“La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos”. Louis Dumur, periodista francés (1863-1983)
Un poco más de historia sobre la cuarentena.
No voy a referirme al error de nombrar como cuarentena a lo que superó los cuarenta días, hoy, 173 días, pero sí voy a decir que desde el primer momento hubo una equivocación en juego por el significante utilizado.
Si bien nos hemos referido a la cuarentena durante la Edad Antigua por la Lepra y la viruela, la Edad Media por la Peste bubónica que se prolongó hasta el Renacimiento y la Edad Moderna con la Gripe Española, al hablar de cuarentena impronunciable no puedo no pensar en lo impronunciable del nombre de Dios. Lo comento porque los místicos judíos dicen que no se lo puede pronunciar porque su origen está perdido. La palabra Dios, fue tomada del griego: Teo.
En la Torá se encuentra constantemente el número 40 porque el número 40 tiene un significado muy importante en toda la Torá y en el Talmud, porque representa al cambio o a la transición, es decir, contiene la idea de renovación, de un nuevo comienzo.
No fue accidental que en la historia de Noé lloviera durante 40 días y que el mundo quedara sumergido bajo el agua. Es que cuando retrocedieron las aguas del diluvio todo el mundo quedó purificado del libertinaje que lo había corrompido en los días de Noé.
Moisés luego de estar 40 días en el Monte Sinaí, bajó con las tablas de la Ley, con Los diez Mandamientos.
Los judíos llegaron al Monte Sinaí siendo una nación de esclavos, pero después de 40 años de andar por el desierto, se transformaron en quienes no sólo iban a cumplir con los mandamientos sino enseñarlos y transmitirlos.
En la Cábala, el número 40 representa los cuatro lados del mundo, cada lado contiene las 10 Sefirot (poderes esotéricos).
Y, como ya está comenzando el Año Nuevo judío, hay 40 días entre el primer día de Elul, cuando se empieza a tocar el shofar en la preparación para Rosh Hashaná hasta Iom Kipur, el Día del Perdón, final del período anual de arrepentimiento.
Estos 40 días son el momento más auspicioso del año para el crecimiento y la renovación personal.
También, de acuerdo con el Talmud (Avot 5:26), a los 40 años la persona pasa de un nivel de sabiduría al siguiente. Alcanza el nivel de biná, el entendimiento más profundo que se obtiene de un tema a partir del entendimiento que se tiene de otro.
Después de que Moisés liderara al pueblo judío durante 40 años en el desierto, se observa que al pueblo judío le llevó 40 años alcanzar un nivel de entendimiento completo. Si se lo piensa, fueron necesarios 40 años para cambiar a una generación.
El fanatismo y el doble discurso de muchos políticos.
Los grupos afectados por el fanatismo político, también el religioso, tienen un discurso que le otorga a la palabra una consistencia absoluta. Sin embargo, la palabra insiste, pero no consiste. Esta pretendida consistencia, crea la ficción de una verdad absoluta que subyuga y tranquiliza a la sociedad, aunque el discurso que sostiene al líder autoritario, al conjugar el Bien con la Verdad, incita a recurrir a cualquier método en procura de la eliminación de los que disientan con esta suprema verdad.
Entre esos métodos, tener una presencia casi absoluta en ambas cámaras del Congreso, es fundamental. Apoyados en la mayoría, bajo la suposición de que la mayoría es la poseedora de la Verdad, recurren a lo que la misma democracia les ha provisto para desarticularla, por ejemplo: modificar la Constitución, en beneficio propio.
Muchos políticos tratan de negociar, hasta en la última instancia, en su propio provecho, no el del país. Esto lo sabemos muy bien, porque muchas veces, el gobernante que, luego de haberse presentado avalando la letra de la Constitución, paulatinamente, impulsa las modificaciones necesarias para lograr más poder.
Cuando el deseo de eternizarse en el poder es la aspiración máxima del gobernante, sabemos que apelará a todos los recursos posibles para “concentrarse” en el poder, entre ellos: el doble discurso.
La historia les otorgó a los pueblos griegos el título de Padres de la Democracia, aunque no se hubiera cumplido en Esparta.
Mientras que Platón defendía el modelo político plasmado en su ‘República’, Atenas seguía un sistema ciertamente parlamentario que chocaba en extremo contra la férrea dictadura de guerreros que encabezaba Esparta.
