Robert Browning y Elizabeth Barrett Browning.
Amigos, ya saben que me gustan las historias de amor. Esta que les voy a contar es una de mis preferidas. La primera vez que la escuché, contada por una profesora, en mis años de estudiante de inglés, quedé fascinada. Decidí, entonces, investigar más sobre ellos y comencé a buscar información en viejos manuales de inglés.
Fue un amor real, pero parece de leyenda. Fue un amor secreto, romántico y apasionado. Los dos estuvieron locamente enamorados hasta que la muerte los separó.
Robert y Elizabeth eran poetas ingleses en Durham, Inglaterra. Ella, de piel oscura y semblante siempre triste. Nació un día como hoy, un 6 de marzo de 1806. Escritora de la época victoriana; ávida de conocimiento; comenzó a escribir a los 6 años y nunca se detuvo.
Era la hija mayor del matrimonio compuesto por Mary Clarke y Edward Moulton - Barrett, muy adinerado, dueño de plantaciones de azúcar en Jamaica.
A los 15, Elizabeth tuvo una enfermedad en el sistema nervioso central, algo desconocido para la ciencia en ese entonces, imposible de diagnosticar. Debido a esto, la joven se convirtió en una muchacha débil, que sufria terriblemente durante los meses de invierno. Pasaba los días encerrada en su habitación, leyendo y escribiendo sin ver a nadie, salvo a su familia. Su fama creció al publicarse sus primero trabajos : Poems, en 1844, y en poco tiempo se convirtió en una de las escritoras más populares de Inglaterra.
Hizo campaña por la abolición de la esclavitud y el trabajo infantil. Su producción literaria influyó en escritores tales como Edgar Alan Por y Emily Dickinson.
Parecía que su destino sería permanecer siempre en cama, inválida de por vida, hasta que el amor llegó a su vida.
Robert Browning, fanático de la poesía, era su admirador. Un día decidió escribirle una carta (a fan letter) y se la hizo llegar. Pasó mucho tiempo hasta que ella le respondiera, pero un día lo hizo y, desde ese instante, no dejaron de estar en contacto. Primero se escribieron durante cinco meses. Luego, arreglaron para encontrarse, conocerse y charlar sobre poetas y escritores. Elizabeth, que no podía caminar, lo recibió en su casa (aún hoy existe el sillón donde ella lo esperaba sentada, casi postrada). En aquella ocasión charlaron sobre Pope, Shelley, y así comenzaron una relación. Hoy día, en que el cortejo y las cartas de amor son tan raras de encontrar, en ellos fue algo de todos los días.
Se enamoraron.
El cortejo duró 20 meses. Durante ese tiempo, intercambiaron 574 cartas de amor. Ese amor era justo lo que Elizabeth necesitaba, ya que comenzó a reír y a alimentarse mejor. Su salud mejoraba dia a dia. Guardaba las cartas de Robert en una maleta de plumas y las leía y releía todos los días, siempre con miedo a que su padre, u otro familiar, las encontrara.
El padre de Elizabeth era muy estricto; no aprobaba la relación. Pensaba que Robert estaba con su hija por su fama y su fortuna. Tan grande fue la prohibición a verla, que Robert tuvo que raptarla sacándola en brazos por la ventana de su habitación (Ella no caminaba). Una vez que se fugaron, se casaron en Maryleborne Church el 12 de septiembre de 1846. Elizabeth tenía, en ese momento, 40 años.
Tuvieron su luna de miel en París y una semana después se fueron a Florencia, Italia, el lugar que se convertiría en su hogar.
El padre de Elizabeth, furioso, enloquecido y lleno de ira, la desheredó. Afortunadamente, a la pareja no le importó en lo más mínimo, y fueron inmensamente felices.
Robert Browning, o el amor, quizás, hicieron.que Elizabeth se pusiera de pie después de tantos años de haber estado postrada en una cama.
El 29 de junio de 1861, con tan solo 55 años, Elizabeth moría en brazos de Robert.
Su tumba se encuentra en el Cementerio inglés de Florencia. Fue, sin duda, una de las poetas más importantes de la literatura inglesa.
"Poemas Antes del Congreso" (1860) fue su último libro. De manera póstuma, apareció "Últimos Poemas" (1863).
Hoy día, puede visitarse CASA GUIDI (Casa Museo) en Florencia, donde los Browning fueron tan felices.
Hace años, un amigo muy querido, llegó hasta allí y tomó muchas fotos para mí. Lamentablemente, las perdí.
Si alguna vez van a Florencia, no se olviden de visitar CASA GUIDI; un lugar que guarda una historia de amor apasionante.
©Amelia Bartozzi
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