viernes, 4 de junio de 2021

Escritora invitada: Susana Grimberg:

 Mentiras repetidas

“La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos”. Louis Dumur, periodista francés (1863-1983)

Las diferentes cuarentenas en la historia

Sería intrascendente referirme al error de nombrar como cuarentena a lo que el gobierno siempre supo que iba a durar más de 40 días, aunque sí voy a señalar que desde el primer momento hubo una equivocación premeditada por el significante utilizado. La cuarentena formaba parte del discurso de una época referido a que la mujer luego del trabajo de parto debía abstenerse de tener relaciones sexuales durante cuarenta días, tiempo en el que se suponía, el cuerpo de la mujer volvía a su estado anterior.
Es cierto que hemos hablado de la cuarentena durante la Edad Antigua causada por la lepra y la viruela. También de la extensísima cuarentena que, durante la Edad Media fue provocada por el escorbuto y la Peste bubónica que, a su vez, la prolongaron hasta el Renacimiento. También, la cuarentena, motivada por la Gripe Española alrededor de 1918, a finales de la Primera Guerra Mundial.

En el Pentateuco que son los cinco libros de Moisés, se encuentra constantemente el número 40, porque el número 40 tiene un significado muy importante en toda la Torá y en el Talmud, porque representa el cambio además de contener la idea de renovación y de un nuevo comienzo.
No fue accidental que en la historia de Noé lloviera durante 40 días y que el mundo quedara sumergido bajo el agua. Es que, cuando retrocedieron las aguas del diluvio, todo el mundo quedó purificado del libertinaje que lo había corrompido en los días de Noé.
Moisés luego de estar 40 días en el Monte Sinaí, bajó con las tablas de la Ley, con Los diez Mandamientos.
Los judíos llegaron al Monte Sinaí siendo una nación de esclavos, pero después de 40 años de andar por el desierto, se transformaron en quienes no sólo iban a cumplir con los mandamientos sino enseñarlos y transmitirlos. Si se lo piensa, fueron necesarios 40 años para cambiar a una generación.
En la Cábala, el número 40 representa los cuatro lados del mundo, y, desde el Año Nuevo judío, hay 40 días entre el primer día de Elul, cuando se empieza a tocar el shofar en la preparación para Rosh Hashaná hasta Iom Kipur, el Día del Perdón, final del período anual de arrepentimiento.
Estos 40 días son el momento más auspicioso del año para el crecimiento y la renovación personal.
También, de acuerdo con el Talmud (Avot 5:26), a los 40 años la persona pasa de un nivel de sabiduría al siguiente. Alcanza el nivel de biná, que es un entendimiento más profundo.

El doble discurso de algunos políticos

Los grupos afectados por el fanatismo político, también el religioso, tienen un discurso que le otorga a la palabra una consistencia absoluta. Sin embargo, la palabra insiste, pero no consiste. Esta pretendida consistencia, crea la ficción de una verdad absoluta que subyuga y tranquiliza a la sociedad, aunque el discurso que sostiene al líder autoritario, al conjugar el Bien con la Verdad, incita a recurrir a cualquier método en procura de la eliminación de los que disientan con esta suprema verdad.

Muchos políticos tratan de negociar las leyes siempre en su propio provecho, nunca el del país. Por otra parte, el gobernante que, luego de haberse presentado, pese a avalar la letra de la Constitución, paulatinamente, impulsa las modificaciones necesarias para lograr más poder.
Cuando el deseo de eternizarse en el poder es la aspiración máxima del gobernante, sabemos que apelará a todos los recursos posibles para “concentrarse” en el poder, entre ellos: el doble discurso. Me arriesgo a decir que podría haber una equivalencia entre “concentrarse” y campos de concentración. Concentrarse para pensar y concentrarse para matar.

Es sumamente interesante cómo la historia les otorgó a los pueblos griegos el título de Padres de la Democracia, aunque Esparta jamás hubiera sido democrática desde que se matara al hijo recién nacido por tener una discapacidad ya sea congénita o hereditaria o por un traumatismo en el parto.
En este momento acude a mí un recuerdo de cuando vine a estudiar a Córdoba. Estábamos en un taxi con mi madre, cuando escuchamos que había muerto el Che. En ese momento escuchamos la voz de la madre del Che, diciendo: “No soy madre espartana, pero si tuviera otro hijo, se lo daría a la revolución cubana”.

Hoy, cuando leí que China iba a permitir que cada familia tenga un tercer hijo, recordé la liviandad con la que se tomó que se sancionaría a la pareja que tuviera más de un hijo quitándole los beneficios sociales. ¿Puede el estado meterse en la cama de una pareja? Sí. Lo hizo Hitler con la consigna de tener hijos para el Führer. Además, el partido nazi surgió del Partido socialista de los trabajadores. Con Musolinni también. ¿Será cierto que el socialismo pueda compartir hasta los hijos? ¿Y que eso también sea la revolución? Es sólo un interrogante.
Mientras que Platón defendía el modelo político consustanciado con su “República”, Atenas seguía un sistema parlamentario que chocaba en extremo contra la férrea dictadura de guerreros que encabezaba Esparta.

