Otro día triste, estamos transitando la cuarentena por el Coronavirus; el encierro, la soledad, el silencio en las calles, la tristeza de saber cuánta gente sucumbe ante el virus, la impotencia de poder hacer tan poco contra él. No se escuchan las risas o llantos de los niños. Los edificios y las casas parecen estar vacías Las pocas personas que caminan por las hermosas calles de mi barrio lo hacen cabizbajas, con andar lento, esbozados.
Los más beneficiados son los perritos, porque sus dueños los pasean dos o tres veces en el día, buena excusa para transgredir las normas y salir a caminar. Por las tardes tengo una cita con mi amiga-vecina, nos encontramos en el balcón, y a distancia prudencial y mampara de por medio nos hacemos un rato de compañía. Intentamos “arreglar el mundo” pero es imposible…
Disfrutamos de la hermosa vista que nos brindan los verdes de los pinos, y de los gigantescos árboles que sobrepasan de estrellas.
Mi amiga adorna su balcón con una bandera argentina, Es la semana de Mayo, dijo, e inmediatamente vienieron a mi mente recuerdos de otros tiempos, de otros “Mayoa la Patria nos engalanábamos para celebrar el día de la Escarapela, el día del Himno Nacional, y el glorioso 25 de Mayo.
Con emoción y respeto nos dirigíamos a la plaza principal del partido de San Martín donde nos agrupábamos la mayoría de las escuelas de la zona. Nos acompañaban las autoridades eclesiásticas, militares y civiles, los Cadetes del Liceo Militar Gral. San Martín. Un cuerpo de la policía, los bomberos voluntarios, padres y maestros. La fanfarria de algún regimiento, marcaba el inicio del acto. El Himno Nacional cantado con fervor, y Aurora…
“Alta en el cielo un águila guerrera, audaz se eleva en vuelo triunfal,
azul un ala del color del cielo, azul un ala del color del mar…..”
generalmente no podía terminar de cantar la hermosa canción porque la emoción me embargaba, se cerraba mi garganta y me impedía hacerlo y perdura hasta ahora sólo con recordarla.
Las banderas que representaban a cada uno de los colegios e instituciones abrazadas por los alumnos más destacados avanzaban hasta el pié del mástil principal. Cuando nuestra enseña patria llegaba a lo más alto del mástil, soltaban cientos de palomas que revoloteaban por encima de nuestras cabezas por un largo rato. Respetábamos a nuestra Patria, la sentíamos. Desfilábamos con disciplina, custodiados por nuestras maestras, luciendo sus inmaculados delantales engalanados con una escarapela, igual que nosotros los alumnos.
La bandera, en el mástil quedaba agitando sus paños celestes y blancos, hasta el atardecer impregnada de amor y emociones. Las autoridades municipales y otras, directores y maestros de escuelas, público en general homenajeábamos a la Patria, con respeto y amor. Son recuerdos de los años 50 del siglo pasado que volvieron a mi mente ahora preocupada por el virus que ha invadido el planeta y que está cambiando nuestras vidas. Ojalá que no cambien nuestros sentimientos, y que recuperemos el respeto y el amor a la Patria. Para bien de nuestros descendientes y de la humanidad toda.
FELIZ 25 DE MAYOI! ¡ VIVA LA PATRIA!
©Leonor Pires
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