de conflictos (Sede Quito,
Ecuador). Postgraduado en Mediación y Conciliación por la Universidad de
Ciencias Empresariales y Sociales de Buenos Aires. Capacitador por la escuela
latinoamericana de la Universidad Complutense de Madrid en Florianópolis (Brasil)
y Conciliador y Capacitador Principal MINJUS- Perú.
Nos relata un
tema sobre la resolución de conflictos, dando el ejemplo. Freddy es muy
didáctico en sus explicaciones y he tenido el gusto de escucharlo en una de las
ponencias realizadas en la Ciudad de Montevideo, Municipio Ch,
Hacia la prevención del conflicto con el
ejemplo y la vinculación de los sistemas educativo y conciliatorio
La prédica
vacía y sin ejemplo de vida también se graban peligrosamente en las conciencias
de las nuevas generaciones.
La
dicotomía entre la teoría y la práctica se da cotidianamente en nuestras
sociedades andinas, donde se ensalza conceptos y valores durante ceremonias
públicas, que aglomeran a la población, en fechas trascendentales, patrióticas
y familiares, en plazas de armas, auditorios y todo tipo de lugares públicos.
Los
medios de difusión solo muestran para las cámaras y sus portadas, las palabras
y las figuras sonrientes de quienes dicen defender lo positivo de una sociedad
que aparenta respetar los Derechos Humanos, la diversidad cultural, de género y
la cultura de paz[1] que dicen practicar. Pero no enfocan lo cotidiano en la
vida de los supuestos líderes de opinión pública, quienes demuestran ser
asiduos practicantes de la violencia y la conducta deshonesta más detestables.
Ello de seguro multiplicará por mil, estos ejemplos de vida entre los segmentos
poblacionales infantiles, juveniles y hasta adultos que empezarán a asumir la
hipocresía o el divorcio entre las palabras y los hechos como algo normal y
cotidiano.
Podemos
afirmar que tanto los dirigentes políticos, empresariales, gremiales,
clericales, como los maestros, conciliadores extrajudiciales o “hacedores de
Paz” como nos denominaba Voltaire, tenemos muchas veces una doble imagen o
comportamiento. Existen infinidad de casos que nos pueden servir como ejemplos.
Pero la verdad siempre aparece flotando, a la vera del camino de la vida.
Aunque muchos intentan cubrirse de mil maneras; la prensa y las cámaras
desnudaran tarde o temprano sus reales conductas, como el sol que ilumina las
conciencias al amanecer y que no se puede cubrir con un dedo.
Por ello
cuando hablamos de Liderazgo, Conciliación o Educación, en relación a la
prevención o resolución del conflicto, se debe comprender que no se trata solo
de una tarea limitada a las cuatro paredes de un Centro de Conciliación, una
escuela o un hogar, pues estamos hablando de un hecho más cotidiano y
permanente, que lamentablemente no se limita solo a exigencias y formalidades
legales para los conciliadores extrajudiciales o pedagógicas para los maestros.
Hablamos de las conductas cotidianas de los operadores del sistema
conciliatorio y del sistema educativo.
Algo
importante a desarrollar es la necesidad de vincular el sistema conciliatorio
con el sistema educativo, dado que se requiere impulsar permanentemente, la comunicación
empática, el empoderamiento de los débiles en los conflictos que se dan en la
escuela, los valores que señala la norma conciliatoria tales como la buena fe,
equidad, veracidad, partiendo de considerar que hasta ahora este vasto universo
educativo de niños y jóvenes es ya el presente y una nueva raíz del futuro.
Y es que
debemos considerar que hablamos de la escuela grande llamada Estado o Nación
que nos incluye a todos y que no se proyecta directamente a las comunidades en
los barrios populares urbanos y con menos frecuencia en las zonas rurales, pero
que se demuestra con las acciones directas y las omisiones de quienes generan
conflicto desde el poder, pues dichas prácticas negativas se graban con más
profundidad en las mentes y corazones de los educandos de todas las edades,
quienes interiorizan más los hechos que las palabras.
Otro
aspecto determinante en el presente análisis, es la prevención o promoción del
conflicto que realicen las redes sociales, la televisión y los medios de
prensa, los mismos que solo ven en su mayor parte intereses económicos
personales o de grupo y para quienes el conflicto, solo aparece y merece ser
enfrentado a través de medios punitivos, cuando les afecta. Catalogando a toda
violencia de subversiva o simplemente delincuencial, sin preocuparse de
analizar objetivamente las raíces reales de carácter social e individual.
En
conclusión, un real programa contra la violencia de cualquier tipo en nuestra
sociedad, tan golpeada por la corrupción y el mal ejemplo debe partir de la
prevención, un real compromiso ético con los valores por parte de todos los
actores sociales, muy al margen de principios políticos e ideológicos que
motivan su accionar y de consolidar un sistema de conciliación educativa que
integre al sistema conciliatorio con el sistema educativo, sobre la base de un
soporte psicológico necesario en los educandos. Es lamentable que del 100% de
instituciones educativas solo 20 % cuenten con psicólogos. En nuestro país se
ignora que el conflicto entre los diversos segmentos escolares, es la fuente de
generación de posteriores conflictos sociales más profundos y peligrosos.
Debemos
comprender que la prédica vacía, sin valores, que no enseñe a los alumnos y
docentes a cómo prevenir y resolver sus conflictos en la escuela, es una fuente
que alimenta cualquier ideología o conducta violentista nociva y anárquica que
se difunde en las zonas populares y que es en realidad el reflejo de conductas
degradadas de las altas esferas, difundidas por los medios de comunicación, directa
o indirectamente que pueden degenerar más el débil tejido social de los
sectores más vulnerables de nuestras sociedades, los que constituyen una
mayoría numérica alrededor de las grandes urbes e inclusive en las zonas
rurales que ya no están aisladas.
Entonces
tenemos en las conductas de los falsos “líderes” de opinión carentes de empatía
al combustible humano que impulsa el conflicto, porque existen personas que
intentan imitarlas en menor nivel, tales como dirigentes comunales deshonestos,
policías y funcionarios que cobran coimas o grupos que llegan a actuar
delincuencialmente, justificando su forma de accionar en el hecho de que ellos
roban poco en comparación a los poderosos que toman cotidianamente el dinero
del Estado y se han enriquecido con millones de dólares. En el otro extremo,
aunque con menor incidencia que en los años setenta u ochenta del siglo pasado,
se hallan aquellos que intentan desterrar las conductas señaladas anteriormente
utilizando también métodos violentos y dogmáticos de lucha.
Recordemos
finalmente como moraleja que Japón, en su momento una sociedad muy violenta e
intolerante, cambio su visión del mundo y se abrió más interculturalmente al introducir una conducta permanente de
praxis de una cultura de paz, empatía, asertividad, y valores como ejemplo
cotidiano de los mayores y los jefes de grupos empresariales y políticos; hecho
que a su vez se vincula a tres aspectos básicos, la salud mental de sus
habitantes, la mediación escolar en sus aulas y los círculos de calidad en las
empresas.
…………….
Tal parece que el frió envuelve a gran parte de la patria sudamericana sin fronteras, pero nuestros corazones humanos llevando el fuego de la Paz serán una energía impulsora de una gran transformación humanista. Muchas gracias por difundir ideas orientadas a mejorar nuestros sistemas de mediación y conciliacion. Freddy
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