viernes, 18 de septiembre de 2020

Cuento: Sueño cumplido




El detective Ray se acomodó la corbata a rayas y se puso el sombrero. Tomó el celular y lo metió en el bolsillo del saco. Apagó las luces. Cerró la puerta de la oficina y bajó la escalera. Se metió en el auto modelo ochenta que lo acompañó desde que cobró su primer trabajo, aquel donde descubrió la infidelidad de la esposa de su primer cliente.

Le alcanzó el dinero para comprar ese modelo con el que siempre había soñado. Pero ya era hora de cambiar de auto. Sabía que ese nuevo trabajo lo iba a cobrar bien. Meg y él se merecían las vacaciones en el sur y un vehículo que los dejara ir y venir sin problemas.

Conocía a Meg desde el colegio secundario. Ni podía creer que ella lo aceptara. Era tan hermosa que hacían fila para invitarla a salir. Juntos desde entonces, sin hijos, convivían en un departamento de dos ambientes en el centro de la ciudad.

Proyectos en común, planes de viajes y los deseos de conocer muchos otros lugares, gente nueva…

Ray se imaginaba todo eso mientras cruzaba la Av. Alvear aquella noche.

Al dia siguiente  despositaría el cheque por su trabajo terminado. Ella siempre desconfió de su marido, el apoderado de una de las firmas más importantes de la industria textil.

Había estado siguiéndolo por más de seis meses. Reuniones, viajes, salidas espontáneas. Jamás con una mujer. El sabía que algo ocultaba, pero no tenía pruebas.

Su clienta le pidió que esa fuera la última noche de seguimiento. Nada nuevo había sucedido. Tal vez sus celos le jugaron una mala pasada, ya que el hombre parecía honesto y fiel con ella.

Ray recorrió por última vez aquella calle, donde el esposo de su clienta se quedaba hasta tarde cada noche. Era el edificio de la empresa. Cuando detuvo el auto, vio bajar al empresario con un bolso en la mano. Subió a su auto y partió.

Ray puso en marcha el suyo y lo siguió. El recorrido le resultó extraño. No era el habitual. De pronto se encontró en su barrio. Estacionó en la esquina y lo espió.

Saliendo del pasillo de su casa con un bolso negro, Meg se metió en el auto del empresario. Se besaron. Aceleraron  rápido para no ser vistos.

Ray, se tomó la cabeza. Una lágrima rodó por su rostro.  Sacó las llaves y abrió la puerta de su casa. Sobre la mesa del comedor la nota simplemente decía: “ Voy a cumplir mi sueño, te esperé demasiado”

Sacó de su bolsillo el cheque firmado y lo rompió. Cuando sonó el teléfono, aún tenía los pedazos del cheque entre sus manos y la 45 sobre la mesa. La voz de su clienta lo sorprendió.

“Se fue”, le dijo. “La nota dice: ”Voy a cumplir mi sueño”. Lo sabía, me engañaba, se lo dije”…

 

©Silvia Vázquez

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