viernes, 16 de mayo de 2025

La fábrica de cretinos digitales, de Michel Desmurget


Estuvimos leyendo "La fábrica de cretinos digitales" y los llama la atención qué actual es lo que ha escrito Michel Desmurget en 2019. Compartimos uno de sus capítulos, que realmente describe lo que está sucediendo con las opiniones,  y con las pantallas frente a nuestros hijos.

Editorial: Ediciones Península, Diagonal 662-664 08034 Barcelona edicionespeninsula@planeta.es www.edicionespeninsula.com




Michel Desmurget es doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia. Es autor de una vasta obra científica y de divulgación y ha colaborado en centros de investigación como el MIT o la Universidad de California. Con La fábrica de cretinos digitales ganó el premio Femina de las letras francesas.


CUENTOS Y LEYENDAS

"La capacidad que demuestran ciertos periodistas, políticos y expertos

habituales en los medios de comunicación para difundir, sin el menor

atisbo de crítica, las fábulas más extravagantes de la industria digital es

absolutamente prodigiosa. Hasta podría provocarnos una sonrisa si no

fuera porque conocemos el enorme poder que tiene la repetición. En

efecto, en el imaginario colectivo, estas fábulas acaban por convertirse

en hechos reales a fuerza de reproducirlas una y otra vez. En ese

momento, se deja atrás el terreno del debate fundamentado para entrar en

el espacio de la leyenda urbana, es decir, de una historia «suficientemente

plausible para ser creída, basada sobre todo en rumores y ampliamente

difundida como verdadera».5 Así, si se repite con la frecuencia necesaria

que, por su apabullante dominio de lo digital, las nuevas generaciones

tienen un cerebro y unas formas de aprender diferentes, la gente acabará

por creerlo, y una vez que lo crea, su visión de la infancia, de la

adquisición de conocimientos y del sistema educativo cambiará por

completo. Por eso, desmontar las leyendas que contaminan el

pensamiento es el primer paso imprescindible para reflexionar de un

modo objetivo y fecundo acerca del verdadero impacto de los

dispositivos digitales.


«Una generación diferente»


En el maravilloso mundo de lo digital, las ficciones son abundantes y

variadas. Sin embargo, si se analizan bien, se puede observar que casi

todas ellas se basan en la misma quimera inicial: las pantallas han

provocado una transformación sustancial del funcionamiento intelectual

de los jóvenes —que ahora se llaman «nativos digitales»— y de su forma

de relacionarse con el mundo.6-10 En palabras del ejército misionero de la

catequesis digital, «hay tres rasgos fundamentales que caracterizan a esta

[nueva] generación: el paso frenético de una tarea a otra, la impaciencia

y lo colectivo. Esperan una reacción inmediata: ¡todo tiene que ir rápido

o, incluso, muy rápido! Les gusta trabajar en equipo y poseen una cultura

digital transversal de tipo intuitivo, cuando no instintivo. Han

comprendido la fuerza del grupo, de la ayuda mutua y del trabajo

colaborativo [...]. Muchos huyen del razonamiento demostrativo,

deductivo, “paso a paso”, y prefieren el tanteo que facilitan los

hipervínculos».11 Las tecnologías digitales están ya «tan imbricadas en

sus vidas que es imposible separarlas de ellas [...]. Al haber crecido con

Internet, primero, y con las redes sociales, después, abordan los

problemas basándose en la experimentación, en el diálogo con su

entorno, en la cooperación transversal para determinados proyectos».12

Inmersos desde el momento mismo de su nacimiento en un mágico

mundo de pantallas de todo tipo, los niños «han dejado de ser “versiones

en miniatura de nosotros mismos”, como pudieron serlo en el pasado. [...]

Son hablantes nativos de la tecnología, dominan el lenguaje de los

ordenadores, de los videojuegos y de Internet»;13 «son rápidos, multitarea

y pasan con agilidad de una cosa a otra».14

Esta evolución es tan profunda que convierte definitivamente en

obsoleto cualquier planteamiento pedagógico del viejo mundo.11, 15-17 Ya

no se puede negar la realidad: «Nuestros estudiantes han cambiado

radicalmente. Los alumnos de hoy ya no son aquellos individuos para

cuya educación se creó nuestro sistema escolar. [...] Piensan y procesan

la información de un modo esencialmente distinto del de sus

predecesores».10 «De hecho, son tan diferentes de nosotros que ya no

podemos utilizar nuestros conocimientos propios del siglo xx ni nuestra

experiencia académica como punto de referencia para saber qué es lo

mejor para ellos en materia educativa [...]. Los alumnos de hoy han

aprendido a dominar una extensa variedad de herramientas [digitales] que

nosotros jamás dominaremos con su mismo nivel de competencia [...].

Estas herramientas son como prolongaciones de sus cerebros.»13 Los

profesores actuales carecen de la formación que se necesita para trabajar

con ellos y, por tanto, no están a la altura debida, ya que «hablan un

lenguaje superado (el de la edad predigital)».10 Sin duda, «ha llegado el

momento de pasar a otro tipo de pedagogía que tenga en cuenta la

evolución de nuestra sociedad»,18 porque «la educación de ayer no

permitirá formar los talentos de mañana».19 Y, en este contexto, lo mejor

sería entregar a nuestros prodigiosos genios digitales las llaves de todo el

sistema. Liberados ya de los arcaísmos del viejo mundo, «se convertirán

en la primera y más importante fuente de inspiración para transformar sus

colegios en espacios pertinentes y eficaces de aprendizaje».20..."




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