viernes, 9 de julio de 2021

Escritora invitada: Susana Grimberg


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 La educación, la política, la vida y la meritocracia.

“El primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley; la felicidad común debe ser su norte, e iguales los hombres ante su presencia, como lo son ante la ley; sólo debe distinguir el mérito y la virtud para recompensarlos; al vicio y al crimen para procurar su castigo“.
                                     Benito Juárez, (1806-1872). Presidente de México.

Cuestiones de mérito.
Tanto en una relación amorosa como en la relación padres e hijos, el mérito tiene una función tan importante como un incentivo social para que la comunidad crezca.
La meritocracia es un valor en el que los individuos se diferencian entre sí por su talento y motivación y de esta forma obtienen alguna distinción o posición social.
En un sistema político, la meritocracia puede chocar con la democracia, ya que el criterio de elección se basa en las preferencias políticas de los votantes y no necesariamente en los méritos de los candidatos a elegir.

Un gobierno basado en el mérito, es el gobierno de los más capaces de gobernar, sin embargo, en una democracia, el más apto para gobernar no es el que la sociedad elige a través de su voto; los gobernantes son electos en virtud de las preferencias políticas de los votantes que se sostienen en el clientelismo y no en el mérito. Me atrevo a decir que lamentablemente la cultura clientelar forma parte del sistema educativo y de su sindicato.
A su vez, estamos viviendo un tiempo que, en la Argentina, la palabra mérito se ha ido transformando en una mala palabra.

Como suelo hacerlo, busqué el término en el Diccionario Etimológico de Joan Corominas y encontré que deriva del latín meritum, neutro de meritus, `merecido´, participio pasivo de merere `ganar, merecer, en alusión a tener lo que a uno le corresponde.
En los tiempos de la antigua Roma, se utilizaba para señalar los honores correspondientes a los combatientes retirados. A nivel religioso, el mérito se percibe como el reconocimiento de Dios, vinculándose principalmente a las acciones de la persona.

En la Argentina, cuando el mérito viene transformándose en el hecho de ser amigo de un alto funcionario público o de un ejecutivo renombrado, se pierde la lógica y el respeto por el verdadero significado de la palabra en pos de una valoración hipócrita en detrimento de aquél que realmente merece la distinción.

En realidad, es necesario, tanto para los docentes como para los padres, una clara exigencia para estudiar además de propiciar en los hijos y en otros educandos, el interés por saber. Para partir de lo conocido a lo por conocer, están los padres y los maestros y no se necesita más que el deseo de saber, intrínseco al sujeto.

El gusto por el estudio, el placer que despierta poder acceder a nuevos mundos, el de la historia, el de los descubrimientos y de las matemáticas como herramienta para comprender, el funcionamiento del universo. Por otra parte, para alcanzar ciertos conocimientos, hay que tener en cuenta la importancia de la educación presencial, tan vilipendiada por algunos gobernantes, Compartir con otros educandos, niños o adolescentes, es vital para un buen desarrollo tanto intelectual, como social.
Crecer con otros, en relación con otros, es esencial y la cuarentena fundada en el miedo además de nombrada de diferentes maneras, con los padres desempeñándose como docentes, es de una exigencia extrema además de desubicada.

Es que tanto los niños como los adolescentes necesitan poder desarrollar la aplicación al estudio, la pasión por saber, la necesidad de esmerarse para alcanzar una meta que sin la ayuda de los padres y de los maestros nunca sería posible. Suavidad y firmeza, por parte de los padres y de los maestros, debería ser la consigna que los uniría.

Como sostuve en mis notas anteriores, tradición y transmisión tienen la misma etimología y ambas remiten a trasladar, transportar, transferir ideas, principios y el respeto por el otro, a través de las generaciones, debe mantenerse siempre.
Según Harish Nair, profesor de Infectología pediátrica de la Universidad de Edimburgo, Escocia, especialista en Epidemiología de Enfermedades Respiratorias de los niños, el costo de no abrir las escuelas va a ser mucho mayor que el de no abrirlas (La Nación. 28-10-2020). También dijo que hay evidencia de que la apertura de escuelas nunca podría generar un aumento de la transmisión viral.

Meritocracia (mérito y –cracia (poder).

