El valor de las cosas y el valor de la
gente
Estaba escuchando días atrás que no se sabe la
exacta definición del valor, tanto en las cosas como en las personas. Y
buscando ejemplos, noté que es cierto y notable, en mínimos detalles de convivencia,
no solo del hogar sino en el trabajo y en toda la sociedad.
Las cosas así como las personas, no tienen
valor por sí mismas. Dependen de alguien
que les asigne ese valor. ¿Podemos hablar de las cosas en sí mismas?
¿Cuántos de nosotros decimos: soy muy afortunado
porque tengo una familia maravillosa, una pareja espectacular o unos amigos
impresionantes? Reconozco que yo tampoco lo hago tan a menudo como
debería.
El auténtico valor de una persona, el que es
exclusivo, inconfundible, el que es innato al ser humano, es la capacidad de
ponerse en el lugar del otro, de olvidarse de uno mismo, de sustituir el YO por
encima de todo al TÚ como una misma parte. En algún lado leí, eso, hace tiempo.
Deberíamos postergar ser el centro del universo por empatizar con nuestros
semejantes. Disminuir la falsa necesidad de nuestro ego, por la bondad de
prestar ayuda a los demás. De desatender nuestros arduos deseos por atender los
deseos de los que de verdad te necesitan en ese momento.
Esa cualidad, que es tan escasa en la actualidad,
es la que más valor tiene, porque en un mundo tan superficial y caótico como es
el actual, donde caminamos en soledad y
miramos solo nuestro ombligo, es realmente difícil encontrar a personas que no
solamente se preocupen sino que se
ocupen de hacerte sentir feliz.
Si existieran las cosas, pero no las personas,
¿serían valiosas las cosas? No lo creo, ya que no habría nadie para valorarlas.
¡Los objetos son para utilizar y las personas para
amar!
“El valor de las cosas no está en el tiempo que
duran sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos
inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables.”
"Mucha gente pequeña,
haciendo cosas pequeñas, en muchos sitios pequeños ... consiguen hacer algo
grande" (anónimo, o al menos yo desconozco el
autor. Lo leí en una hoja de la Asociación Española contra el Cáncer)-
No esperemos a perder alguna cosa para valorarla.
Lo mismo sucede con las personas. Sabemos que todos tenemos defectos, pero
también virtudes. Aprendamos a mirarnos en el espejo y ver nuestros defectos
también. SI los demás los pasan por alto, hagamos igual. De eso se trata la
amistad, de eso se trata el amor.
Ocupémonos un poco más de comprender las actitudes
del otro, de ser tolerantes, de saber convivir, de poder realmente
manifestarnos en paz y armonía. No esperemos a que alguien deje de existir para
decir “Qué bueno era”. Hablemos, escuchemos. Entendamos que las personas tienen
valor. Las cosas tienen precio.
©SilviaVázquez
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