viernes, 25 de septiembre de 2020

Escritora invitada: María del Refugio Sandoval Olivas

 Ventanas del alma

 

Alejandro, era un hombre guapo, de buena estatura y complexión física, poseedor de bellos ojos amielados, en su mejilla se dibujaban dos hoyuelos al hablar o sonreír, con pelo rizado; a pesar de su buena apariencia, nunca contrajo matrimonio. 

 Se dedicaba a las labores del campo, sembraba una parcela que tenía a la orilla del río, y cuidaba las cabezas de ganado que poseía. Vivía en casa de su madre, compartiendo techo con su hermana menor, quien tampoco le gustó la vida de casada. Él era el proveedor principal de la familia. Generalmente su único trabajo consistía en cuidar animales y tierra, traer leña, y vender ganado para tener dinero para cubrir las necesidades básicas del hogar.  Corría el año de 1978, él contaba con cuarenta y cuatro años de edad, cuando fue invitado a trabajar como policía del municipio de Balleza, Chihuahua; un poblado pequeño con aproximadamente 2000 habitantes; a pocos días de su inclusión a la corporación policiaca, su carácter antes afable y conversador, dio un giro completo.

Se mantenía pensativo, cabizbajo y empezó a mostrar comportamientos alarmantes. Hablaba solo, tenía una pe      rcepción delirante, el brillo de su mirada se fue opacando y una noche, se levantó en paños menores para perseguir a unos asaltantes imaginarios que rondaban su mente.  Fecha fatídica donde se perdió completamente en el mundo de la locura.

  

                                                

 Su hermana mayor, busca una camioneta para que lo trasladen a la ciudad de Chihuahua, lugar donde se encuentra el hospital psiquiátrico recomendado por el galeno del pueblo, quien debió amarrarlo con una sábana y sedarlo para que no intentara bajarse del vehículo en movimiento. Pudimos conocer un poco de ese lugar, a través de las palabras atormentadas de su hermana, quien narraba angustiada el dolor de dejarlo completamente solo y perdido en sus delirios. A los pocos días volvieron a la ciudad para enterarse de su estado, no les permitieron verlo porque se encontraba indispuesto de salud; producto del tratamiento con violentas duchas frías y baños de asiento que le proporcionaban para fortalecer su sistema nervioso.

 Dos días después, de esa visita infructífera, la familia fue notificada con un telegrama de que debían pasar al hospital a recoger el cuerpo de Alejandro, asentando en el acta de defunción, causa de muerte:

 “Bronconeumonía fulminante”.

 El dolor de su partida marcó la existencia de la familia, sobre todo de su hermana, quien se consideraba culpable de haberlo llevado a ese lugar donde, en la búsqueda de su sanación mental, encontró el fin de su existencia.

 Aunado a ese duelo, quedó insertado en el contexto familiar, el fantasma del miedo; la desesperación e impotencia al recoger su cuerpo inerte, no les permitió ahondar sobre la génesis, desarrollo y comprensión de su enfermedad.

 La mirada que quedó grabado en los corazones de la familia, no fue aquella que lo caracterizó por tanto tiempo; en su lugar, aparecen sus ojos desorbitados, gravitando en un mundo de terror, imágenes inexplicables para quienes le amaron, desconociendo esa frágil línea entre locura y cordura.

 

María del Refugio Sandoval Olivas, Balleza, Chihuahua,

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Libros publicados: “Anhelos, sueños y esperanzas”, “Una Rosa sin Espinas”, “Dulce” poemario “Suspiros rotos” “La navidad y yo”. Antologada en “Huellas en el tiempo”,“Experiencias directivas exitosas”, “Monografía de Competencias docentes, I y II” “Carta a Annia”,  Cuento “La navidad y yo, entre otros. Editorialista semanal en el periódico “El Sol de Parral”. cuquissandoval08@gmail.com

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