“El stress en tiempos de pandemia”
“La vida es un viaje y si te enamoras del viaje estarás enamorado para siempre”.Peter Hagerty.
Estaba leyendo el excelente libro de Diana Laura Caffaratti, “Territorio interior” en el que la valorización de otros tiempos, tanto pasados como actuales y el reconocimiento de lo hecho por los padres, abuelos e hijos me retrotrajo al comienzo de mi libro “Los bordes del tiempo”. Descubro, entonces, las coincidencias: el amor, “expresión máxima del motivo por el cual vivo”, según el pensamiento de Diana Laura Caffaratti además del reconocimiento de todos aquellos que supieron transmitir el amor por el otro más allá de las diferencias.
Leer a Diana Laura Caffaratti, acerca a la vida y al amor además de alejar del stress y de cualquier enfermedad suscitada por el miedo a no estar más.
Otra coincidencia sorprendente respecto al tema a elegir se produjo hoy por un video que me envió Héctor Klurfan, en el cual aparece con claridad el stress y que el miedo que lo desencadena, enferma.
La queja insistente sobre la extensión de la cuarentena obligatoria tiene asidero con que la cuarentena en la Argentina, es la más exigente y la más extensa en el tiempo, lo que ha hecho que muchas personas hayan caído en una situación de stress. Y digo caer porque es una caída casi sin límites causada por la incertidumbre, el nerviosismo y la angustia de cada uno.
Justamente, respecto de la incertidumbre, el sociólogo Zygmunt Bauman, en El arte de la vida (Paidós), dijo, que el stress lleva a perder, “la esperanza de escapar de la incertidumbre” y, que "la felicidad genuina, verdadera y completa siempre parece encontrarse a cierta distancia. Como un horizonte que sabemos que se aleja cada vez que intentamos acercarnos a él".
El sujeto humano, al comenzar este milenio, ha quedado expuesto a nuevos síntomas, que hoy llamamos stress pero que, a mí parecer, se trata de la neurosis de angustia que, en situación de encierro, se ha incrementado. Y poco importa si el fundamento es evitar que el coronavirus haga estragos en la gente porque lo que está enfermando a la gente es, también, la falta de credibilidad de quienes gobiernan al país.
Aprovechar estos momentos de temor para cometer los mismos errores, desacreditan a aquél o aquellos en quienes se depositó una cierta confianza.
Es grave también el encierro cuando la publicidad sugiere correr o calmar el vacío existencial con las fórmulas mágicas que la ciencia inventa.
Sin ir más lejos, el mundo publicitario, le indica al hombre moderno que si no corre no alcanza. Pero ¿qué es lo que el hombre encerrado o preso en su casa, debe alcanzar?
Rescato un programa de televisión hecho en Córdoba, estrenado hace muy pocos días, en el que una bella canción de fondo dice que para llegar no hay que correr sino no dejar de andar.
Concretamente: ¿qué es el stress?
El estrés o stress, del latín stringere 'apretar' a través de su derivado en inglés stress “fatiga de material”, es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.
Sigmund Freud, en Etiología de las neurosis, más específicamente en las neurosis de angustia, se refiere a lo que hoy llamamos stress. Él considera como causas concurrentes: emociones fuertes, agotamiento físico, insomnio, somnolencia, enfermedades agudas, intoxicaciones, accidentes traumáticos, surmenage intelectual aunque agrega que “el trabajo intelectual es un medio protector frente a una eventual afección neurasténica; justamente los trabajadores intelectuales más perseverantes son los que permanecen a salvo”.
Es conveniente saber que el estrés es un síndrome de alerta que prepara al organismo para una respuesta de ataque, o de huída, frente a una amenaza inminente. Es decir, aunque no lo creamos, está al servicio de poder defendernos de algo que debemos enfrentar.
Sin embargo, cuando esta respuesta defensiva es constante, se empieza a funcionar mal. Aparecen la dificultad para concentrarse, problemas de memoria, cansancio, angustia, ansiedad, taquicardia, temblor, mareos, síntomas que revelan una sobrecarga de tensión que pueden darse también en cuarentena. De todas maneras, depende de cómo cada persona interprete aquello con lo que debe enfrentarse: puede ser algo temible para un sujeto o un desafío para otro.
Las distintas fases del stress.
1) Una fase de alarma es el momento de enfrentarnos con una situación distinta y, quizás, peligrosa por lo exigente, y que despierta ansiedad.
