Editorial-Febrero 2020

Luego de varios días de escuchar por los medios, la evolución de las investigaciones sobre la muerte de un joven (asesinato, diría), lo único que puedo pensar es en sus padres. En sus padres, de ambas partes. Los padres del joven asesinado y los padres de los asesinos y “ayudantes” de asesinos.

¿Qué padre quiere ver muerto a su hijo? ¿Qué padre quiere ver preso a su hijo? Ambas situaciones son difíciles. Ambos casos, aunque en diferentes circunstancias, están rodeados de dolor.

Con un poco de suerte y voluntad de los abogados y jueces, los chicos que golpearon a Fernando, saldrán en unos años. Pero los padres de Fernando jamás volverán a verlo.

Tendremos que aprender a ser más tolerantes, menos agresivos. La calle, está muy susceptible, muy propensa a las reacciones, a las grescas, a las peleas, a los insultos. No solamente debemos echarle culpas a la situación política o social. Eso sale de cada uno de nosotros, de nuestras casas. Debemos intentar ser más tolerantes y enseñarles a nuestros hijos a serlo. No agredirse porque sí, ni porque no.

(Imagen Página 12)

El mundo corre a velocidades inesperadas. Un segundo perdido es un segundo que jamás recuperaremos. Pero si bien todo corre, debemos parar y pensar detenidamente si la agresión vale la pena, si el insulto sirve para algo y probar reemplazarlo por un silencio.

Sé que no es fácil. Sé que nadie quiere quedarse con la bronca de no poder responder. Pero si seguimos en este tren, no lograremos sentirnos mejor, por el contrario, cada vez estaremos más intolerantes.

Probemos ser mejores, de a poco, pero enseñemos a quienes nos siguen en el camino a mejorar también. Ellos son quienes nos gobernarán y si ellos no aprenden buenos modales, educación y se aferran a la cultura, nadie nos va a salvar.

Aunemos esfuerzos para que este mundo cruel y despiadado que vivimos hoy, se convierta en un mundo de paz. Al menos podemos esforzarnos un poco para ver si lo logramos.

©Silvia Vázquez

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