viernes, 23 de octubre de 2020

Invitada: Susana Grimberg: Cuando la misma sociedad, ve con buenos ojos la corrupción.



“Quien vota a los corruptos los legitima, los justifica y es tan responsable como                                         ellos.”
                                    Julio Anguita

Perseguir a los que piensan distinto

Luego de leer que, por iniciativa del presidente Alberto Fernández, la defensoría del Público presentó oficialmente NODIO, ese extraño experimento que pone en duda la capacidad de las personas de discernir cuáles notas son dignas de credibilidad o no, cuesta recordar un momento histórico en democracia en el que la libertad de expresión haya sido atacada tan abiertamente.
La que llevará adelante la polémica iniciativa NODIO es la titular de la defensoría del Público, Miriam Lewin, quien estuvo vinculada a Montoneros durante la dictadura cívico-militar (1976-1983), y cuya vinculación con peligrosos represores como Jorge Eduardo “El Tigre” Acosta, Alfredo “El Ángel de la Muerte” Astiz y hasta el propio almirante Eduardo Massera se mantuvo en el misterio.
“La Polaca”, “Peny” o “La Gringa” (tales sus nombres en la organización Montoneros) nació el 27 de noviembre de 1957 participando, en Democracia, en diversos atentados.
Por otra parte, Lewin fue una de las responsables durante el ciclo televisivo Punto Doc, de la cámara oculta a Alberto Ferriols, por entonces marido de Beatriz Salomón.

El contenido que fuera luego revelado en vivo ante Salomón, hizo que la vedette cayera en una profunda depresión por lo que en 2017, la Justicia determinó que debían pagarle a la actriz 70 millones de pesos por violación de la intimidad y daño moral. Por el hecho renunció Daniel Tognetti quien quedó marcado para siempre como partícipe de uno los episodios más indignantes de la historia del periodismo amarillo.

Etimología de la palabra corrupción

Según el diccionario etimológico de Joan Corominas, el término corrupción deriva de roer, corroer, romper, también de corrosión, corrosivo, erosión. Proviene del latín corruptio, acción y efecto de destruir o alterar por putrefacción, también dañar, sobornar o pervertir a alguien. También, es la práctica que consiste en hacer abuso del poder para sacar un provecho económico. La corrupción política se refiere al mal uso del poder: al tráfico de influencias, la extorsión y el fraude, hechos con los que se encadenan otros delitos.

Αλήθεια es como los griegos llamaban a la verdad, que es lo que está des-cubierto. Lo opuesto sería ψεῦδος, el encubrimiento, la mentira. No son tan contrarios porque si alguien dice que miente, al decir “yo miento”, puede estar diciendo una verdad.

Freud, a fines del Siglo XIX, contradijo la idea de que los síntomas de conversión eran una simulación, porque algo se quería decir con esos síntomas dado que, en cada síntoma, hay una verdad inconsciente en juego. Así fue como inventó el psicoanálisis, que no solo se transformó en una práctica terapéutica de la palabra y con la palabra, sino en una herramienta muy potente para poder pensar las relaciones de los hombres entre sí, la sociedad y la cultura.

Dijo Manuel Jiménez Friaza, Licenciado en Filología Española, Profesor de Educación Secundaria de Lengua Castellana y Literatura y columnista del diario La Opinión de Málaga, sobre la onomatopeya de la palabra corrupción que, tal como en la historia de Eva y la manzana, Eva es seducida por la serpiente a la que no se le entiende ni oye: bisbisea, se arrastra, se oculta, desaparece. “La aliteración de la s, los corruptores sisan, sisean, bisbisean, se arrastran en la sombra: la serpiente”.
En el momento en que Freud se encontró, en los tratamientos que él mismo conducía, con la repetición que era de lo que el paciente quería curarse y se topó con la pulsión de muerte fue un escándalo mayúsculo para su círculo más cercano.

Lacan lo nombró goce, planteando una conjunción entre verdad y goce. La verdad quiere poder decir algo sobre el goce, pero la palabra no alcanza porque solo puede medio-decirse. Por ese motivo, los políticos y no sólo ellos, hacen falsas promesas sabiendo que no van a cumplirse, como si la palabra no fuera algo de lo que hubiera que responsabilizarse.
Además, está la cuestión de la inmediatez. Si la respuesta no es inmediata, aparecen la desconfianza, el miedo, la angustia. Por otra parte, se usa la mentira para obtener ventajas. Por ejemplo, la difamación, que se utiliza estratégicamente para hundir al adversario. Y, como la velocidad de la mentira es mayor que la de la justicia, la difamación no importa, pues ya se obtuvieron los beneficios buscados. Todo esto genera, en el hombre, impotencia, angustia y rabia. Es decir, se lo arroja a la soledad y al anonimato. Por eso, volver a darle a la palabra su valor, es una apuesta difícil, pero que vale la pena intentar.

Al concluir la segunda guerra mundial, cuando todo era horror y muerte, con millones de muertos, de heridos, de mutilados, con las familias desintegradas, dijo Freud: “Lo construiremos todo de nuevo” pero mejor, con más solidez, con más firmeza. Es indudable que junto al enorme potencial destructivo, el ser humano tiene, también, un inmenso potencial creativo que posibilita un siempre volver a empezar.