La política está en todas partes y es causa y consecuencia de los cambios sociales y económicos de todo el mundo. Desde las primeras democracias griegas, pasando por el Watergate y hasta la situación actual, la política es un juego complejo y retorcido que afecta a todo el mundo, se lo acepte o no.

Con las mejores intenciones.

El doble discurso es la discordancia entre lo que se dice y lo que se hace, por eso, lo podemos pensar como una de las maneras de esquivar u ocultar el motivo real de cualquier decisión.
Se trata del “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago” además de que conlleva una doble norma para juzgar. Por otra parte, el que sostiene esta posición, al transmitir sus mensajes, aparentemente con una cierta coherencia, logra que los de su alrededor, se conviertan en cómplices de la mentira.
Desde hace muchos años, escuchamos hablar de que estamos en crisis. Es cierto pero, en mi opinión, se trataría de una crisis de valores. Y ya que me referí a las crisis, sería bueno encontrar la etimología de la palabra crisis.

Crisis deriva del griego, Krisis, y significa rotura, pero en la misma raíz, que es krinei, crítica y criterio, la capacidad de pensar, disentir, crecer que es lo que los políticos autoritarios, suelen combatir.
Pese al abuso del término, crisis hubo siempre, en todas las épocas, tan sólo porque hay historia, y, porque hay historia hay hombres y mujeres que, en consonancia, inevitablemente algo destruyen aunque, cuando algo se rompe, se reconstruye.

El discurso autoritario, destruye los lazos sociales, convierte en enemigos los que antes eran amigos y arma un caldo de cultivo en el que la reconciliación, es difícil que pueda darse. Es la lógica en la que los que no coinciden con el gobernante son enemigos, y en la que el fanatismo se expresa en toda su dimensión como se vivió tanto en los tiempos de la Alemania nazi como en los de la Italia de Mussolini y durante el Stalinismo.
Y ya que menciono al stalinismo, quiero recordar que el 12 de Agosto de 1952, fue el día en el que Stalin dio la orden de ejecutar a escritores e intelectuales judíos en Rusia, falsamente acusados de espionaje y traición a la patria como suele escucharse en la Argentina, también.

Ya lo sé pero aún así … (Maud Manoni)

Como expresé tiempo atrás que se estaba viviendo momentos de apogeo del narcisismo hoy, como efecto de la cuarentena inexistente, donde puede constatarse que se lo vive aún más. Muchos políticos son los reyes de la mentira con el aval de una intelectualidad con un pensamiento tan vacío como insulso.
El individualismo, el exitismo social, la prevalencia de la imagen y las ansias de poder, forman lo que podríamos llamar la cultura narcisista. El trastorno narcisista de la personalidad es una alteración típica que se caracteriza por la imagen distorsionada de sí mismo y el exhibicionismo a los que se suma la mentira explícita.

En los momentos en los que prima el populismo, el revanchismo y la intolerancia, la gente que se escuda en el “ya lo sé pero aún así”, le da crédito a un sinfín de mentiras.
La frase mencionada, según el psicoanalista francés Maud Mannoni, es la que define la estructura de la “creencia”. Y la toma de un artículo que Freud dedica en 1927 al fetichismo en el que utiliza una palabra que suele traducirse como renegación o, en mi opinión, desmentido perverso.
Por otra parte, el neurótico al intentar distanciarse de la realidad porque la encuentra verdaderamente insoportable, termina aceptando no solo que el gobernante quiera eternizarse en el poder, tema que he desarrollado en muchas oportunidades, sino que el Estado y sus instituciones estén a las órdenes de él o de ella, hecho que sucedió en muchas oportunidades.

La gente, sobre todo los intelectuales, cuando lo permiten, son cómplices porque aceptan el doble discurso característico de algunos políticos. No todos, porque en la Argentina hubo excepciones muy dignas, como el ex presidente Illía, un ejemplo de integridad y ética.
Quiero concluir con esta frase de William L. Mackenzie King, abogado y político estadounidense:
“Las promesas que hicieron ayer los políticos, son los impuestos de hoy”.

Con esta reflexión del científico y escritor alemán, Georg C Lichtenberg:

“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.

Y con este pensamiento de Leonard Cohen:

“Con el poder mantenemos una relación ambigua: sabemos que si no existiera autoridad nos comeríamos unos a otros, pero nos gusta pensar que, si no existieran los gobiernos, los hombres se abrazarían”.

Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.
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