La política está en todas partes y es causa y consecuencia de los cambios sociales y económicos de todo el mundo. Desde las primeras democracias griegas, pasando por el Watergate y hasta la situación actual, la política es un juego complejo y retorcido que afecta a todo el mundo, lo quiera o no.
El ocultamiento de las verdaderas intenciones
El doble discurso es la discordancia entre lo que se dice y lo que se hace, por eso, lo podemos pensar como una de las maneras de esquivar u ocultar el motivo real de cualquier decisión.
Se trata del “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” además de que lleva implícita una doble norma para juzgar. Por otra parte, el que sostiene esta posición, al transmitir sus mensajes, aparentemente con una cierta coherencia, logra que los de su alrededor, se conviertan en cómplices de la mentira.
Desde hace muchos años, escuchamos hablar de que estamos en crisis. Es cierto, sobre todo la crisis de valores que es lo que está detrás del doble discurso.
Y ya que me referí a las crisis, sería bueno encontrar la etimología de la palabra crisis.
Crisis deriva del griego, Krisis, y significa rotura, pero en la misma raíz, que es krinei, crítica y criterio, la capacidad de pensar, disentir, crecer que es lo que los políticos autoritarios, suelen combatir.
Pese al abuso del término, crisis hubo siempre, en todas las épocas, tan sólo porque hay historia, y, al haberla, hay hombres, movimiento, cambios que, inevitablemente algo destruyen y, cuando algo se rompe, se reconstruye.
El discurso autoritario, destruye los lazos sociales, convierte en enemigos los que antes eran amigos y arma un caldo de cultivo en el que la reconciliación, es difícil que pueda darse. En la lógica de que los que no coinciden con el gobernante son enemigos, no adversarios, el fanatismo se expresa en toda su dimensión lo que se vivió tanto en los tiempos de la Alemania nazi como en los de la Italia de Mussolini además de los años del Stalinismo. Y ya que menciono al stalinismo, quiero recordar que el 12 de Agosto de 1952, fue el día en el que Stalin dio la orden de ejecutar a escritores e intelectuales judíos en Rusia, falsamente acusados de espionaje y traición a la patria como suele escucharse en la Argentina, también.
Ya lo sé, pero aún así.
Como expresé tiempo atrás que se estaba viviendo momentos de apogeo del narcisismo hoy, como efecto de la cuarentena inexistente, donde puede constatarse es en los gobernantes.
El individualismo, el exitismo social, la prevalencia de la imagen y las ansias de poder, forman lo que podríamos llamar la cultura narcisista. El trastorno narcisista de la personalidad es una alteración típica que se caracteriza por la imagen distorsionada de sí mismo y el exhibicionismo a los que se suma la mentira explícita.
En los momentos en los que prima el populismo, el revanchismo y la intolerancia, la gente que se escuda en el “ya lo sé pero aún así”, hace muy poco para contrarrestarlos. La frase mencionada, según el psicoanalista francés Maud Mannoni, define la estructura de la “creencia”. Y la toma de un artículo que Freud dedica en 1927 al fetichismo en el que utiliza una palabra que suele traducirse como renegación o, en mi opinión, desmentido perverso.
Por otra parte, el neurótico intenta distanciarse de la realidad porque la encuentra en su totalidad o en algunas de sus partes, verdaderamente insoportable. Pese a ello, finalmente acepta no solo que el gobernante quiera eternizarse en el poder, tema que he desarrollado en muchas oportunidades, sino que el Estado y sus instituciones estén a las órdenes de él o de ella, hecho que sucedió en muchas oportunidades.
La gente, sobre todo los intelectuales, cuando lo permiten, son cómplices porque aceptan el doble discurso característico de algunos políticos. No todos, porque en la Argentina hay excepciones como el ex presidente Illía, un ejemplo de integridad y ética, para toda la población.
Quiero concluir con esta frase de William L. Mackenzie King, abogado y político estadounidense:
“Las promesas que hicieron ayer los políticos, son los impuestos de hoy”.
Con esta reflexión de John A. Lincoln, presidente de Estados Unidos entre 1861 y 1865.
“Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez”.
Y con este pensamiento de Leonard Cohen:
“Con el poder mantenemos una relación ambigua: sabemos que si no existiera autoridad nos comeríamos unos a otros, pero nos gusta pensar que, si no existieran los gobiernos, los hombres se abrazarían”.
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