viernes, 4 de junio de 2021

Escritora invitada: Nery Guerra Álvarez desde Montevideo, Uruguay

 Recuerdos de la infancia

Siendo niña me gustaba escuchar el sonido del tren cuando se iba acercando a nuestra casa, Aún sin tener idea de los horarios podíamos identificar hacia donde se dirigía, si lo escuchábamos con atención. La cadencia era diferente, el sonido era distinto, al ir parando al llegar a la estación, o ir retomando su marcha luego de haberse detenido por algunos minutos, mientras descendían o ascendían los pasajeros.


Los que vivíamos cerca de las vías teníamos incorporado con naturalidad ese sonido , tanto que no nos dábamos cuenta , del efecto que causaba en otras personas que venían de visita y decían ,que el ruido del tren los había despertado de su siesta. Que ¿cómo podíamos dormir con ese ruido? Para mí era el más lindo arrullo que nos acompañaba antes de dormir, casi que se iba el pensamiento junto con los vagones del tren y luego de un ratito, me quedaba dormida.
Era una época en que los trenes pasaban con frecuencia, a toda hora, donde su estruendoso silbato se escuchaba anunciando su próxima llegada a la estación.

En los días de tormenta cuando pasaba el tren , parecía que se movía hasta la tierra.

Mi papá decía que nuestra casa tenía movimiento y el tren era el causante de las grietas de las paredes, que se veían como con profundas heridas. Que tendría que arreglarlas cuando tuviera dinero para comprar varillas, arena, cemento, cal y tiempo para hacerlo.
Ahora que lo pienso, lo más disfrutable, era ir al fondo de mi casa, apenas escuchábamos el sonido lejano del tren, para ver pasar la gran locomotora tirando de los vagones; con muchos pasajeros cuyas cabezas se veían por las ventanillas abiertas.
Con mi hermano nos arrimábamos al tejido que separaba nuestra casa con la casa de la vecina y de paso nos quedábamos a jugar con otras niñas que vivían en “la casa del fondo” , que se habían acercado al vernos .

El tejido no era obstáculo para que no lo hiciésemos , por entre los rombos que formaban la red nuestras manos podían pasar algunas botellitas de coca cola pequeñitas , cacerolitas, tacitas de té , platitos , planchitas etc . La cuerda para saltar, era lo más complicado para pasarla hacia el otro lado, así que nos poníamos de acuerdo; mientras una se alejaba, la otra con fuerza la tiraba por encima del tejido. A veces era casi imposible lograr que pasara, porque se quedaba enganchada en la parte de arriba donde no podíamos llegar. Entonces nos resignábamos y volvíamos a pasarnos las cacerolitas o las tacitas de té, donde nos servíamos un té muy tibio de exquisito aroma con una tetera enlozada de color verde , que tenía una capacidad increíble. Tanto, que nos permitía servirnos muchas veces, mientras la imaginación nos llevaba a una gran mesa donde compartíamos con otras señoras una tertulia animada. Allí nos contábamos todo lo que nos había sucedido en la escuela, lo que pensábamos hacer y tener en el futuro, ¡cuando fuésemos grandes!


Y justo ahí; a veces se terminaba abruptamente el juego. Es que se iniciaba una competencia de quién tendría más cosas. Cada una queriendo sobrepasar a la otra… Ahora pienso: ¿si ya tendríamos tendencia al consumismo a tan corta edad?

El tren pasaba nuevamente hacia Montevideo , nuestra vista y atención se iban hacia las vías que quedarían a unos 60 metros como mucho … Entonces nos olvidábamos de la pequeña rencilla por todo eso que compraríamos en un futuro lejano y volvíamos a servirnos un té , pero esta vez con galletitas María de verdad … ¡pero sin dulce de leche !


©Nery Guerra Alvarez
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1 comentario:

  1. Nery Guerra Alvarez
    Me encanto tu narrativa, donde cuentas (seguramente vivencias de tu infancia) no lo podria asegurar, porque como talentosa escritora que no sos, puede ser obra de tu imaginación...Pero más allá de eso tratare de dar respuesta algo que dices en la narrativa sobre el consumismo; uno cuando es niño suele jugar con las palabras, gestos y actitudes que vio, escucho de sus mayores y seguramente ya se veia venir en los dialogos este materialismo que a convertido a pocos supermillonarios y a millones sumamente pobres, con una clase media cada dia menor: Prefiero la incencia de compartir el te, un abrazo y felicitaciones a Silvia por el espacio y a vos por dejarnos, en un escrito, parte de tu talento

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