El número diez es
el campeón. Siempre es el que mejor juega al fútbol, el que mejor patea. El
número diez en el colegio es el mejor, el mejor alumno. El diez en limpieza es
el más pulcro, el que más blanca tiene la ropa.
Siempre el diez.
Siempre el mejor.
¿Por qué ese
número es sinónimo de perfección? ¿Quién determinó esa escala? ¿Por qué, por ejemplo el mejor no puede ser
el número… cincuenta… ó el cien?
¿Quiénes están
capacitados para decidir si alguien es diez o no? ¿Por qué hay que estar dentro
de una escala siempre?
El número uno del
mundo no es el diez, es el uno, el número uno en tenis, no es el diez, tampoco
lo es el número uno en millones, ni el número uno en asesinatos.
¿Cuándo vamos a
dejar de darle valores a la gente? Si sos bueno, sos un amigo “diez puntos”. Si
sos atento, te dicen “me atendió diez puntos”, si sos el primero en llegar a
destino en una carrera, sos el “uno”.
Siempre odié los
números. Será porque me fastidia que me califiquen con una cifra. Tal vez,
sería preferible que me califiquen con adjetivos. Suenan más amistosos, más
sinceros, más delicados.
Para mi no es
igual que me digan ¡sos diez puntos en…” que si escucho,” la verdad tu obra es
fantástica”. ¿O no?
Lamentablemente los
números no solo nos están arruinando como personas sino que nos acompañan cada
vez más en las descripciones personales. Indices de precios, valor del dólar,
mercados mundiales, cantidad de accidentes anuales, víctimas de asesinatos,
robos, sumas de dinero invertidas en….
Ojalá pudiéramos
obviar los números en muchas situaciones. ¿No sería mejor , como dijo El
principito, que …”Y para qué te sirve poseer las estrellas ?
- Me sirve para
ser rico.
- Y para qué te
sirve ser rico ?
- Para comprar
más estrellas, si alguien encuentra.”
Podrás poseer
miles de estrellas, millones, pero es mejor tener una y poder contemplarla,
disfrutarla, ver su brillo, su luz.
Cuando conozcas a
alguien, no le preguntes la edad, el teléfono, qué talle tiene… preguntale su
nombre, qué le gusta, qué lee. Les aseguro que se sentirá mucho mejor . Esa
persona sabrá que realmente estás interesado en ella. Lo demás lo irás sabiendo
con el tiempo, si es que siguen contactados. Sonreile, el valor de una sonrisa
es impagable, aunque piensen que estás loco.
Los números son
fríos. Sirven, no digo que no, pero…no me llevo bien con ellos.
Son el poder de
las empresas, de los países, pero no de las personas. Tal vez deberíamos hacer
lo que aconseja Dale Carnegie: “Hablo de
una verdadera sonrisa, que alegre el corazón, que venga de adentro, que valga
buen precio en el mercado. Tiene usted que disfrutar cuando se encuentra con la
gente, si espera que los demás lo pasen bien cuando se encuentran con usted. Si
está solo, silbe o tararee o cante. Proceda como si fuera feliz y eso
contribuirá a hacerlo feliz. Todo el mundo busca la felicidad, y hay un medio
seguro para encontrarla.”
Utilicemos los números
para lo que fueron hechos. Utilicemos las palabras para decir, para expresar,
para sembrar. La palabra tiene el poder de transformar vidas.
Seremos “diez” ,
o seremos “uno”. Yo prefiero ser “yo”.
©Silvia Vázquez
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