viernes, 1 de julio de 2022

Día del bandoneón

 El 11 DE JULIO se festejará el DÍA DEL BANDONEÓN.

 El bandoneón llegó al Río de la Plata entre 1870 y 1880. No está claro quien lo introdujo primero. Algunos historiadores sostienen que fue Tomas Moor, un marinero inglés, otros en cambio que fue un brasileño y también existe la versión que fue un tropero alemán. 

Otros opinan que un hijo de Band vino con su instrumento que había fabricado su padre y dio las primeras lecciones sobre su uso a un nativo, José Santa Cruz, quien luego transmitió sus conocimientos a sus seguidores
EL BANDONEÓN REPRESENTA LA MUSICA DEL RIO DE LA PLATA DEL SIGLO XX.




  EPITAFIO PARA MI BANDONEÓN
     (1° PARTE)

Pascual miraba a su hijo, niño aún, doblado sobre la tierra, trabajando duro en la recolección de verduras; la quinta era hermosa y productiva, desde que llegó de Italia había trabajado mucho para obtener ese pedazo de tierra, pero no quería que su hijo tuviera que pasar las penurias que él y su mujer habían pasado para logarlo, barro, heladas, frío, calor, y muchos otros desvelos.

Antonio era un muchachito inteligente, se destacaba en sus estudios y su padre soñaba con que fuera médico, al chico no le entusiasmaba la idea, prefería la música, tocaba el bandoneón, el único bien que su padre había traído de Europa y lo que le ayudó a llevar mejor los momentos difíciles de su niñez. Él mismo le enseñó a tocar el instrumento a su hijo.
A los dieciocho años, cuando Antonio terminó de cursar la escuela secundaria en su pueblo, su padre lo envió a la ciudad de Bs.As. para que hiciera la carrera de medicina, lo proveería de todo lo necesario para que pronto ejerciera la profesión que él tanto anhelara para su hijo.
Pascual le enviaba una abultada mensualidad para que se dedicara de lleno al estudio. 

De camino entre la pensión en la que él vivía y la facultad, estaba el Conservatorio de Música; no pudo resistirse a la tentación de dedicar unas horas de su vida de estudiante a lo que él más quería. Pronto sus increíbles progresos le valieron para que sus profesores pusieran la atención en él y le consiguieron un trabajo en una importante orquesta típica, famosa en ese tiempo. Para no causarles un gran dolor a sus padres les había ocultado la verdad, de porqué sus materias se iban atrasando, hasta que la orquesta en sus giras le tocó ir a Paris y por ser integrante de la misma debería viajar y suspender sus clases en la universidad.

A Pascual se le vino el mundo abajo, a todos sus amigos y parientes les había dicho con orgullo que su hijo sería médico. Su corazón no resistió el disgusto.

Su madre vendió la quinta y se fue a vivir al pueblo con una sobrina que esperaba el regreso de Antonio para casarse con él; su madre, anciana y enferma pronto también se fue dejándole a su hijo una buena herencia y una suma importante de dinero, producto del trabajo duro junto a su marido.

La gira fue sensacional, ganó en prestigio y popularidad, no cabían dudas de que la música era lo suyo. Compró un departamento lujoso en pleno centro de Buenos Aires.
En una de sus giras, Antonio conoció el amor. Malena, una bailarina de tango, morocha de ojazos negros y larga cabellera lo cautivó. Era ambiciosa, coqueta, casquivana y se aprovechó de los buenos sentimientos de Antonio. Tanto exigió que hasta tuvo que vender su departamento para satisfacer los caprichos de ella. Al escasear el dinero la relación no perduró.

 Volvió a la pensión para   estudiantes y de vez en cuando cursaba alguna materia de medicina, para lavar su conciencia, sabedor y arrepentido de no haber satisfecho a sus padres y hasta haber acelerado su muerte con los disgustos que les causaba. Por estos desatinos perdió la continuidad en los estudios y abandonó la carrera de médico.
La música la llevaba en la sangre y fue a partir de ese momento su medio de vida. Como el despilfarro era mayor a sus entradas, pedía adelantos de dinero en su trabajo, los que nunca llegaba a devolver y su reputación se fue deteriorando hasta que un día fue despedido de la orquesta.

El destino ignoró que él había sido bendecido con su talento musical y tuvo que comenzar a ganarse la vida en cafetines y bailes de segunda categoría.

Fue a vivir a un departamento en un edificio de tercera categoría, de paredes de piedras oscurecidas con ventanales estrechos, en donde para llegar hasta su cuarto debía pasar por un largo corredor penumbroso, con muebles vetustos y desvencijados, no precisamente en el mejor lugar de San Telmo. Sus únicas pertenencias eran su bandoneón, las partituras de música y los libros de medicina de los que no se quería deshacer. Un reloj despertador, una estampita de la virgen de Luján, recuerdo de su madre que le había dado cuando dejó su casa paterna para ir a "estudiar medicina" a la ciudad, los puso sobre la mesita de luz. En el cajoncito algunas poquitas pertenencias con valor afectivo, recuerdo de sus días buenos y una fotografía de Malena.

Un pañuelo blanco para el cuello que usaba con su raído traje negro para sus actuaciones en algún baile de barrio, los colgó en el ropero y sus zapatos negros, gastados pero lustrosos. Se tiró en la cama boca arriba, la pintura de las paredes en algunos sitios desprendidas, los muebles carcomidos por la humedad, la alfombra del cuarto raída y descolorida lo hicieron sentir más deprimido y enfermo, tan lejos de sus días de fortuna y gloria al lado de la muchacha más bonita de Buenos Aires, sintió una punzada en el pecho, se arropó, y lloró sin contención.

Intentó recuperar la disciplina de sus años productivos, pero la suerte lo abandonó definitivamente.

Las bailarinas fueron su destino, aunque sus sentimientos de amor más profundos quedaron aferrados a Malena, hubo una y otra hasta que conoció a María.

©Leonor Pires
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