Se han cumplido 176 años de la patente del terrón de azúcar,
inventado por el suizo Jacob Christoph Rad en la planta azucarera de la ciudad
checa de Dačice en 1841.
En la actualidad puede parecer increíble, pero en el siglo
XIX el azúcar seco se vendía en forma de panes de azúcar de metro y medio de
largo, del que había que cortar pedacitos con un cuchillo para cada consumo. La
idea de elaborarlo de forma más práctica, adaptada a la creciente popularidad
del té y el café, surgió en la localidad bohemia de Dačice.
La anécdota que según la tradición dio lugar al invento es
protagonizada por Juliana, la esposa del suizo Jacob Christoph Rad, director a
la sazón de la refinería de azúcar de Dačice. Nos la cuenta la directora del
museo de la mencionada ciudad, Marie Kučerová.
“Un día, parece ser que en el año 1841, se cortó cuando
cortaba del pan de azúcar. No era sencillo cortar esos pedazos tan grandes que
se fabricaban entonces. Quería echarle azúcar al café o a alguna comida.
Bastaba distraerse un momento y uno se cortaba. Al parecer salió de la cocina
con el dedo vendado en busca de su marido y le dijo: director, haz por fin algo
y comienza a fabricar algo más pequeño, que nos haga la vida un poco más
fácil”.
De esta forma, tres meses después, Juliana recibió un
regalo, los primeros terrones de azúcar de la historia.
“Era una cajita con 350 terrones de azúcar. Los originales
no eran solo blancos, sino también rojos. Estaban coloreados y eran muy
bonitos. Más tarde se volvieron a fabricar terrones de colores. Estos primeros
terrones podían ser de dos tamaños: unos de bordes de 15 mm, más grandes que
los actuales, y otros de 12 mm”.
Para la elaboración de estos primeros terrones se construyó
una plancha especial de cobre con capacidad para 400 unidades. El secado de
estos minúsculos cubos duraba mucho menos que en el caso de los panes de
azúcar, tan solo unos 12 horas, lo que también permitía incrementar el ritmo de
producción.
El éxito llevó a que en enero de 1843 Rad pidiera lo que
entonces se llamaba privilegio imperial y que equivale a la actual patente, lo
que le garantizó la propiedad intelectual de esta novedad tecnológica. De esta
forma el invento se materializó en las Tierras Checas, entonces una potencia
azucarera, y es considerado como un aporte checo al mundo, aunque su inventor
ni era checo ni hablaba este idioma, ni nació ni murió en esta parte de Europa.
Los terrones empezaron pronto a fabricarse también en el
resto del Imperio Austrohúngaro y en unos años en todo el mundo. Es interesante
destacar que, además de prácticos, su popularidad se debió también a su
potencial para hacer publicidad. Se protegían con envoltorios de papel que
podían llevar impreso algún anuncio, de forma que rápidamente se convirtieron
en un interesante regalo promocional.
(fuente:www.radio.cz))
Un terrón de azúcar
No puedo aceptarlo, no, de ninguna manera.
A pesar de haber escuchado varias veces que es más práctico,
sigo opinando que el terrón es más vintage, así se dice hoy. No me importa, porque
me lleva a una época en que sin tomar café, por ser demasiado pequeña,
desenvolvía los cuadraditos dulces para
disfrutarlos, a escondidas de mis padres, porque “podían hacerme mal”. Ellos
endulzaban el café, cuando estábamos de vacaciones, porque durante el ao, el
café se tomaba en casa el azúcar era azúcar, como venía en el paquete de papel.
Pero ese terroncito, era una delicia para mí, y esperaba algún
momento en que se tomara un café “fuera” para disfrutarlos.
Mi padrino tenía un bar, ahí también había terrones de
azúcar, y alguna que otra vez me regalaba algunos para traer a casa. No sé por
qué hoy se transformaron en esos sobrecitos con frases que muchos coleccionan.
Pero, no hace mucho tiempo, quise conocer el café de los
angelitos. Y ahí sí, tenían el azúcar en terrones. como a mí me gusta. Todo
tenía el logotipo del lugar, obviamente traje escondido un terrón en la cartera.
Una tentación “irresistible”.
Voto por los terrones, por la nostalgia y por la dulzura de
saborear despacito cada uno de esos cubos inolvidables.
©Silvia Vázquez
...............................................
Me encantó. Que gran invento y que recuerdos maravillosos. Gracias por transportarme a la niñez. Excelente selección, investigación redacción y nota.
ResponderEliminarMuy buena nota.
ResponderEliminarEsos terroncitos eran riquísimos. Yo me los comía solos.
La vacuna sabin oral se daba a los niños,eran 5 gotitas sobre un terron de azucar.Excelente y muy dulce nota.
ResponderEliminarAcoto al enlace que hice sobre la vacuna Sabin oral .Esos magicos terroncitos dulces y brillantes engalanaban las mesas del te o café M.Teresa Barossi..
ResponderEliminar