viernes, 3 de agosto de 2018

Manos ásperas




Ella tiene las manos ásperas, pero no el corazón. Es tan suave como una seda, y a pesar de los años, el brillo de sus ojos se asoma entre las pestañas largas y oscuras.
Nació en el campo, vivió en el campo y amó y sufrió allí.

Un día de improviso, se vio rodeada de baúles, envoltorios y papeles, y asomada a la baranda de un barco, divisó por última vez su tierra natal.
Formó aquí una gran familia, construyó su casa y siguió trabajando con sus manos ásperas. Recién sus hijos las conocieron suaves, cuando sus caritas eran acariciadas por su amor.

Su memoria, sigue tan viva como antes de partir, pero ahora pertenece aquí, a otros rostros, a otros cielos. Porque aunque el cuerpo le pertenece a otras tierras y en ese rincón siga viva esa “morriña” tan particular de todos quienes alguna vez partieron, ella sabe que aquí es donde la aman, ella revive con los relatos de su infancia.

Ella revive cuando cuatro enormes ojos la miran y le dicen “abuela”.

©Silvia Vázquez

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1 comentario:

  1. Me gustaron la historia de los gatos y Manos ásperas.

    Atentamente,
    María Lourdes Giovannetti | mariquitagiovannetti@hotmail.com

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