BINETTI – MANASSERI
VILLAZUR – SZTRYK – OTEIZA - ZAPICO
Cuatro mujeres al borde que vuelven en esta 2º temporada
Desde el viernes 6 de mayo a las 21:30 en Ítaca Complejo Teatral
PETIT HOTEL CHERNOBYL
PETIT HOTEL CHERNOBYL cuenta la historia de cuatro mujeres que sobreviven en una pieza. Una pieza que bien podría encontrarse en la Argentina o en la Luna. Una joven que mastica soliloquios incomprensibles encima de una cama de la que solo sale para ir hasta la vereda o la terraza. Una maestra que recuerda sus días de trabajo como un infierno mayor que su presente, cantando en clave de ópera la marcha de San Lorenzo. Una aspirante a tenista a quien ya se le pasó el cuarto de hora y una entrenadora que posee quizá el único atisbo de esperanza que puede salvar esa situación. Más allá de cualquier discusión o pelea, nada las alejará de ese lugar... donde las cuatro confluyen. Se necesitan.
DRAMATURGIA: Andrés Binetti
DIRECCIÓN Y PUESTA EN ESCENA: Nicolás Manasseri
ACTÚAN: Silvia Villazur – Alejandra Oteiza
Jowy Sztrik - Martina Zapico
ASISTENCIA: Luciana Sapia
PRODUCCIÓN EJECUTIVA: Martina Zapico – Nicolás Manasseri
DISEÑO GRÁFICO: Nahuel Lamoglia
ESCENOGRAFIA: Vanessa Giraldo
VESTUARIO: La costurera teatro
Comunicación + Media: Duche&Zárate
IG: @photelchernobyl.laobra
FUNCIONES: Viernes a las 21:30 horas
Localidades: $ 1.000.-
Duración aproximada: 50 minutos
ÍTACA Complejo Teatral
Humahuaca 4027 – CABA
PROPUESTA DRAMATÚRGICA
De ‘Petit Hotel Chernobyl’ emergen cuatro mujeres enfrentadas con la realidad y ese enfrentamiento las obliga a construir otro de sueños, el irreal. Una irrealidad que las va envolviendo hasta protegerlas de ese afuera devastador que no tiene contemplación con aquellos que van quedando en la más absoluta carencia. Lo que sucede está solo en la cabeza de las actrices y la idea es que eso también pase por la cabeza del espectador. Más que afuera de la realidad, están enfrentadas con ella lo que las obliga a construirse su propio fragmento o retazo de historia. Todo personaje teatral está apoyado en mayor o menor medida en alguna carencia. En el caso concreto de esta obra, ellas se sostienen a través de esa carencia y a través de construir esta especie de realidad paralela que tampoco es tan paralela, sino que a ellas no les tocó y que perciben que en el fondo nunca van a llegar. Son marginales, pero a la vez realistas, tienen un cierto toque de grotesco pero en una estructura realista. Tranquilamente pueden ser vecinas de cualquiera de nosotros. Es una obra que tiene mucho silencio y poca acción dramática. Es más importante lo que no se dice que lo que se dice. En este sentido, lo más interesante que le puede pasar al teatro es que empiece a abrir en lugar de cerrar o de cuestionar en vez de explicar. La relación que une a estos cuatro personajes se justifica básicamente desde el lugar de la supervivencia. Una cuestión muy básica de que son cuatro perdedoras. Y entre ellas, más o menos, van subsistiendo. La obra no se acerca a ninguna obviedad entonces, está bueno que suceda eso, que sea como un recorte en el mundo y que no haya nada que acotar. El relato funciona con la tenista y la entrenadora contando su historia, llevando ese relato, mientras que la maestra y la niña operan estructuralmente como intervenciones, van mechándose en esa historia que lleva la temporalidad y, a su vez, en el caso de la maestra, va jugando con el recuerdo de su profesión. La niña que nunca sale de la cama es la que más conciencia tiene y que funciona como la síntesis de los otros personajes.
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