Un 10 de mayo
de 1843 nace Benito Pérez Galdós, en Las
Palmas de Gran Canaria en 1843, hijo de Sebastián Pérez, teniente coronel del
Ejército y de Dolores Galdós. Desde niño (Infancia en las Palmas) fue aficionado
a la música, al dibujo y a la literatura. Es en opinión general, el mayor
novelista español después de Cervantes.
A los diecinueve
años se traslada a Madrid (en Retrato familiar y social: Galdós, ciudadano de
Madrid; Huellas del Madrid Galdosiano; el Madrid Galdosiano). Allí conocería a
don Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza,
quien le alentó a escribir y le orientó hacia el krausismo. Durante los
primeros años de su estancia en la corte frecuentó redacciones y teatros.
Escribió en La Nación y en El Debate.
Mapa de Madrid,
1857.La Fontana de Oro (1870), La sombra (1871) y El audaz (1871) fueron los
títulos de sus primeras novelas, que revelan todavía una influencia del
Romanticismo. Publicó artículos (en La obra: Fronteras entre novela y artículo
periodístico; Galdós periodista) políticos en la Revista de España y algo de
ellos, así como el ataque al régimen anterior a la Revolución de 1868 y el
inmovilismo de la tradición, se plasma en sus obras de tesis de la misma época:
Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), La familia de León Roch (1878) y Marianela
(1878).
Abre el camino al
Naturalismo con La desheredada (1881), la primera de sus novelas contemporáneas
a la que le seguirán El doctor centeno (1883), Tormento (1884) y La de Bringas
(1884). El amigo manso (1882) es una de las creaciones más originales de Galdós.
Lo prohibido (1884-85) es la novela galdosiana más impregnada de Naturalismo.
Fortunata y Jacinta de 1886-7 es un vasto mural donde la historia, la sociedad
y el perfil urbano de Madrid sirven de fondo a un argumento que presenta a dos
jóvenes enamoradas del mismo hombre.
En 1873 aparecieron
las dos primeras series de los Episodios nacionales. Leyó a Balzac (en Retrato
familiar y social: Galdós y sus contemporáneos europeos), a los novelistas
rusos y a Dickens de quien tradujo Pickwick papers. Aprovechó las rápidas
apreciaciones e indicaciones sobre sus países. Acusó a los escritores
contemporáneos de incapaces de describir la vida de su tiempo. Sólo excluyó de
sus ataques a Fernán Caballero y a José María Pereda. Urgió a los otros
escritores a tomar las grandes conclusiones de los problemas sexuales y
espirituales de la clase media urbana de su época como principal fuente de
inspiración. Sus últimos escritos teóricos añaden poco a estas ideas. Merecen
citarse el prólogo a El sabor de la tierruca de Pereda, un memorial dirigido a
la Real Academia Española y el prólogo a la tercera edición de La Regenta, de
Clarín.
Al final de la
década de los 80 y a comienzos de la siguiente publica Miau (1888), La
incógnita (1889), Torquemada en la hoguera (1889), Realidad también en 1889 y
Ángel Guerra de 1891, en donde experimenta una nueva manera de novelar. Los
problemas éticos aparecen en Tristana (1892), Nazarín (1895), Halma (1895) y
Misericordia (1897). Frecuentemente (como en Nazarín o Misericordia), sus
novelas parecen recordar a Dostoievski. Su penetración psicológica ha sido
igualada pocas veces. Entre sus características más definidas se cuentan un
estilo personal vigoroso y muy marcado; un gran conocimiento de la locura y la
esquizofrenia (no hay que olvidar su interés por Don Quijote) raramente preciso;
un efectivo y sistemático manejo del simbolismo (evocador de su propia
desilusión por la debilidad de España) y una conmovedora lástima por la gente
que pretende elevarse de la bondad a la santidad.
Crítica sobre el
estreno de «Electra» en el Teatro Español.Las obras dramáticas de Galdós (en La
obra: El teatro de Galdós, representaciones en blanco y negro) fueron
frecuentemente críticas por tener un carácter esencialmente novelesco.
Ciertamente, adaptó para el teatro sus propias novelas Realidad en 1892, La
loca de la casa en 1893, Doña Perfecta en 1896, El abuelo en 1904 y otras, que
fueron acogidas con éxito por el público y por la crítica. Electra, por motivos
políticos o, en todo caso, extraliterarios, constituyó un acontecimiento
nacional. El autor nunca había sido tan serio, tan cuidadoso y preocupado como
en estos dramas. Hemos de indicar que estas cualidades se hallaban en el teatro
español de aquel tiempo. Su influencia para la escena posterior fue benigna. En
sus últimos años la oposición creciente se vio patente en la candidatura
rechazada y poco después aceptada de la Real Academia. Le dolió que la
generación del 98 no le considerara su mentor. La concesión del premio Nobel de
literatura a Echegaray (autor muy inferior y de escasa valía) lo consideró un
mazazo a la mejor literatura española de su tiempo. En 1912 quedó ciego (en Los
últimos años: La ceguera), aunque no por ello sufrió menos la insolvencia en
sus últimos años. Por entonces escribió una tercera, cuarta y, finalmente,
quinta serie de Episodios nacionales entre 1898 y 1912; de la última serie
únicamente aparecieron seis volúmenes, quedando así incompleta.
La labor de Benito
Pérez Galdós fue la de transformar el panorama novelesco español de aquella
época.
Dejó al lado el romanticismo y avivó el realismo español, dotando tanto
de una gran expresividad a la narrativa como de nuevas formas aptas para el
entendimiento del mundo y de la obra.
(fuente www.cervantesvirtual)
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