El mentiroso
Estaban sentaditos al lado de la puerta de entrada de un
local de comidas rápidas. Eran más o menos las 4 y media de la tarde. Yo venía
de una consulta médica, y me detuve ahí para usar el sanitario. Estacioné el
auto y cuando bajé ya tenía a l lado mío una nena de unos 9 años, con el
cabello enrulado, o mal peinado, sucio pero con unos ojazos enormes y
brillantes.
-
¿Le cuido el auto? Me preguntó.
Enseguida corrió a su lado un nene de unos diez, y me
pidió una moneda.
-Cuando salgo les doy, les dije
Pasaron unos minutos cuando volví al estacionamiento y
los ví, la nena de rulos dijo:
-
¡Uy, yo le tenía que cuidar el auto!
Y corrió al lado de él.
Me quedé mirándolos y apareció otra nena de unos 6 o 7
años. Los tres me miraron y me volvieron e pedir monedas.
Saque algunas de la billetera, y les di a los tres la misma cantidad. Las
manos del nene estaban muy sucias y la nena de rulos se enojó:
-Hey, vos no le cuidaste el auto!, dijo
-Diganme, ¿por qué están acá afuera con el frío que hace?, les dije
- Porque estamos pidiendo- respondió el varoncito, de
unos diez años.
- ¿Y desde qué hora están acá? ¿Viven cerca?
- Desde la mañana, si, vivimos acá a la vuelta en la
calle con mis hermanas
- ¿Y tu mamá dónde está?- pregunté
- Mi mamá se murió
- Y tu papá?
- No tenemos papá- respondió el nene.
Al mismo tiempo, un joven le da a las nenas un postrecito
que compró en el mostrador y en la mano llevaba una bolsa.
-
Vos sos el padre? Le pregunté
-
- Noooo! No soy el padre. Ellos son de “las ranas”, andá
a saber quién es el padre, me dijo
-
Ahhhh, me dijeron que vivían en la calle. Me mintieron.
El joven se rió y me ofreció algunas de las cosas que
llevaba en la bolsa; hilos, cargadores de celular, pendrives, agujas. Le dije
que no podía comprarle nada, era verdad.
Entonces salió de estacionamiento y desapareció.
-¿Cómo te llamás? Le pregunté al nene
- Alexis
- ¿Y ustedes?
- Luna y Brisa- respondieron las nenas
- Y decime, Alexis, ¿por qué me mentiste?
- Y sino… no me dan monedas. Y no puedo comprar para
comer.
- Está muy mal eso,- respondí. La gente no te da monedas
si vos le mentís, deciles que no comiste y te van a dar.
- No, no me dan.
- Sí, te dan,¡ probá!
Además te cuento que si vos mentís se te nota acá (y le señalé los
ojos). ¿Sabías que se nota cuando mentís?
- Además te crece la nariz- le dijo Luna
- No, es mentira que le crece la nariz- les dije. ¿Dónde
está tu mamá?
- En mi casa con mis hermanos. Somos doce hermanos
- Ah si? Mirá cuántos… y van a la escuela ustedes?
- Si, vamos a la mañana temprano.
- Bueno, entonces contame por qué me dijiste que estabas
acá desde temprano.
Los tres sonrieron pícaramente. Luna volvió con un helado
en la mano y Alexis siguió contando monedas.
-
Mi hermanita más chica tiene dos años y el más grande no
sé, además no está en mi casa.
-
Tenés las manos
muy sucias vos, por qué? ¿No sabés que si andás con las manos sucias te hace
mal? Te contagiás enfermedades, y lo que te llevás a la boca está sucio
también…
-
Y ¿para qué me voy a lavar las manos si no tengo pada
para comer?
No sabía qué decirle. Me volvió a pedir monedas. Las sacó
todas y las volvió a contar.
-
Vos te peinaste hoy Luna?
-
Si
-
Me parece que me mentís, ¿sabés que se nota no?
-
Uy si, mirale los ojos- dijo la más chica
-
¿Viste que se nota?
-
¿Te peinaste hoy?
-
No
-
Ah ahora ya tenés los ojos más lindos, ahí dijiste la
verdad
Me contaron en qué grado estaban, y que su mamá estaba en
casa esperándolos para que le lleven la plata para que pudieran comer. Que esa
mañana habían comido una medialuna que les regalaron ahí. Y que a veces iban al mayorista de la vuelta a
comprar biromes para vender , cuando tenían muchas monedas entre los tres.
Las nenas se quedaron compartiendo el helado, el nene vió
llegar otro auto y le pidió monedas al hombre que bajó de él. Yo fuñí hacia mi
auto y me quedé esperando a ver qué hacía.
-
¿Me da monedas ? - le dijo
-
¿Por qué me pedís monedas, tu mamá dónde está?- preguntó
el hombre
-
- Mi mamá se… mi mamá está en casa con mis hermanitos- le
dijo.
Las nenas me miraron y sonrieron. El también. Puso sus
dedos en “V” sobre los ojos y me miró, señalando los míos.
El hombre les dio monedas.
Alexis se atrevió a no mentir. Entró corriendo y se lavó
las manos.
No les dí más monedas. Quizá estuve mal.Tengo la
esperanza que no vuelva a mentir. No lo
sé. Quizá, ese día comieron un poco más que de costumbre. Quizá les enseñé algo
útil. No lo sé. Quizá…
©Silvia Vázquez
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