CINCUENTA AÑOS DESPUES
Atraídos por el inconfundible aroma avainillado del flan casero regresamos al lugar que nos había encontrado mucho tiempo antes.
Pasaron cincuenta años, casi una vida,… toda la vida.
Cada uno por su lado, sin embargo juntos, unidos por los recuerdos. Esos que hoy nos volvieron a juntar. Los crucifijos movibles, la quema de los cestos de papeles, las caídas de las puertas del aula, los paros de anatomía, la farándula, los bailes de primavera y tantas otras cosas que quedaron grabadas en nuestros corazones.
La vida se encargó de llevarnos y la misma vida hoy se encarga de traernos.
Llegamos con nuestra andropausia a cuestas y nuestros sueños de juvenilia de secundaria.
Las carpetas atadas con elástico y forradas con pegote quedaron en el último año de la Escuela Normal.
Hilvanados a los recuerdos se encuentran las ganas de sacar la risa fácil que vuelven hoy a cobrar actualidad.
Pero para que? Acaso no somos distintas personas que hace cincuenta años?
Acaso no somos unos pocos desconocidos con historias conocidas?
Por crecimiento somos distintas personas, por esencia seguimos siendo hoy los mismos mocosos que fuimos hace ya mucho tiempo.
El recordatorio es excluyente, las anécdotas y vivencias afloran tal como en aquellos momentos afloraba la broma en nuestro tiempo de secundaria.
Recuerdos de fulano o mengana.
Recuerdos de amores escritos en tiza.
Recuerdos de nobles copiadas.
Recuerdo del llamar boludo sin temor a enojo.
Pasaron cincuenta años, casi una vida,…toda la vida.
Sin embargo todavía hay proyectos.
Hoy que estamos más cerca del chau que del hola, hablamos también de proyectos inconclusos como si estuviéramos ahora viviendo aquella época.
Es que los proyectos, aún los más pequeños solo terminan con la muerte y por el momento pretendemos seguir proyectando que es lo mismo que seguir viviendo, seguir proyectando aunque la muleta nos espere al lado, aunque las lentes necesiten más graduación, aunque nos olvidemos de muchas cosas porque nos está por alcanzar el alemán, o porque Franco Deterioro nos persigue de muy cerca. Aunque se nos hayan frustrado algunos sueños, aunque la humedad nos haga doler las rodillas, aunque acertemos de casualidad el ojo de la llave, aunque nos resbalen cuestiones que antes nos hacían daño, y nos hagan daño aquellas que antes no lo hacían, aunque la emotividad cale más hondo y la lagrima salga más fácil, … sigamos riéndonos a borbotones de las mismas cosas que nos causaban gracia en aquel momento.
Pasaron cincuenta años, casi una vida,…toda la vida.
Es que si bien todo cambia con el paso de los años, hagamos que al menos por hoy no cambie, aquí y ahora volvamos a jugar a que somos adolescentes y disfrutar el premio que la vida nos otorga.
El premio de tener un amigo con quien compartir. El premio de poder seguir jugando a vivir. De eso se trata.
©RSPancaldi
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