LA HISTORIA DEL “BAR DE CAO”, QUE YA SUPERO LOS 100 AÑOS DE VIDA
Como muchos inmigrantes que llegaron a América en los comienzos del siglo XX, los hermanos Cao cambiaron la vecindad del río Eo, en el pueblo asturiano de San Tirso de Abres, por Buenos Aires. Aquí, en San Cristóbal, los hermanos Cao (José, Vicente, Ramón, Julio, Jesús y Balbino) encontraron su lugar. El local había sido abierto en 1915 y cuando ellos se hicieron cargo (alrededor de 1925), ya era un sitio de referencia en la zona. Entonces aquel bodegón al que llegaban muchos obreros en busca de un buen plato caliente aumentó su fama como almacén y bar. Y José (Pepe para todos) y Vicente fueron los bastoneros de ese espacio al que llamaron “La Armonía”. Con ellos también estaban Ramón y Julio. Los otros hermanos seguían con la tradición asturiana y repartían leche en el barrio. Dicen que tanta era la confianza que la gente les tenía que hasta les daban las llaves de entrada a las casas en las que hacían el reparto.
Con los años, el lugar se convirtió en una proveeduría especial, donde los vecinos no sólo buscaban los fiambres y quesos de calidad sino también algunos “ultramarinos”, como se denominaban a los productos importados, que tenían a las sardinas y el aceite de oliva español como principales banderas.
Si bien abrían de 8 a 23, se turnaban para dormir la siesta. Para ese entonces el local se encontraba separado en bar y almacén y la división la marcaba una fideera que aún forma parte del mobiliario actual. Fieles a sus tradiciones, los jueves por la tarde cerraban para reunirse con sus compatriotas en los centros españoles de Olivos y disfrutar de sus orquestas, bailes y comidas típicas.
. La presencia femenina la aportaban Rogelia (esposa de Pepe) y Segunda (esposa de Balbino), quien se había convertido en la jefa de la cocina. Eran famosos sus platos de “caldo gallego”, una especie de sopa donde se unen carnes y verduras, típica de Galicia, región vecina de Asturias. Más tarde, las hijas de Pepe y Rogelia (Alicia, Irma y las mellizas Graciela y Mirta; son las actuales dueñas del local) también se sumaron a la historia.
El tiempo pasó. Ramón se volvió a España y luego lo siguió Julio. Vicente y Pepe mantuvieron el negocio. El primero murió en 1999 y unos meses después Pepe bajó la persiana. Murió en abril de 2002. Pero después de esa suerte de siesta, en 2005 el almacén y bar “La Armonía” reabrió ya convertido en el “Bar de Cao”, ése que se luce en la esquina de Independencia y Matheu manteniendo no sólo la tradición de su buena comida sino la vieja escenografía que lo llevó a integrar la lista de bares notables de Buenos Aires.
Uno de sus nuevos dueños cuenta una anécdota que atrapa para conocerlo o volver al Bar de Cao: “la vieja máquina de hacer café, que aun se conserva como pieza de museo, jamás le funcionó a los hermanos Cao, entonces el café servido era de filtro. Los Cao siempre decían: “la máquina se nos descompuso ayer”.
Son muchos los artistas que a la hora de elegir dónde expresar su arte eligen el Cao. El pintor argentino León Ferrari tenía un vínculo muy estrecho con la familia española y visitaba asiduamente el lugar.
Muchas obras de Edgardo Lois tomaron vida en el Cao. También el músico argentino Pipo Cipolatti hizo de éste su propio bar y como en una especie de rito, cada vez que da una entrevista tiene que ser allí, en el corazón de San Cristóbal. Las visitas del artista Roberto Del Villano, los fileteados del letrista y dibujante Guillermo Pérez Bravo, las crónicas del historiador urbano Horacio Spinetto y del museólogo Diego Ruiz y los encuentros de la presidenta de la Academia Porteña del Lunfardo Otilia Da Veiga y Concepción Gamás son algunas de las huellas que mantienen activo el espíritu de los hermanos Cao. Espíritu que, aún hoy, cien años más tarde, continúa vivo en aquella esquina de Independencia y Matheu.
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