En este texto, el homenaje a ella, la mujer del prócer Mariano Moreno, y su sufrimiento por la espera, su espera sin éxito y su amor por él.
A todas las mujeres que sufren, por lo que sea y a todas las que son felices porque son amadas. A todas las que eligen estar solas y a las que eligen estar acompañadas. A todas, por el solo hecho de ser mujeres.
¡FELIZ DIA!
Y OJALA QUE DIA A DIA SUMEMOS EXITOS Y NO MUJERES MALTRATADAS, VIOLADAS,MUERTAS,GOLPEADAS...
NI UNA MENOS.
Guadalupe
La
última noticia que tuve de Mariano fue en enero. Me parece que este otoño, va a
ser complicado. No recibo cartas, ninguna novedad , desde que la Goleta Fama partió hacia
Europa.
¡Qué
viaje tan extraño! Mariano no quería ir, y la verdad si me hubiera puesto
firme, a lo mejor se quedaba. Estos hombres…siempre con la última palabra…
La
semana pasada, esperaba novedades, y en lugar de una misiva, me entregaron una
caja con un abanico y un velo negro. Me sentí tan mal que Milagros tuvo que
darme aire, para no desplomarme en el sillón.
No
quiero pensar en nada malo, pero tal vez Mariano corre peligro, ¿o habrá
conocido a alguna mujer y ya me olvidó? Voy a volver a escribirle a ver si
tengo respuesta.
Paso
las horas sentada mirando por el ventanal , pero cae la tarde y nada. Los
paseos por el parque ya no son tan usuales, está empezando a hacer frío y no me
siento con ganas de caminar. Milagros me insiste que vaya a su casa, pero cada
día que pasa me siento con menos fuerzas, y mi cabeza está pendiente todo
momento en que Marianito no extrañe tanto a su papá. Dos meses sin noticias es
demasiado.
Esa
tarde de agosto, cuando las primeras gotas de lluvia aparecieron sobre los
rosales de la entrada, un mensajero se
acercó con un sobre en la mano. Me temblaban las piernas cuando lo abrí. La
carta decía: : “ Señora María Guadalupe Cuenca, le informamos que el doctor
Mariano Moreno ha dejado de existir en el mes de marzo, cerca de las costas de
Brasil, debido a una enfermedad, contra la que no tuvimos posibilidad de
luchar. Lamentamos su deceso, y le hacemos llegar nuestras condolencias”.Se me
arrugó el corazón. Sentí que el mundo caía sobre mi cabeza. El dolor era
inexplicable. No recuerdo bien de qué manera se lo dije a Marianito, pero creo
que lo entendió, a pesar de su interminable llanto, y la tristeza que le duró
meses.
Ahora
estamos intentando recomponernos, de a poco. Pensamos volver a Chuquisaca por
un tiempo, pero no se si me otorgarán la pensión que solicité. Por ahora
esperaré.
Mientras
tanto me siento a releer las cartas que escribí, que me fueron devueltas junto
con sus cosas…
“…Mi
amado Moreno de mi corazón: me alegraré que lo pases bien en compañía de
Manuel, nosotras quedamos buenas y nuestro Marianito un poco mejorado, gracias
a Dios. Te escribí con fecha de 10 o 11 de éste, pero con todo vuelvo a
escribirte porque no tengo día más bien empleado que el día que paso
escribiéndote y quisiera tener talento y expresiones para poderte decir cuanto
siente mi corazón, ay, Moreno de mi vida, qué trabajo me cuesta el vivir sin
vos, todo
lo que hago me parece mal hecho, hasta ahora mis pocas salidas se reducen a lo
de tu madre; no he pagado visita ninguna, las gentes, la casa, todo me parece
triste, no tango gusto para nada, van a hacer tres meses que te fuiste pero ya
me parecen tres años; estas cosas que acaban de suceder con los vocales, me es
un puñal en el corazón, porque veo que cada día se asegura más Saavedra en el
mando, y tu partido se tira a cortar de raíz, pero te queda el de Dios, pues
obrando por la razón y con virtud no puede desampararnos Dios…”
María
Guadalupe
©Silvia Vázquez
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