viernes, 22 de enero de 2021

Día Internacional en memoria de las víctimas del Holocausto

 27 de enero

                                               “Aquellos que niegan Auschwitz estarían dispuestos a volver a hacerlo.”
                                                 Primo Levy




Tiempo de no olvidar.

Después de algunas declaraciones realizadas por distintos políticos y personas del mundo de la cultura, pensé en que uno de los problemas que tienen historiadores y, más aún, los periodistas, es que en el mismo momento de narrar o comentar algunos sucesos de actualidad los mismos ya pertenecen al pasado. Es decir: es difícil aprehender el presente porque al mismo tiempo que algo está sucediendo, es "historia".

Sin embargo, la implacable insistencia de ciertos hechos, su repetición, logra que el presente tome la forma del pasado o que el ayer sea hoy como lo escribió Jack Fuchs”, sobreviviente de Dachau, uno de los campos de concentración Nazis.

Dadas las circunstancias actuales que insisten en negar la Shoah, considero necesario adentrarse en los fundamentos del nazismo que, con otras variantes y en lugares geográficamente distantes entre sí, insiste en repetirse.

En mi nota “Educar para el odio y la destrucción”, sostuve que la política del nazismo, era de exterminio total de los judíos y de todo aquél que marcara una diferencia ya sea por el color de la piel, la religión o por sostener ideas opuestas al pensamiento oficial.

El psicoanalista francés Gerard Pommier, en su libro "Freud, ¿apolítico?", establece una significativa diferencia entre racismo y antisemitismo. Respecto del racismo, destaca que la cohesión de los grupos xenófobos se afirma en el rechazo a una diferencia sensible como por ejemplo, el color de la piel. En el antijudaísmo, lo rechazado es un trazo espiritual, simbólico, que constituye la marca distintiva de los judíos y que pasa por su invención del monoteísmo ético.

Pero, simultáneamente en que la Shoá es subestimada o negada por diferentes políticos, el diario Página 12 (03-03-2009) publicó una nota sobre de el gigante alemán de las autopartes, el grupo Schaeffler, “herido de muerte por la crisis global, fue acusado ayer de usar las cabelleras de al menos 40.000 víctimas del campo de exterminio nazi de Auschwitz. La empresa germana se habría servido de los cabellos para hacer telas en sus fábricas ubicadas en la Polonia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial”.

Cuando me refiero a la industria de la guerra, me refiero no sólo a las fábricas de armas sino al trabajo concreto de recuperar el oro de los dientes, la grasa para hacer jabón, la piel de sus víctimas para fabricar lámparas.
Es un encuentro con el horror que en algunos piquetes se escucharan amenazas contra los judíos como “los vamos a hacer jabón” o “judíos a los hornos”.

La democracia no es garantía

Considero que, en las democracias débiles, cada vez se subestima más el avance del antijudaísmo además de que, por otra parte, la democracia en sí misma no es una garantía de respeto por las diferencias.

Cabe aclarar que los totalitarismos, representados por un líder tan fuerte como carismático, siempre proponen lograr un grado máximo de igualdad. La entrega total que exigen, lleva al individuo a automutilarse en la masa. La supresión de las diferencias entre las personas conduce a la pérdida de los lazos de filiación y a la indiferencia ética. Los totalitarismos, decididamente, rechazan la alteridad. No sin los intereses económicos que los sostienen, apuntan a la eliminación de cualquier otro que, por ser distinto, pueda hacer tambalear sus verdades supremas. Por otra parte, sus acólitos se mueven en bloque conformando un solo cuerpo, con una sola cabeza, la del jefe, que piensa por ellos. Esto los sume en el anonimato y dejan de ser sujetos para ser una masa aglutinada: los actos son anónimos y dejan las marcas propias de aquellos lugares para los que la muerte es un ideal.
Las marcas los identifican como los que no teniendo un nombre, realizan actos "sin nombre" que, obviamente, no son actos animales sino demasiado humanos. Es de los seres parlantes operar sobre cuerpos ya sea con el propio o el del semejante, en una dimensión de descenso hacia la muerte.

El mundo de lo actual

Más que información, hay sobre información y, al no haber otra cosa que lo actual, no hay lugar para la reflexión. Lo actual tiene un efecto de borrar al tiempo con la consecuencia de no poder establecer una relación entre el ayer y el hoy; tampoco de anticipar el futuro como lo hiciera el psicoanalista francés J. Lacan al denunciar, en una entrevista que le hizo la televisión francesa, que el fascismo formará parte del porvenir.

No sólo Lacan, también Jorge Luis Borges, puso en boca del protagonista Otto Dietrich zur Linde, condenado por torturador y asesino, la siguiente frase: "Mañana moriré, pero soy un símbolo de las generaciones por venir".

"No olvidar, no perdonar" era la frase escrita al pie de un pequeño cuadro de yeso, creado para recordar a los combatientes del ghetto de Varsovia que no solo llama
a no olvidar sino a no perdonar pues, para el judaísmo sólo las víctimas podrían hacerlo.
En la parte de atrás del cuadro, está pegado un papel con las palabras pronunciadas por Jaika Gossman (1919-1996), en abril de 1952, para homenajear a la resistencia del ghetto:

Voy a concluir con sus palabras:

“No lloréis sobre la tumba de los héroes. No lloréis y no os compadezcáis. Hechos y no compasión se necesitan. Hechos que liberen al mundo de la pesadilla de la opresión y del fascismo”.

©Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista
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