viernes, 9 de octubre de 2020

Escritor invitado: Eduardo Garrido

 El viejo de la bolsa

 

Como quisiera Dios alguna vez,

quien pudiera ser distinto de ahora,

ya no quiero mendigar por esas calles

que han dormido y socavado mi corazón…

 

Me canse de deambular sin rumbo fijo,

sin hogar, sin familia, sin amor,

me canse de deambular tan agobiado,

aturdido y atormentado por el dolor…

 

Con mis huesos a cuestas,

mis temores viejos, mis dolores nuevos,

mi indigencia extrema,

mi juicio final…

 


Me han agotado los años,

me han gastado el frío, la lluvia y el calor,

se ha curtido mi piel ya demasiado,

tanto, que apenas si siento el sol…

 

Como quisiera poder ser diferente,

ya no roer basura para poder comer,

tener un pan caliente, tierno, crujiente,

un café humeante, calor…

 

Y no tener de abrigo un diario viejo,

y de cama un frío banco de estación,

que agonía vivir tan marginado,

la tortura paga la incomprensión…

 

 Qué vergüenza, de título linyera,

pero que sufre, llora y siente como vos

que tristeza que tengo, que tristeza

que marchito quedo mi corazón…

 

Que solo me siento, presente imperfecto,

nadie se me acerca, ya no puedo más,

que agonía y que futuro incierto,

que nuevos temores me derrumbaran…

 

Para muchos soy el cuco, el botellero

el pordiosero, el ciruja, el marginal,

y para todos soy invisible,

mirando hacia otro lado para no verme pasar…

 

Me canse, me rendí, me agote,

y mi tiempo se ha hartado conmigo,

intente comprender a los demás,

pero no fueron recíprocos conmigo…

 

Soy el loco, el ciruja, el mugriento,

el viejo de la bolsa, que más,

quizá es bastante, quizá sea mucho,

o quizá ya es tarde para volver a empezar…

 

Y cuando todos duermen en sus camas tibias,

mis pobres huesos no pueden más,

lloro en silencio, lloro sin lágrimas,

siento el desprecio de la sociedad…

 

 Y mi alma enmohecida por el rocío de la noche,

la indiferencia del mundo y el perdón por existir,

se juntan con mis huesos fundidos con el suelo,

y anuncian el preludio de lo que nunca va a venir…

 

Unas migajas, unos harapos, combo perfecto de la soledad,

el solo cuenta con su miseria, y lo que nunca podrá alcanzar…

el solo cuenta con su tristeza, y la esperanza de poder llegar,

aunque la vida se empeñe siempre, se empeñe siempre en dejarlo atrás…

 

 Eduardo Garrido- Gral. San Martín-Buenos Aires-Argentina- Egresado del Instituto José Juan Biedma, comenzó a estudiar Medicina, en la UBA pero dejó en segundo año. Es empleado en una Cooperativa Farmacéutica y escritor aficionado por hobby desde que recuerda.  eduagar@hotmail.com

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