Ventanas del alma
Alejandro, era un hombre guapo, de buena estatura y complexión física,
poseedor de bellos ojos amielados, en su mejilla se dibujaban dos hoyuelos al
hablar o sonreír, con pelo rizado; a pesar de su buena apariencia, nunca
contrajo matrimonio.
Se dedicaba a las labores del campo, sembraba una parcela que tenía a la
orilla del río, y cuidaba las cabezas de ganado que poseía. Vivía en casa de su
madre, compartiendo techo con su hermana menor, quien tampoco le gustó la vida
de casada. Él era el proveedor principal de la familia. Generalmente su único
trabajo consistía en cuidar animales y tierra, traer leña, y vender ganado para
tener dinero para cubrir las necesidades básicas del hogar. Corría el año de 1978, él contaba con
cuarenta y cuatro años de edad, cuando fue invitado a trabajar como policía del
municipio de Balleza, Chihuahua; un poblado pequeño con aproximadamente 2000
habitantes; a pocos días de su inclusión a la corporación policiaca, su
carácter antes afable y conversador, dio un giro completo.
Se mantenía pensativo, cabizbajo y empezó a mostrar comportamientos alarmantes. Hablaba solo, tenía una pe rcepción delirante, el brillo de su mirada se fue opacando y una noche, se levantó en paños menores para perseguir a unos asaltantes imaginarios que rondaban su mente. Fecha fatídica donde se perdió completamente en el mundo de la locura.
Su hermana mayor, busca una camioneta para que lo trasladen a la ciudad de
Chihuahua, lugar donde se encuentra el hospital psiquiátrico recomendado por el
galeno del pueblo, quien debió amarrarlo con una sábana y sedarlo para que no
intentara bajarse del vehículo en movimiento. Pudimos conocer un poco de ese
lugar, a través de las palabras atormentadas de su hermana, quien narraba
angustiada el dolor de dejarlo completamente solo y perdido en sus delirios. A
los pocos días volvieron a la ciudad para enterarse de su estado, no les
permitieron verlo porque se encontraba indispuesto de salud; producto del
tratamiento con violentas duchas frías y baños de asiento que le proporcionaban
para fortalecer su sistema nervioso.
Dos días después, de esa visita infructífera, la familia fue notificada con
un telegrama de que debían pasar al hospital a recoger el cuerpo de Alejandro,
asentando en el acta de defunción, causa de muerte:
“Bronconeumonía fulminante”.
El dolor de su partida marcó la existencia de la familia, sobre todo de su
hermana, quien se consideraba culpable de haberlo llevado a ese lugar donde, en
la búsqueda de su sanación mental, encontró el fin de su existencia.
Aunado a ese duelo, quedó insertado en el contexto familiar, el fantasma
del miedo; la desesperación e impotencia al recoger su cuerpo inerte, no les
permitió ahondar sobre la génesis, desarrollo y comprensión de su enfermedad.
La mirada que quedó grabado en los corazones de la familia, no fue aquella
que lo caracterizó por tanto tiempo; en su lugar, aparecen sus ojos desorbitados, gravitando en un mundo
de terror, imágenes inexplicables para quienes le amaron, desconociendo esa
frágil línea entre locura y cordura.
María del Refugio Sandoval Olivas, Balleza, Chihuahua,
Blog:https://cuquissandovalolivasletrasypoemas.blogspot.com/
Facebook : https://www.facebook.com/cuquis.sandoval
Twitter: https://twitter.com/cuquissandovalo
Libros publicados: “Anhelos, sueños y esperanzas”,
“Una Rosa sin Espinas”, “Dulce” poemario “Suspiros rotos” “La navidad y yo”.
Antologada en “Huellas en el tiempo”,“Experiencias directivas exitosas”,
“Monografía de Competencias docentes, I y II” “Carta a Annia”, Cuento “La navidad y yo, entre otros.
Editorialista semanal en el periódico “El Sol de Parral”. cuquissandoval08@gmail.com
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Gracias por seleccionar este texto. Muy orgullosa de estar en sus páginas.
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