viernes, 19 de junio de 2020

Entrevista: Franco Vaccarini, literatura infantil: "Habrá un libro que te sacudirá y que te llevará a otros y así se transforma una vida"

foto: Fund. FILBA


Franco Vaccarini (Lincoln, 1963) es un escritor argentino radicado en  Buenos Aires desde 1983. Publicó más de ochenta libros para un público infantil y juvenil, abordando múltiples géneros. 

Su obra “Doce pescadores” fue destacado como uno de los tres libros mejor editados en literatura infantil del año 2016, distinción otorgada por la Cámara Argentina de Publicaciones. 

Ganó el premio El Barco de Vapor de Ediciones SM con su novela “La noche del meteorito”, año 2006. Sus obras circulan por países como Chile, Brasil, España, México, Colombia, Canadá y Estados Unidos.


El último editado novela que salió en agosto de 2019, publicada por SM   “Qué asco de vida”, lleva ese título sacado de los diarios de Kafka.


El protagonista, Andrés, es un jovencito que sí tiene padres, pero que es enviado por ellos muy lejos, a estudiar idioma francés a la ciudad de París, con la esperanza de que así se recupere de la depresión en que se halla sumido tras haber sido dejado por su novia Ariela y salga de ese “asco de vida” del que no parece poder librarse por sus propias fuerzas. En la gran Ciudad Luz, Andrés, casi huérfano y por las suyas, comienza su estadía en la residencia de madame Monique, una casa oscura, vetusta, lúgubre, con un inquilino visible que mastica con la boca abierta y otro habitante, oculto y siniestro y tal vez apenas soñado, que ronda las sombras con su “nueva forma de presencia” que es humana, pero no exactamente, o ya no del todo.

Paralelamente, Andrés conoce a otra gente, hace nuevos amigos (entre ellos Pauline, una chica con quien rápidamente pega onda) y descubre una trama oculta que lo conecta, improbable pero ineludiblemente, con el colapso de la central nuclear de Chernobyl muchos años atrás (en una gran casualidad, Franco escribió esta novela corta poco antes de que surgiera la mundialmente exitosa miniserie televisiva sobre Chernobyl) y que hace que se sienta él también, de una forma indefinible pero innegable, también transformado, radiactivo, tóxico, también en la inminencia de un cambio hacia lo monstruoso.
 Un gran manejo de los climas y del suspenso, una escritura fluida y bella, unos personajes entrañables y creíbles y un toque de terror siniestro hacen de este libro uno de los más originales e interesantes que leí en los últimos tiempos.




Franco, ¿qué es lo más importante que debe hacer un escritor antes de sentarse a escribir?

Asegurarse de que por una hora o dos el mundo no correrá peligro si uno lo abandona un rato para intentar construir un mundo propio. Es decir: no dejar la pava en la hornalla encendida, cerrar las ventanas si está por llover, contestar el whatsapp urgente y silenciar el celular.

¿Sos un buen lector?

Leer es la actividad más persistente a lo largo de mi vida. Leo por placer novelas y cuentos; leo libros de historia o divulgación científica, leo para documentarme para algún proyecto literario. Leo para estar solo conmigo, leo para conectarme con los demás.

¿Quién es tu autor/autores preferidos?

Hay muchos, pero algunos son recurrentes: los Diarios de Kafka, los cuentos de Borges, las novelas de Amélie Nothomb.




¿Qué libro te remite a tu infancia?

Pinocho, de Carlo Collodi. Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne.

¿Estás leyendo algo actualmente?

El periodista deportivo, de Richard Ford. Acabo de terminar Canadá, del mismo autor. Y antes, leí La maestra rural, de Luciano Lamberti.

                                              

¿Qué es lo más complicado para un escritor, ponerle título a su libro o pensar el final?

Son dos instancias fundamentales. Y depende de la historia, porque algunas nacen con título y ya es inamovible; otras nacen con un título de batalla y después cuesta encontrar el definitivo. También hay historias donde el final está claro y es como irse de viaje con un destino seguro. Pero en otras ocasiones se nos presentan opciones, y esa decisión puede iniciar un proceso tortuoso y hasta hacer naufragar todo el proyecto.


¿Sos ordenado para escribir o vas dejando ideas en papeles que luego compaginás?

Anoto ideas en cuadernos, libretas, en el bloc de notas del celular… que nunca retomo. Normalmente, cuando inicio algo voy a la computadora, me hago una hoja de ruta o pienso mucho antes de escribir.

¿Sentís que hay mucho ego en la literatura infantil?

Hay tantos autores como hay personas; lo demás es prejuicio. La escritura literaria congrega a gente humilde y talentosa… a veces de una modestia conmovedora. Si alguien pisa el palito una vez no pasa nada, pero si vive en su egoísmo y se piensa como el único escritor o escritora del mundo pagará el precio.

¿Considerás que tus libros pueden ser leídos por público adulto también?

Estoy convencido que muchos de ellos sí, aunque a la vez me hago la pregunta… ¿quién puede darse el lujo de elegir a su público? Acepto con alegría a mis lectores, de cualquier edad.  Por otra parte, publiqué dos novelas para adultos y voy por una tercera.

¿Te ha sucedido de comenzar a escribir una historia y dejarla para escribir otra?

Me han quedado algunas historias en el camino, que quizá retome algún día. Dos o tres novelas.  

¿Qué es lo que más te apasiona de escribir para el público infantil?

La confianza de que voy a poder comunicarme con ellos a través de ese relato, de esa maquinaria narrativa que ofrezco para que me conozcan.


¿Qué le dejarías como mensaje a tu público lector?

Que le den una oportunidad a los libros, que hay allí mucho más de lo que pueden imaginarse. 

Habrá un libro que te sacudirá y que te llevará a otros y así se transforma una vida.





Muchas gracias.




Nota ©Silvia Vázquez
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