Otra cuestión a la que quería referirme, es a la meritocracia como sistema de gobierno en el que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales. O sea que la meritocracia es el gobierno de aquellos que llegan al poder por sus méritos o talento, conocimientos y habilidades profesionales. También se dice de una sociedad u organización en que el estatus e ingresos se asignan con base en el esfuerzo y no por nacimiento, parentesco u otro tipo de preferencias. Menos aún, por pertenecer a un partido político.

Insisto, la meritocracia (proveniente del latín merĭtum ‘debida recompensa’, a su vez de mereri ‘ganar, merecer’; y el sufijo -cracia del griego krátos, “poder, fuerza”, es una forma de gobierno basada en el mérito.

En definitiva, el modelo meritocrático en un gobierno, remite a una organización social que tiende a promover a los individuos en los diferentes cuerpos sociales: escuela, universidad, instituciones civiles o militares, mundo del trabajo, según su mérito (aptitud, trabajo, esfuerzo, habilidades, inteligencia, virtud) y no según su origen social, sistema de clases, riqueza o "amiguismo.
Por extensión, «meritocracia» hace referencia a la selección social o jerarquización social por la valoración de un tipo de méritos (meritaje) para el desempeño de puestos de gobierno, laborales, económicos y sociales.

A su vez, respecto de la meritocracia, ya los primeros indicios se remontan a la antigüedad. En la Grecia antigua, la República ideal de Platón es un claro ejemplo de meritocracia.

En China. Confucio y Han Fei son dos pensadores que propusieron un sistema meritocrático. También Gengis Kan y Napoleón Bonaparte, utilizaron en su vida y en la política de sus estados, elementos de la meritocracia.

El principal argumento a favor de la meritocracia es que proporciona mayor eficiencia que otros sistemas jerárquicos, dado que las distinciones no se hacen por sexo o raza ni por riqueza o posición social sino por el esfuerzo individual. Conforme a lo que el sufijo -cracia indica, la meritocracia es, estrictamente hablando, un sistema de gobierno basado en la habilidad (mérito) en vez de la riqueza o posición social. En este contexto, mérito significa básicamente inteligencia y esfuerzo.

Gobiernos y organismos meritocráticos enfatizan el talento, la educación formal y la competencia, en lugar de las diferencias existentes como clase social, etnia o sexo.

Estados meritocráticos

En la meritocracia, los funcionarios estatales son seleccionados para sus puestos de acuerdo con su capacidad a través de concursos, por ejemplo.
Comúnmente asociada a los exámenes de ingreso o a los exámenes en las escuelas, no hay discriminación entre los alumnos en cuanto a las preguntas o temas propuestos. Gobiernos como el de Singapur o el de Finlandia utilizan estándares meritocráticos para la elección de autoridades.

A pesar de su intento de aplicación en diversas partes del mundo, muchos investigadores consideran la meritocracia como una redistribución de las oportunidades.

La China imperial y la meritocracia

En la China antigua existía un sistema de exámenes imperiales para la selección de los mandarines. Los estudiantes profundizaban las obras clásicas más antiguas atribuidas a Confucio (551 - 479 aC), quien supo privilegiar la enseñanza para la formación del hombre bueno, destinado a servir al Estado.

El método, utilizado por ejemplo en la Academia Hanlin, era meritocrático en principio y consistía en la selección de "talentos" más por el esfuerzo personal que por el origen social de los candidatos.

Este sistema, generalizado en el siglo XIV bajo la dinastía Ming para luchar contra la aristocracia, fue abolido en 1905, hacia el final de los Qing. Algunos investigadores sostienen que el método habría inspirado directamente la introducción de "los procedimientos psicológicos para la selección y evaluación de los funcionarios en Inglaterra y otros países europeos".

En Francia, los nombramientos por concurso en el servicio público y en las grandes écoles, se inspira en el sistema de exámenes imperiales, traídos de China por los jesuitas, que lo habían adoptado en sus escuelas.

De 1704 a 1711, Voltaire que fue estudiante en los Jesuitas, en el colegio Louis-le-Grand, escribió en 1770:

"La mente del hombre no puede imaginar un gobierno mejor que el de China, donde todos los poderes están en manos de una burocracia cuyos miembros han sido admitidos después de exámenes muy difíciles"; "China es un país que premia la virtud y alienta el mérito: un campesino honesto y pobre se hace mandarín".

Quiero concluir con este pensamiento de Leandro Fernández Moratin:
“A la sombra del mérito se ve crecer la envidia.”

Y con este pensamiento de Albert Camus:

“El éxito es fácil de obtener. Lo difícil es merecerlo.”


©Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.

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