(fuente:La Nación) |
El pasado 25 de
julio, a los 96 años, falleció Edith Aron, la primera traductora de Julio
Cortázar al alemán, y también de Juan José Arreola, Octavio Paz, Jorge Luis
Borges, Adolfo Bioy Casares, Amparo Dávila y Silvina Ocampo. Es, pese a que
batalló con ello, la mujer que inspiró a la Maga de Cortázar en su emblemática
Rayuela.
En 2004, Aron
reveló por primera vez su historia en La Nación, donde Juana Libedinsky nos
relata una extraordinaria entrevista de la que aquí reproducimos algunos
fragmentos.
Ya no es la rue
de Seine ni el Pont des Arts, menciona Libedinsky, sino un pequeño departamento
en el elegantísimo barrio londinense de St. John’s Wood, a pocos metros de la
Abbey Road que hicieron famosa los Beatles y cerca del magnífico Zoológico de
la ciudad. Pero la Maga sigue siendo la misma. Sí, porque la musa de Cortázar,
la misteriosa protagonista femenina que deambula por Rayuela, el personaje más
famoso de su libro más famoso y con el cual le rompió el corazón a sus lectores
existió y existe. Y es Edith Aron, una encantadora señora de 80 años que vive
en el más completo anonimato, escribiendo en las madrugadas silenciosas, entre
las cartas y recuerdos del hombre que la inmortalizó para la literatura.
«Una sola vez,
cuando en el almacén cercano a mi casa una chica mexicana me dijo que era una
gran admiradora de Cortázar y que la Maga era su ideal, como era tan simpática
pensé en decirle quién era yo. Pero no lo hice. No es un tema del que me guste
hablar, no lo necesito y, además, a los ingleses nunca les interesó. Pero
ahora… bueno, digamos que soy una señora mayor. Quizá no esté para el próximo
aniversario de Cortázar», aclara suspirando.
Cortázar dejó
grabada la imagen de la Maga a los veintipico de años, con medias negras y
zapatos colorados, fumando Gitanes y con el pelo despeinado. En 1963, en pleno
furor de Rayuela, «todas las muchachas de la Facultad querían ser la Maga
–recuerda Julio Ortega, editor de la edición crítica francesa de Rayuela y
profesor de literatura de la Universidad de Brown–; y todos los hombres querían
buscar su Maga, la fantasía masculina de la mujer enigmática que se relaciona
con las fuerzas más intuitivas con una sabiduría inocente».
Edith Aron, la
mujer que inspiró a Cortázar para crear su célebre personaje de Rayuela,
retratada por su hija. Fuente: La Nación
Hoy, los amigos
de Aron siguen fascinados por ella y la describen como una extraña belleza,
alta e imponente, de nariz aguileña, ojos brillantes que miran muy fijo y el
pelo corto color azabache.
«Nadie me da mi
edad, ¿sabe?», aclara con evidente coquetería y un dejo de acento alemán en su castellano
bien porteño, y en el cual se le escapa cada tanto un macanudo.
«¿Qué me vio
Cortázar? No sé, ¡yo era simplemente una chica buena y agradable!», aclara
risueña.
Edith Aron
nació en el Sarre, una región en el límite entre Francia y Alemania, «que de no
haber sido lamentablemente anexada por los alemanes hoy sería un pequeño país
independiente como Luxemburgo», explica. De familia judía, poco antes de la
Segunda Guerra Mundial emigró con sus padres a la Argentina, donde ya tenían
parientes. «Fui al Colegio Pestalozzi, a cuyos profesores les voy a estar por
siempre agradecida. Me permitieron mantener una identidad alemana como la de
ellos, profundamente distanciada de la política e ideología nazi.»
En un barco de
vuelta a Europa, en 1950 y con 23 años, conoció a Cortázar, 27 años mayor que
ella. Al poco tiempo, ya en París, entrando en una librería, Edith vio una cara
conocida.
«Cortázar me
reconoció también, e intercambiamos unas palabras. Nos volvimos a cruzar en el
cine, viendo Juana de Arco. Luego, en los Jardines de Luxemburgo. Él estaba muy
influido por los surrealistas, que creían que las coincidencias eran algo
importante, así que me invitó a tomar algo, me leyó un poemita y hablamos de
amigos comunes en Buenos Aires.»
«Y era tan
natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada
cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de
que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente
que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse
o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.» (Rayuela, de Julio Cortázar,
1963).
con su hija |
Claro que no
todo fueron encuentros casuales. «Cortázar trabajaba en una exportadora de
libros en la esquina de mi casa en París, y venía a verme para almorzar. Era
muy entretenido. Por ejemplo, me decía que le hiciera una ensalada azul. Yo no
tenía idea de qué era eso. Entonces él tomaba cualquier ensalada y la llenaba
de estampillas azules. Hacía todo el tiempo ese tipo de juegos, en los que yo
nunca me sentí a la par. ¡Me acomplejaba porque él sabía tanto y yo sabía tan
poco! No me decidí a irme a vivir con él justamente porque quería estudiar.
Además, sabía que él admiraba mucho a Aurora Bernárdez, que estaba en Buenos
Aires», confiesa con un susurro.
«Con mucha
discreción», aclara, sus recuerdos ya fueron publicados en 1999 en un libro que
escribió en alemán, Las casas falsas, y publicado por una editorial de
Heidelberg, detalla Libedinsky.
Cuando se
publicó Rayuela, en 1963, Aron cambió París por Berlín, donde tradujo obras de
literatura latinoamericana. Durante una visita a Londres conoció a John Bergin,
un artista inglés con el que viviría unos años en Buenos Aires. Allí nació la
hija de ambos, Joanna, y poco después regresaron a Londres, donde se separaron.
(Ojeda, 2020)
«Mi madre fue
una mujer fuerte e inteligente. Necesitó ser muy fuerte para criarme sola aquí
en Londres, su cuarto país, y en inglés, su cuarta lengua», dice Joanna, que
hoy es cantante y fotógrafa. «Fue su propia revolución -opina-, que le permitió
la independencia«. (Chatruc, 2020)
La misma Joanna
fue quien confirmó la muerte de Aron: “Oficialmente murió de neumonía y de una
falla del riñón, aunque en realidad no se sabe muy bien”, dijo a La Nación
Joanna Bergin, “pudo haber sido provocada por el coronavirus pero no la
testearon y falleció apenas dos horas y media después de haber sido internada”.
(Ojeda, 2020)
Bibliografía
Chatruc, C.
(2020). Murió Edith Aron, la mujer que inspiró a la Maga de Julio Cortázar, en
La Nación.
Libedinsky,
J, (2004). Edith Aron: la maga de Julio Cortázar, en La Nación.
Ojeda, F.
(2020). Muere Edith Aron, la Maga de Julio Cortázar, en LaTercera.
(Fuente: http://www.vagabunda.mx)
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