Esta mañana
desperté temprano. Apenas se asomaba la luz entre las hendijas de la ventana
del balcón. Me estire como queriendo acomodar cada hueso en su lugar. Primero
los brazos, luego las piernas, giré la cabeza a ambos lados hasta que crujió.
Cerré los ojos otra vez por un momento para disfrutar de los últimos segundos
hasta que la alarma del reloj volviera a sonar.
Cuando volví a
abrirlos, sentó mi cuerpo diferente. Mis piernas no pesaban, mis manos ya no
tenían esas manchas y mi piel no era la misma. Estaba suave, sedosa y tersa, no
había arrugas ni estrías, ni marcas ni cicatrices. Todo estaba en su lugar,
como hacía años. Salté de la cama con la energía que no tenía desde hacía
tiempo. Me duché, me perfumé, me puse crema y me peiné. Me peiné… ahí, frente
al espejo. El espejo… El espejo que me devolvía la misma imagen con la que me
había ido a acostar la noche anterior. Las piernas otra vez cansadas, el rostro
mostraba los años, y el pelo ensortijado me decía que había que ir urgente a la
peluquería.
No entendía nada.
Volví al cuarto. La cama estaba tendida. Detrás del almohadón, había algo. Me
acerqué despacio, creo que con miedo. Una rosa roja y un sobre se asomaban.
Tomé la rosa, la olí, abrí el sobrecito y saqué el papel. Reconocí la letra. Lo
leí y sonreí. “Amor, gracias por la noche, por estar a mi lado y cobijarme, por
acariciar mi pelo y por decirme que me amás. Tranquila, no veo tus arrugas, ni
tu piel está manchada, tus piernas son tan hermosas como siempre, y la
cicatriz, bueno… es la que dio vida dos veces.
Te amo”.
©Silvia Vázquez
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Silvia Robles Me encantó!
ResponderEliminarMaría Del Carmen Husson
Me encantó Silvia!!!��
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Cristina Sphan Escuché por video el capítulo Nº 1 que subió Silvia. Admiración.
El Toro Guerra Que buena tapa
Mary Acosta Excelente libro para recomendar. Genialidad entre femeninas páginas.
Cristina Braña Bonita's
Muy bueno yo lo tengo y también tengo 61 años pero sirve igual