Gabriela Mistral, una de las poetas más importantes del s. XX, maestra rural y educadora consiguió el galardón más importante de la literatura universal, fue doctor «honoris causa» por la Universidad de Guatemala, Mills College de Oakland (California), y por la Universidad de Chile, entre otras universidades.
Su verdadero nombre era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, pero fue más conocida por su seudónimo Gabriela Mistral, utilizado por primera vez en el poema «Del pasado» publicado en diario "El Coquimbo" en 1908.
En 1922 se trasladó a México para colaborar en los planes de reforma educativos de José Vasconcelos, político, pensador y escritor mexicano. En este país, en 1923 se publicó «Lecturas para mujeres», y en Barcelona, la antología «Las mejores poesías». En 1924, invitada por el gobierno mexicano, viajó por Estados Unidos y Europa.
En 1925 fue nombrada secretaria del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones en Ginebra (Suiza) y asiste a distintos congresos por Suiza. En 1928 representa a Chile y Ecuador en el Congreso de la Federación Internacional Universitaria en Madrid, y trabajó en el Consejo Administrativo del Instituto Cinematográfico Educativo de la Liga de las Naciones, en Roma (Italia).
Durante la década de los 30, dio clases en Estados Unidos en las escuelas Bernard College, Vassar College y en el Middlebury College. También viajó por Centroamérica y Las Antillas y colaboró con las universidades de Puerto Rico, La Habana y Panamá. En 1933 fue nombrada cónsul de Chile en Madrid, y en 1934 se la nombró hija adoptiva en Puerto Rico. Durante este periodo como embajadora, viajó por Lisboa, Guatemala, Francia, Brasil, Estados Unidos, México e Italia.
En 1938 apareció su libro de poesía «Tala» publicado en Buenos Aires, dedicado a los niños españoles víctimas de la Guerra Civil.
El 10 de diciembre de 1945 recibió el Nobel de Literatura, en 1950 el premio Serra de las Américas de la Academy of American Franciscan History de Washington y en 1951 el Premio Nacional de Literatura de Chile. En 1953 fue nombrada cónsul en Nueva York y también delegada de la Asamblea General de Naciones Unidas.
Su obra está traducida a más de 20 idiomas.
"Miedo"
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace el nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan.
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a haer princesa.
Con zapatitos de oro
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llegue la noche
a mi lado no se acuesta...
Yo no quiero que a mi niña
la vayan a hacer princesa.
Y menos quiero que a un día
me la vayan a hacer reina.
La subirían al trono
a donde mis pies no llegan.
Cuando viniese la noche
yo no podría mecerla...
¡Yo no quiero que a mi niña
me la vayan a hacer reina!
"La noche"
Por que duermas, hijo mío,
el ocaso no arde más:
no hay más brillo que el rocío,
más blancura que mi faz.
Por que duermas, hijo mío,
el camino enmudeció:
nadie gime sino el río;
nada existe sino yo.
Se anegó de niebla el llano.
Se encogió el suspiro azul.
Se ha posado como mano
sobre el mundo la quietud.
Yo no solo fui meciendo
a mi niño en mi cantar:
a la Tierra iba durmiendo
el vaivén del acunar...
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