2) Una segunda fase de resistencia, en la que la gente se mantiene activa desestimando los síntomas de cansancio
3) Y una tercera fase de agotamiento porque al no disminuir las exigencias como por ejemplo del trabajo en la casa o, incluso en la creación artística, aunque lo que se realice sea una elección de vida, es probable que la amenaza de caer en las redes del stress también aparezca.
De todas maneras, pese a saber que en la vida cotidiana, es posible encontrarse con una sobrecarga inaudita derivada de diferentes situaciones estresantes hoy, por ejemplo, con los negocios cerrados ni los dueños ni los trabajadores pueden vivir como antes de la pandemia. En realidad, la gente puede morir de un infarto solamente al comprobar que el trabajo de toda una vida, se derrumba.
Es que, aún en las sucesivas cuarentenas, los problemas laborales, económicos, exámenes, discusiones con la pareja o con distintos miembros de la familia, el aumento de precios acompañado por la disminución de sueldos o directamente la falta de trabajo, demanda un gran esfuerzo de adaptación, generando conflictos con amigos y con uno mismo, incluyendo un gran desgaste en el organismo.
Las elecciones legislativas.
Es factible que cada uno de los factores mencionados, pueda llevar al agotamiento, a "no poder más", y este es una señal de haber caído en un estado de stress. También las elecciones legislativas cargadas por el peso de las promesas incumplidas, los desacuerdos entre los que dicen ser progresistas y los que les reprochan encubrirse con un manto de mentiras, y los que, sin saberlo, ignoran lo dicho por el psicoanalista francés J Lacan que el fascismo anticipa el porvenir.
La gente al no poder evitar el miedo, la ansiedad, la incertidumbre, cae en situación de stress. Sin embargo, no hay que olvidar que el stress le avisa al cuerpo que tiene que defenderse y esto es bueno, sobre todo en una situación de emergencia como la que se está viviendo.
La verdad es que, afortunadamente, hay pequeñas situaciones novedosas, casi impredecibles y alentadoras, pero que en una sociedad en la que la palabra crisis se pronuncia diez o doce veces más que la palabra amor, tener todo bajo control, es una ilusión que se desmorona al sentirse frágil, vulnerable, “tironeado”, expuesto al estrés.
Por eso, es importante saber cómo funciona y escoger una buena estrategia de respuesta para no caer en el stress y sobreponerse a esta nueva epidemia del siglo XXI que es la del coronavirus.
Fantasías de inmunidad. Los renegados
El psicoanálisis distingue entre la negación y la renegación. Esta última es un mecanismo que tiende a aceptar y negar al mismo tiempo la existencia de algo. La persona está dividida, por un lado, sabe que hay un peligro y, por el otro, se conduce como si no existiera.
Ante todo, quiero decir que no debería perderse de vista en ningún momento que estamos ante un acontecimiento único, poco comparable con experiencias previas y que está generando respuestas parecidas en la población en todo el mundo. Todo esto somete a los sujetos a un trabajo psíquico enorme.
Para el psicoanalista Guillermo Bruschtein (APA), la omnipotencia y la renegación, para las cuales no hay edad, muchas veces se manifiestan como fenómenos sociales “lo que en psicoanálisis se llama ‘mecanismo identificatorio de masas’, donde se da un proceso de identificación mutua”. Es como decir: “‘si él lo hace, yo también lo puedo hacer’ y ‘si a él no le pasa nada, no me va a pasar nada a mí tampoco’. Las personas pierden el discernimiento propio en un mecanismo de conducta masificada.
S Freud, lo desarrolla en “Psicología de las masas y análisis del Yo”, “Consideraciones sobre la guerra y la muerte”, “El porvenir de una ilusión” y “El malestar en la cultura”, libros que no han sido leídos, incluso por los que suelen llamarse psicoanalistas.
Quiero concluir con este pensamiento del escritor estadounidense Greg Anderson:
“Céntrate en el viaje, no en el destino. La alegría se encuentra no en terminar una actividad sino en hacerla.”
Con esta reflexión del escritor y político checo, último presidente de Checoslovaquia y el primer presidente de la República Checa, Vaclav Havel (1936-2011):
"La esperanza no es lo mismo que el optimismo, no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte.”
Y con este pensamiento del aviador y escritor Antoine de Saint-Exupéry:
“El campo de la consciencia es pequeño. Solo acepta un problema a la vez”.
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