El espantapájaros
Tendría yo unos 8
o 9 años. Mi mamá había plantado en el jardín unas semillas , luego de haber
rastrillado la tierra y revuelto una y otra vez. Creo que eran almácigos de nabiza o algo parecido. El tema
es que utilizamos una escoba que sacamos de un viejo gallinero y le pusimos
ropa, un sombrero viejo de paja y tiritas de telas de colores para que el
viento las moviera y se alejaran los pájaros.
Una tarde de
cortar telas, clavar la escoba, enganchar alambres para colgar las tiritas y de
esa manera nos entreteníamos cuando no jugábamos a las comiditas con barro o
pasto y esas flores amarillas que se asomaban salvajemente entre el gramillón .
Era eso, o mirar tele (solo a la tarde
porque recién comenzaba la transmisión al mediodía) .
Una vez preparado
todo, sonreíamos al saber que las aves no comerían las semillas al final del
invierno.
Lamentablemente,
nuestra tecnología de avanzada falló y los pájaros no solo no se espantaban sino que se
paraban encima de la escoba como si nos desafiaran…
No importaba, lo
mejor fue el preparativo y la tarde diferente. A pesar de todo pudimos rescatar
algunas nabizas para la sopa tan exquisita que preparaba mi mamá.
©Silvia Vázquez
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