Años más tarde, Lacan replanteó la hipótesis freudiana al decir que “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”. Es Otro lugar desde el cual, más que hablar somos hablados desde “otra escena”.
Cuando se escucha hablar del desfallecimiento de lo simbólico en la política, la familia y en la educación, podemos decir que está operando una cierta corrupción de la palabra que conduce a la mentira como premisa fundamental. Se hacen falsas promesas a sabiendas de que no van a cumplirse, se dice una cosa y la contraria sin que pase nada, como si la palabra no fuera algo de lo que hubiera que responsabilizarse.

Las redes sociales

La instantaneidad que permiten las redes sociales, Facebook, Instagram, Whatsapp, Snapchat, el correo electrónico incluso, destruyen el tiempo de espera tan importante tanto para el deseo como para el amor. Es más, si la respuesta no es inmediata, aparecen el miedo, la desconfianza, o la angustia.
Este avance tecnológico, tan necesario para comunicarse, favorece la creencia de tener al Otro tan cerca que casi podría tocarse, cuando en realidad lo que se tiene cerca es una tecla. Es más, se dice que se habla por Internet cuando no se está hablando sino escribiendo.
Estamos asistiendo en streaming del espectáculo que ofrece la impunidad que es el uso de la mentira para obtener ventajas.

Todo esto deja al sujeto moderno desprotegido, sumiéndolo en la desesperanza, angustia y una ira incontenible que terminan originando síntomas acuciantes como temblores, jaquecas, insomnio, úlceras y problemas cardíacos. Si no es posible confiar en la palabra como principio, ¿qué queda?
Reconectar a los sujetos con la palabra es una apuesta difícil, pero no imposible.
Lo indecible de la corrupción
Es lamentable que la gente desconozca que la desnutrición, la pobreza, la mortalidad infantil o la muerte de mujeres por causa de abortos sépticos, violaciones y demás horrores que salpican nuestras vidas cotidianas, se produzcan por la corrupción pese a que la corrupción es la absoluta culpable de muchos de estos hechos.
Subrepticiamente, la corrupción va infectando la vida de la sociedad. Tanto la aplaudida viveza criolla como la “apiolada” porteña, dan cuenta de lo sobrevalorado que está apoderarse de un bien de otro, sin que nadie se dé cuenta; lo valorado que está saber robar.
En las estadísticas realizadas en 177 países respecto de la corrupción, la Argentina, aparece entre los más corruptos, lejos de los países más honestos como Dinamarca, Suecia y Nueva Zelanda entre otros.

Es difícil precisar las causas de la corrupción. Una de las teorías, la menos convincente en mi opinión, es la que asocia la degradación moral, y por ende la corrupción, con la pobreza. Sin embargo, en realidad, la corrupción está fuertemente enraizada en factores culturales que comparten ricos y pobres.

Para muchas personas, si alguien trae objetos de contrabando, o realiza prácticas para obtener aprobaciones de forma ilegal y cobra por eso, en ambos casos se considera que está haciendo un negocio cuando, en realidad, es un delito. En el lenguaje mismo, está internalizada la corrupción.
La corrupción, es un mal ocasionado por psicópatas. Muchas veces, de tal gravedad que, desalentada, la sociedad tiende a resignarse. El “roban pero hacen”, es un mal que afecta a la sociedad argentina desde hace mucho tiempo.

El afán por el poder

El corrupto, siempre busca obtener un beneficio personal, generalmente económico, con la complicidad de otro, tan corrupto como él. Entonces, ¿qué persigue el corrupto? El poder y el goce que conlleva el poder.
El poder, hace que el corrupto se sienta más fuerte que lo que en realidad es, vivencia que tuvo su origen en la primera infancia, momento en el que al desear algo y no poder obtenerlo, busca como refugio, una fantasía omnipotente que le permita realizar cualquier deseo.
El narcisismo del corrupto es exitoso cuando una sociedad tan permisiva como la nuestra, lo deja impune. Por otra parte, el psicópata, sujeto que carece de sentimientos de culpa, actúa a sabiendas de que es invulnerable. Es cierto que el poder puede ser puesto en función del bienestar de la sociedad pero, en general, lo es en función de satisfacer el propio Ego, lo que se observa en los líderes que azuzan el fanatismo.

La patología del corrupto pone en juego la envidia, los celos y un narcisismo ilimitado, que se vuelve patológico cuando se abandonan las normas éticas.

La educación como freno a la corrupción.

La prevención de esta patología, empieza desde el niño, fortaleciendo la autoestima y los valores morales. Si un niño observa que sus padres, sus maestros o sus dirigentes, son complacientes con la transgresión de las normas, donde hacerle daño al otro no tiene importancia, se estarán sembrando las semillas del futuro corrupto.
Todas las sociedades pueden constituirse como tales, a partir de la ley, separando lo que está prohibido de lo que está permitido. En verdad, se trata de algo previo al código escrito, que incluso regía a las sociedades cuando no habían desarrollado la escritura.
La ley, entendida como lo que diferencia entre lo que se puede y lo que no se puede o no se debe hacer, es el gran organizador de la vida social.

Quiero concluir con esta frase de Voltaire:

“Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero.”
Y con este pensamiento de Pablo Neruda:

“El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan.”

Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista.
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