Ojos verdes
Arena y sol, solo arena y sol junto a la ausencia del azul de tus ojos. Los míos
tan distantes de los tuyos, convertidos en amarillo ardiente.
Asusta y quema, y mi horizonte se derrite como lava de volcán. La piel
se resquebraja deseando tus caricias, y los labios deliran junto a mí una
secuencia de imágenes frescas, con cristalinas gotas azules brotando de ti.
El viento sopla y el polvo lo ciega. Es atrapado por una desolación peligrosa en
el nudo árido del paisaje.
Delira incoherencias, o tal vez coherencias desatinadas intentando
encontrar sus ojos azules. Busca y nada; solo lo abraza el vacío en férvidas
partículas rocosas.
Es un imposible sin límite bajo el tormento del tiempo.
Su salvación, el oasis. Hacia él la distancia es inmedible. ¡Ni un puente
tendido a sus pies!
Camina y no se detiene.
Se repiten pensamientos de un futuro incierto que van quedando
atrapados en el terreno árido.
El polvo nuevamente lo ciega. Es su puño restregando con ahínco el
amarillo ardiente, y al fin el paisaje se despeja.
A la distancia descubre un verde tuna.
—¿Serán sus ojos? —susurra al compás del fuego y avanza hacia ellos.
Al acercarse, resurge un nopal. Yace contemplándolo como personaje
de otro mundo, y le musita dolores de espinas, y también sabores de higos.
El sabe que sus ojos verdes serán su salvación.
©Karin Perdomo

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario