viernes, 13 de agosto de 2021

Escritora invitada: Susana Grimberg

 Noches en vela


“Apreciamos la fina música, los bellos cuadros, mil delicadezas, pero no sabemos lo que de ellas han costado a quienes las inventaron, de insomnios, de llanto, de risas espasmódicas, de una angustia de morir que es peor que todo eso”. Marcel Proust. Le côté de Guermantes

No poder conciliar el sueño, en un mundo que perdió el sueño

La incertidumbre por el Covid sumada a las jornadas laborales sin horarios precisos, es un desafío para el descanso. La gente no da más y sin embargo no puede dormir. Es que, a un tercio de la población, según las estadísticas, la pandemia le quitó literalmente el sueño. Nadie sabe cómo lidiar con esta pesadilla cada vez más transversal e inclusiva. Los sistemas de salud, las empresas y las familias no tienen sin embargo el foco puesto en este asunto que hiere la salud mental.

A su vez, tanto la extensión de los tiempos de las diversas cuarentenas, se están volviendo feroces. Si vivir con insomnio es difícil, lo es aún más, en tiempos de pandemia.

Es que con el aislamiento o confinamiento llegó también el mal dormir sobre todo por los límites desdibujados de la jornada laboral, el comedor convertido en escritorio además de la imposibilidad de que los convivientes se despidieran por la mañana para volver a reunirse luego.

En la Argentina, hubo un cierto descanso mental cuando los casos se redujeron, se levantaron ciertas restricciones y, hasta algunas personas pudieron tener sus vacaciones. Pero en este momento, pese a que el inicio de las clases pudo concretarse pero no se sabe a ciencia cierta si se cumplirá con los requisitos para la vacunación masiva, hay un nivel de incertidumbre que impide conciliar el sueño.
Entre los trabajadores, el grupo más afectado por el insomnio es el que vive para salvar las vidas de otros por lo que el 80 % del personal de salud sufre de insomnio.

Para los sistemas de salud el mal dormir es una alerta más. También en niños y adolescentes para quienes el mal dormir puede traerles consecuencias severas en el estudio. También, en las personas mayores.
Por otra parte, no dormir es también no soñar. Y, como el sueño es el guardián del dormir, según Freud y Lacan, la gente se está quedando sin esa protección.

Dormir y morir

Tiempo atrás, una persona me dijo que las palabras dormir y morir son muy similares y que sólo una letra las diferenciaban. Me sorprendió la comparación porque no lo había notado. ¡Cómo para no pasar las noches en vela!, pensé y recordé el dicho idish: “Cuando uno se acuerda de la muerte, no se siente seguro en la vida”.

Un año atrás, cuando falleció un tío muy querido por mí y por todos, el tío David, un familiar me dijo: “Es una muerte reservada a los santos. Pasó de un sueño a otro”. Yo había conversado con él unos días antes, cuando cumplió noventa años.

El insomnio o la resistencia a dormir

Todos sabemos que el insomnio es un trastorno del sueño que consiste en la dificultad para dormir y que puede suceder por varios motivos: porque cuesta conciliar el sueño, porque se sueña en etapas porque se producen varios “despertares” durante la noche, o porque se da un acortamiento del sueño, acompañado por un sorpresivo despertar.

Distintas substancias de consumo habitual, pueden “despertar” el insomnio: el café, el cigarrillo y el alcohol, además de drogas estimulantes. También, hasta los mismos hábitos de la vida cotidiana pueden interferir en el sueño normal y generar insomnio, tales como el estrés, un entorno muy ruidoso, cambios de horarios, etc. Esto produce una irritabilidad generalizada, síntoma nervioso frecuente relacionado con la neurosis de angustia, como nos enseña Sigmund Freud. La hiperestesia auditiva es un síntoma esencial, que explica el íntimo vínculo entre impresiones auditivas y terror, además de ser a menudo la causa del insomnio. El terror nocturno (pavor nocturnus de los adultos), no es nada más que una variedad del ataque de angustia. También el pavor nocturnus de los niños, dice Freud, es una manifestación de la neurosis de angustia.

La neurosis de angustia, caracterizada por la irritabilidad, el estado de expectativa angustiada, fobias, insomnio, es el efecto de diversos desórdenes de la vida sexual como la abstinencia forzosa, la relación sexual inconclusa o interrumpida (que no culmina en el goce), los esfuerzos sexuales que sobrepasan la capacidad psíquica del sujeto, etc.

En otro orden de cosas, Freud expresa que ciertos neuróticos, particularmente insomnes, confiesan que su insomnio fue inicialmente deliberado: no se atreven a dormir porque sienten temor de sus sueños, vale decir, sentían temor de las consecuencias de esa disminución de la censura. Mas, no por eso el retraimiento de la censura significa un descuido grave porque como el estado del dormir paraliza la motilidad, por más que nuestros propósitos maliciosos empiecen a removerse, no son capaces de hacer otra cosa más que un sueño, inocuo en la práctica. A este tranquilizador estado de cosas alude la muy razonable observación que el durmiente suele hacer: «Es sólo un sueño». Por eso le damos permiso y seguimos durmiendo.

Quiero destacar que el sueño es el guardián del dormir. Tanto Freud como Jacques Lacan, enfatizan esa función. Por otra parte, es importante tener en cuenta que el sueño interpreta el deseo del soñante y que, para evitar la censura, aparece disfrazado, resultado del trabajo de elaboración onírica.
El trabajo del sueño hace que lo simbólico se exprese por medio de imágenes, las cuales vuelven a ser puestas en palabras de un modo tal que se realice esa función de mensaje que el sueño tiene.
Lo que resta del sueño es entonces un “texto”, un texto sagrado dice Freud y ese texto, esa letra, es la que llama a la interpretación.

Sigmund Freud en su libro sobre “La interpretación de los sueños”, como era su proceder, lee, escucha, en el lenguaje cotidiano y descubre que hay una verdad en el decir profano acerca de los sueños, que no concuerda con el saber científico de su época.

Esa verdad está ya dicha, escrita en el Talmud, en el cual los sueños, por encima de toda superstición o poder de predicción, tienen un valor esencial para el soñante, explicitando también que deben ser contados, puestos en palabras, dado que el sueño cumple una función de mensaje dirigida a quien supiera escuchar, que no era cualquiera sino alguien autorizado como el rabí, el maestro y, según mi opinión, el psicoanalista.
En los pueblos de la Antigüedad, los sueños eran considerados mensajes de los dioses. La concepción hebraica compartía esa idea con una diferencia importante, la de diferenciar adivinación de profecía.
Si bien el profeta predecía el porvenir, lo esencial era su función de sacudir, despertar en el hombre una verdad. En el doble registro de verdad y predicción se desarrollan las concepciones talmúdicas acerca de los sueños. Yo agrego, la importancia de la interpretación:

“Un sueño que no se interpreta es como una carta que no se lee”. Berajot. Cap IX. Rabí Jisda. Talmud de Babilonia.
Elogio del insomnio

Desde una mirada distinta, el escritor y editor mexicano Alberto Ruy Sánchez, autor de “Elogio del insomnio”, cuenta en una entrevista que, desde niño, cuando llegaba el momento en el que todos estaban dormidos, él seguía despierto y no sólo no padecía del insomnio sino que lo gozaba. Además, agregó que se había dado cuenta de que el insomnio era un gran incomprendido. Y añade que habría que reivindicarlo por tratarse de una zona inigualable de libertad del cuerpo y la mente, un tiempo dentro del tiempo: un regalo de vida. “Tener insomnio puede ser un privilegio y no una enfermedad”.

Quiero concluir con este pensamiento del escritor y filósofo Santiago Kovadloff:

“La vocación de un escritor que es filósofo consiste, en resumidas cuentas, en contribuir al insomnio general. Y si estamos de acuerdo con ello, me parece que algo hice al respecto. Estoy ayudando a que no abunde el sueño. Quizá porque yo mismo soy un desvelado y no podría ser de otra manera.”
Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.
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