Un efímero escritor
Mientras estaba trabajando en mi tesis,
extrañé la presencia de aquel anciano; gafas negras, perro lazarillo, que pedía
el mismo libro cada día a la bibliotecaria, lo apretaba contra su pecho, para
después sentarse en el rincón más apartado de la estancia.
Una tarde pasé cerca y observé unas
silenciosas lágrimas surcando su rostro.
Llevaba más de un mes contemplando aquel
triste espectáculo; por lo que compasivo, y quizás también curioso, me senté
frente a él. El anciano, al sentir mi
presencia, preguntó qué deseaba.
─Caballero, disculpe; lo vengo observando
hace días y me intriga, ¿sería demasiado atrevimiento por mi parte preguntarle
qué le ocurre?
─No, joven. No se preocupe. Pocas veces
tengo ocasión de contar mi tragedia personal. Verá usted, mi historia es muy
escueta; escribí un libro, ─señaló ese que abrazaba todos los días─, solo éste.
Fue un gran éxito de crítica, auguraban el nacimiento de un gran escritor,
vendí cinco ediciones y disfrutando del éxito, un amargo accidente de tráfico
me dejó ciego.
No supe que decir ante aquella desgracia
que sonaba demasiado cruel. El anciano
continuó:
─Estuve en negocios con la muerte durante
tres años. Cuando salí del hospital mis ganas de vivir se eclipsaron, igual que
lo hizo mi vista.
─Pero hay otras formas de escribir…
─No para mí. Yo describía mi mundo
interior,
sensaciones,
matices que modelan un atardecer… Y sin poder verlo, mi inspiración
desapareció. Lo intenté; fue inútil, me rendí pronto. Años más tarde me di
cuenta de que lo que no superé es quedarme de repente ciego. Ahora, cuando mi
vida está llegando a su fin, vengo a estar con mi único mundo, el que entonces
perdí. Recordando lo que escribí; pero aun así, me siento fracasado.
─Pero usted no es un fracasado.
─Sí hijo; me di por vencido, malgasté una
vida añorando el pasado. Cuando comprendí mi error, toda una vida dilapidada,
es difícil de recuperar. Este libro me recuerda mi fracaso como persona.
Se levanto, sin añadir nada más, devolvió
el libro y se fue.
Quedé muy afectado por la tragedia de
aquel anciano, al que nunca más volví a ver.
Francisco Juan
Barata Bausach - Puertollano. Ciudad Real-España- Tiene 67
años y nunca antes había hecho literatura. En Mayo de 2014 comenzó a escribir.
Lo hace porque le gusta, lo descubrió tarde, pero ahora le apasiona. Desde Mayo
de 2014 a la fecha de hoy ha conseguido más de 570 reconocimientos de todo
tipo, nacionales e
internacionales,
publicando en revistas literarias de diversos países
fbarata52@gmail.com
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